El día que Dolores Ibárruri liberó a los presos de la cárcel de Oviedo

Se cumplen 86 años del motín que acabó con la excarcelación de los revolucionarios de Octubre del 34.

El día que Dolores Ibárruri liberó a los presos de la cárcel de Oviedo / Diego Díaz Alonso

El domingo 16 de febrero de 1936 España votaba en un clima de polarización sin precedentes. El martes 18 de febrero los periódicos de las izquierdas anunciaban el más que seguro triunfo electoral de las candidaturas del Frente Popular. El miércoles 19 el rumor no dejaba de crecer, se confirmaba la derrota del frente de las derechas y se formaba un nuevo gobierno con Manuel Azaña, de Izquierda Republicana, al frente del Ejecutivo. El jueves 20 los presos políticos de las cárceles de Oviedo y Gijón se amotinaban para reclamar su puesta en libertad. Las prisiones asturianas concentraban el mayor número de presos de la huelga general revolucionaria de 1934. Esperanzados con la idea de una rápida liberación, familiares y compañeros de los encarcelados comenzaban a llegar a las inmediaciones de las cárceles para reclamar al Frente Popular que liberase a los prisioneros. El periódico El Socialista lo contaría así: “A las cinco y media de la tarde se congregaron frente a la Cárcel Modelo unas cinco mil personas, que llegaban de distintos barrios de la ciudad. Se había anunciado que se iba a poner en libertad a los presos”. ¿Era esto cierto?

Foto antigua de la cárcel modelo de Oviedo.

El motín de los presos pillaría en realidad al Frente Popular desprevenido. Al tener noticia del movimiento en las cárceles asturianas, Dolores Ibárruri, recién electa diputada y los dirigentes del PCE deciden buscar a los nuevos diputados republicanos y socialistas. Los comunistas abogan por abrir las prisiones de inmediato, sin esperar a ningún decreto de amnistía del Gobierno. No todos opinan igual.

Pasionaria durante un mitin electoral.

Varios de los diputados electos se reúnen en la casa de uno de los parlamentarios, el médico y exalcalde de Oviedo Luis Laredo, militante de Izquierda Republicana. Allí van a ponerse de manifiesto las divisiones en el seno del Frente Popular entre los partidarios de esperar y los que defienden actuar ya. Deciden entrevistarse con el gobernador militar. Este les dice que solo tiene setenta órdenes de libertad por parte del Gobierno del republicano conservador Manuel Portela Valladares. Del Gobierno militar Pasionaria y otros diputados se dirigen a la cárcel de Oviedo, en la que se habían denunciado torturas en el año 1935 por parte de los presos, y cuyo director huye tras conocerse el resultado electoral. Teme represalias de las izquierdas. Allí el administrador, máxima autoridad tras la desaparición del director, les concede hablar con los presos a través de las rejas. Les exponen la situación. Los presos se niegan a aceptar un indulto parcial.

Cartel del PCE pidiendo el voto para el Frente Popular.

En la calle el clima es tenso. Los guardias que custodian la cárcel temen que se termine produciendo un asalto al presidio por parte de la multitud que lo rodea. Se despliegan dos ametralladoras en la puerta para disuadir de esta posibilidad, que llega a flotar en el ambiente. La comitiva de diputados sale a hablar con las familias y los compañeros de los encarcelados a petición del administrador, que les pide que calmen los ánimos de los que aguardan fuera.

Pasionaria regresa al interior de la cárcel junto a los diputados y el administrador, y allí, ante el vacío de poder de un Gobierno en funciones que no contesta a las llamadas, así como la posibilidad de que la situación en la calle termine de desbordarse y acabe en una masacre de civiles, toma una decisión que siempre recordará como uno de los momentos más emocionantes de su vida: coger las llaves de las celdas de las manos del administrador y asumir ella personalmente la responsabilidad de la liberación de todos los presos, tanto políticos como comunes.

Así lo recordaría en su exilio de Moscú siendo ya una octogenaria en el documental La Vieja Memoria dirigido por Jaime Camino en 1977:

“Ese es el momento, sinceramente, más emocionante de mi vida de combatiente, corriendo yo por los pasillos de la cárcel de Asturias, gritando: ¡Camaradas, todos a la calle! Con las llaves en la mano, abriendo las puertas para que todos los compañeros saliesen a la calle. Bueno, ¡me dieron cada achuchón, cada abrazo! Era una cosa de locura. Y la alegría, en Asturias, era una alegría desbordante. El pueblo, toda la gente en la calle, francamente fue un momento emocionante e inolvidable: la salida de los presos al día siguiente del triunfo del Frente Popular”


400 presos se pondrían en libertad aquella tarde. “Al salir de la cárcel se producían las consiguientes escenas de alegría y júbilo, a las que se sumaba la muchedumbre, prorrumpiendo en vitoree y aplausos” relataba el diario El Sol. “Los presos, acompañados de miles de personas, marcharon por la calle de Vríi, a la plaza de la Constitución, llevando al frente banderas y carteles. La manifestación pasó por delante de varios cafés y establecimientos sin que molestasen a nadie. El público se paraba en las aceras al ver el paso de los manifestantes, que cantaban himnos societarios. Al frente de la manifestación se colocaron varios diputados a Cortes. Al llegar a la plaza de la Constitución, algunos de los dirigentes de los partidos de izquierdas invitaron al pueblo a disolverse, y asi se hizo” informaba el periódico, que también daba cuenta de escenas similares con la salida de los presos de la cárcel gijonesa de El Coto. Unos 300 según el diario gijonés El Noroeste. Al día siguiente, desbordado por la situación que se vivía en las cárceles de toda España, el nuevo presidente del Gobierno, el republicano Manuel Azaña aprobaba por Decreto-Ley la amnistía total.


Fuente → nortes.me

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