No a pocos habrán sorprendido que la Ministra de Defensa, Margarita Robles, tan comedida y cauta que va dando lecciones en cuanto a las decisiones colegiadas del gobierno, de pronto haya mostrado un espíritu guerrero y sin mediar consulta en el ejecutivo, manifestara la disposición de España de mandar tropas bajo el mando de la OTAN a la zona del conflicto fronterizo Rusia-Ucrania.
Más tarde, el Ministro de Exteriores y el propio Presidente del Gobierno, intentando no desautorizarla, aunque sí lo han hecho, se han desmarcado del fulgor militarista de la Ministra de Defensa, mostrándose más cautos anteponiendo la diplomacia y el diálogo a cualquier otra iniciativa en el conflicto.
Con ocasión del debate suscitado por las manifestaciones del ministro Garzón sobre las macrogranjas y la calidad de la carne que allí se producen, Robles corrigiendo incluso a las ministras socialistas que pretendieron enmarcar las declaraciones del Ministro de Consumo en el plano personal, dijo que un ministro no tiene opiniones personales, que hay que tener más cultura institucional y que cada uno debe saber si con declaraciones contribuye a la estabilidad o no del Gobierno.
Ante todo esto, cabe preguntarse ¿a qué estabilidad del Gobierno ha contribuido la Ministra de Defensa cuando deprisa y corriendo mostró la disposición de mandar tropas a la zona del conflicto?
¿Ha demostrado en ello, la ministra, cultura institucional?
Todo nos hace pensar que ni lo uno ni lo otro, es más, la ministra ha sido sutilmente desautorizada, con la misma sutileza que se pretendió desautorizar a Garzón, aunque este demostró, entre otras cuestiones, que lo que dijo era algo que constaba en el acuerdo de gobierno por lo que el presidente, ministras y presidente autonómico del PSOE tuvieron que recoger vela y envainárselas. Algo que Robles no podrá emular, ya que difícilmente podrá demostrar la unanimidad en el gobierno en el conflicto ruso-ucraniano, ante las manifestaciones de rechazo de Unidas Podemos al respecto.
La Ministra de Defensa se pasó de frenada, un resbalón no gratuito, muy probablemente haya estado condicionado con otro aspecto de nuestra política exterior. La crisis con Marruecos está entre los motivos del enérgico respaldo de España a EEUU en Ucrania, en un intento de sumar apoyo ante nuestro vecino del sur. De ahí que el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se haya ofrecido como aliado preferente a EE.UU. en el conflicto, algo que Marruecos consiguió ser considerado durante la administración Trump.
Si, tal como dice el Ministro de Exteriores, Albares, la política exterior de España la marca el Presidente del Gobierno, y si este es presidente gracias a un acuerdo con Unidas Podemos, todo nos hace pensar que la decisión ante el conflicto ucraniano debería ser consensuado con la otra parte del Gobierno, por lo que la Ministra de Defensa, resbaló de forma desmedida, cometiendo todo lo que censuraba a Garzón en sus manifestaciones. Esto es, no demostró tener cultura institucional ni ha mirado por la estabilidad en sus declaraciones. Como consolación le han permitido mandar una fragata al Mar Negro a unas supuestas maniobras de la OTAN.
Sin temor a equivocarnos, usando términos futbolísticos, podemos decir que la Ministra de Defensa se ha metido un gol en propia meta. Y desde la grada le gritan: ¿Ministra qué no entendiste de aquello de “No a la guerra”? Y en boca cerrada no entran moscas.
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