La degradación se explica por la falta de independencia judicial
España pasa a ser una democracia "defectuosa", según 'The Economist' / Aleix Moldes
España ya no es una democracia plena. Al menos para uno de los índices más prestigiosos a escala internacional: The Economist ha
rebajado la calidad de la democracia española hasta situarla entre los
países que considera "democracias defectuosas". En la valoración del
2021, pierde 0,18 puntos respecto al año anterior, lo suficiente como
para caer hasta la posición 24 entre los países del mundo y dejar de
ocupar el lugar de privilegio que ya había cuestionado el mismo índice
en 2017 a consecuencia de la aplicación del artículo 155 de la
Constitución y la represión que se puso en marcha contra los líderes
independentistas. Ahora es la falta de independencia judicial la que
hace retroceder a la democracia española. "Se rebaja la puntuación de la
independencia judicial a consecuencia de las divisiones políticas para
elegir a los nuevos miembros del Consejo General del Poder Judicial, el
organismo que administra el sistema judicial y tiene la misión de
garantizar su independencia", apuntan las conclusiones. Ya hace más de
mil días que los 21 representantes del CGPJ tienen su mandato caducado
y, a pesar de la polémica generada por esta situación, el PP y el PSOE
continúan sin acordar su renovación.
"En cuestiones formales de
democracia, España puntúa muy alto. Por ejemplo, en el capítulo de las
elecciones, que son impecablemente rápidas, efectivas y competitivas. El
pero es la calidad institucional, que es un problema
estructural de las instituciones españolas", apunta el catedrático de
ciencias políticas de la Universidad de Göteborg, Víctor Lapuente. "Eso
deriva de unas instituciones fuertemente politizadas y dominadas por los
partidos que gobiernan en cada momento, desde los ayuntamientos hasta
las comunidades autónomas y el gobierno español", subraya. En el caso
del poder judicial, se necesitan tres quintas partes del Congreso y tres
quintas partes del Senado para renovar a los miembros. Una situación
imposible de desbloquear si no es con el concurso de los dos principales
partidos estatales. Y aquí es donde el PP tiene pocos incentivos para
moverse: el reparto actual le beneficia respecto a la situación que
tendría si se renovara.
Lapuente reconoce que índices como el de The Economist o
el que hace la misma Universidad de Göteborg no son barómetros
perfectos de la democracia, pero sí que detectan patrones cuantitativos o
cualitativos y acostumbran a coincidir a la hora de clasificar los
estados. Él es responsable directo del European Quality of Government Index (EQI),
elaborado a partir de entrevistas a ciudadanos de los diferentes países
de Europa. La última edición se publicó el año pasado y el estado
español tampoco sale nada bien parado, especialmente Catalunya, que se
sitúa a la cola en cuanto a la percepción ciudadana en diferentes
ámbitos: la corrupción del sector público y la imparcialidad en el
ámbito policial y educativo, entre otros.
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