Republicanismo, feminismo y luchas obreras en el País Valenciano: proceso y toma de conciencia

 Las mujeres participaban en manifestaciones, mítines, actos culturales y conferencias que se promovían en los casinos y centros republicanos, informaba el periódico El Pueblo. Diario Republicano de Valencia, fundado por el escritor y político Vicente Blasco Ibáñez en 1894.

Republicanismo, feminismo y luchas obreras en el País Valenciano: proceso y toma de conciencia / Enric Llopis

“Por ejemplo, para protestar por los nuevos impuestos que aplicó Villaverde siendo ministro de Hacienda en 1899 o en 1898 ante los desastres de la batalla de Cavite, en la guerra de Filipinas”, subraya la historiadora Llum Sanfeliu (Republicanas y feministas valencianas. Universitat Popular de València, 2018).

La profesora de la Universitat de València añade que mujeres valencianas se movilizaron también en la recogida de firmas para apoyar al escritor francés Émile Zola por el Caso Dreyfus.

A partir de informaciones del diario El Pueblo (mayo 1897), destaca Llum Sanfeliu: “Incluso cuando un grupo de mujeres republicanas decidió crear en 1897 una Asociación General Femenina, posicionarse al lado de la masonería y del libre pensamiento y, sobre todo, implicarse en la causa de la emancipación femenina, el gobernador civil de Valencia declaró ilegal una asociación ‘compuesta exclusivamente por mujeres’ puesto que éstas no tenían ni voz ni voto en la Constitución española”.

La autora de Republicanas: identidades de género en el blasquismo (1895-1910) cita a algunas de las mujeres más representativas de la Asociación: Belén Sárraga; Amparo Alcina; las hermanas Carvia (Amalia y Ana); Emilia Gil; Trinidad Ribelles; María Marín y Ángeles Griñán.

En la sesión sobre Els moviments obrers i republicans, l’embrió del feminisme al País Valencià impartida en la Universitat Popular La Fènix,las investigadoras Carme Bernat y Gemma Martínez remarcaron la importancia de la prensa, el asociacionismo y la educación (con un fin emancipatorio) como ámbitos de movilización de las mujeres republicanas en la última década del siglo XIX e inicios del siglo XX.

La periodista, feminista, activista republicana y miembro de la masonería Belén Sárraga fundó en Valencia el semanario La conciencia libre (1896), mientras que la poeta feminista e integrante de la masonería, Aurelia Mateo, promovió el periódico La X (1889) en Castellón; los dos medios formaban parte de la prensa que, en el estado español, abogaba por el libre pensamiento, difundía el laicismo, la igualdad educativa y rechazaba las quintas (reclutamiento para el servicio militar obligatorio).

Gemma Martínez y Carme Bernat señalan que en Castellón también se desplegaron, en los comienzos del siglo XX, organizaciones de inspiración socialista como El Despertar Femení (Societat de Confeccionadores de Taronja, Espardenyes i Oficis Varis), constituida en 1913 y con más de 5.500 afiliadas durante la guerra de 1936.

El Depertar de Castellón contó en sus filas con líderes como Teresa Sales Beltrán; ejemplo de las luchas de este sindicato fueron las de 1920 y 1921, en el contexto de la paralización de la exportación de naranjas a Europa por la Primera Guerra Mundial. El Despertar Femení, de encajadoras y confeccionadoras de la naranja, mantuvo su capacidad reivindicativa durante la II República.

La historiadora Gemma Martínez forma parte del colectivo Arada de feminismo y memoria Arada, colabora en el periódico La Directa y participa en la Universitat Popular La Fènix. Carme Bernat Mateu es doctoranda en Historia Contemporánea por la Universitat de València, trabajadora de la Educación pública y milita también en La Fènix y Arada.

Comparten sus investigaciones en el Curs d’Història política de les esquerres valencianes organizado por La Fènix, que se celebra entre octubre de 2021 y marzo de 2022 en la Facultat de Geografia i Història de la Universitat de València. El curso, que consta de ocho sesiones presenciales y gratuitas, cuenta con la colaboración del periódico La Directa. En cuanto al colectivo promotor, está integrado por militantes de Arada; Agon. Qüestions Polítiques y el Seminari de Filosofia Política de la Universitat de València. Una de las razones del curso, señalan, es el contenido de la Historia oficial, “un producto de las clases populares contada en la mayoría de los casos por las clases dominantes”.

En la sesión del 3 de noviembre, Gemma Martínez y Carme Bernat destacan, al igual que Llum Sanfeliu, la potencia que cobró en Valencia la Asociación General Femenina (1897), a la que estaba vinculado el periódico Conciencia Libre. “Promovieron una escuela nocturna para mujeres que ellas mismas gestionaban; asimismo tomaron parte en el movimiento pacifista apoyando las primeras conferencias y reuniones internacionales por la paz, y muchas de ellas estuvieron conectadas al librepensamiento y la masonería”, explican Gemma Martínez y Carme Bernat.

Siguiendo el hilo del asociacionismo republicano femenino de finales del siglo XIX, las historiadoras mencionan el Club Republicano Femenino de Alicante, encabezado por Rita Bataller e integrado principalmente por las obreras de la fábrica de tabaco (“cigarreres”). Ya durante los años 40 del siglo XIX se constituyó la Germanor de les Cigarreres, en la que se organizaban las trabajadoras de la Real Fábrica de Tabacos alicantina en la que, recuerdan Martínez y Bernat, “se garantizaban ayudas para la jubilación, la defunción de familiares y servicios sanitarios de forma colectiva”.

Uno de los hitos en la historia de la tabaquera de Alicante se sitúa en 1884, cuando se produjo la primera huelga por el despido de 80 trabajadores, tras introducirse en la fábrica máquinas nuevas; el movimiento de las cigarreras frente a los despidos incluía la protesta ludita (destrucción de maquinaria). En octubre de 1910 se constituyó La Feminista, sociedad obrera de la que formaron parte las cigarreras alicantinas. Casi una década después, trabajadoras de este sector en todo el estado se federaron para tejer lazos solidarios.

¿Hasta qué punto alcanzaron estas reclamaciones obreras? “Las cigarreras iban más allá de las mejoras laborales -subrayan las historiadoras de La Fènix-. Aunque la fábrica y las experiencias compartidas fueron el principal elemento de unión, se preocuparon también de la cuestión educativa, publicaron dos periódicos bilingües, fundaron una escuela de cigarreras y crearon una biblioteca en 1926, con más de 400 volúmenes”.

En el curso de la Fènix y un artículo publicado en La Directa, concluyen: “El primer feminismo republicano del siglo XIX fue interclasista, como también lo fue la cultura política republicana; los límites entre ésta y la cultura política socialista -respecto a la militancia femenina- eran muy difusos”.

En la transición entre las dos centurias, fue significativa la figura de Elena Just, una de las pioneras del feminismo obrero en Valencia. Nació en 1873 en la capital valenciana, en el seno de una familia republicana y librepensadora. Elena Just formó parte de la Asociación General Femenina, estuvo relacionada con la masonería y escribió en los periódicos –La Antorcha Valentina-; también desarrolló una extensa labor pedagógica. Se implicó en las reivindicaciones obreras del textil valenciano. Fundó en 1900, junto a la maestra Carmen Soler, la Sociedad Bien de Obreras, a través de la que negociaron las demandas de la huelga de las hiladoras de Valencia.

Esta huelga (octubre de 1902) fue una respuesta a las miserables condiciones laborales que soportaban, en jornadas de once horas. Así, las mujeres obreras demandaban media hora para el almuerzo y un incremento del salario, que se situaba muy por debajo del que percibían sus compañeros (hombres) de fábrica. “Los dueños de la factoría, situada en la calle Guillem de Castro de Valencia y propiedad de la familia Alpera, se negaron a introducir las medidas”, recuerdan Carme Bernat y Gemma Martínez. En consecuencia, las 150 operarias salieron a manifestarse en las calles, se les unieron 400 mujeres del sector textil y la huelga se prolongó durante un mes.

Contaron, además, con el respaldo de otras sociedades obreras, de modo que se estuvo cerca de la huelga general. Ante la fuerza del movimiento, los patrones tuvieron que aceptar –finalmente- las dos principales reivindicaciones de las hilanderas (sobre al almuerzo y salarios), aunque se mantuvo una sustancial brecha entre los sueldos: cobrarían la mitad que sus compañeros de fábrica. En los ejemplos de organización y lucha expuestos, así como para las mujeres que los promovieron, Bernat y Martínez trazan un hilo conector: “El feminismo y el republicanismo o socialismo eran, para ellas, lo mismo: instrumentos de emancipación y liberación”.


Fuente → rebelion.org

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