¡Nos roban!

 ¡Nos roban!

A consecuencia de sus malas inversiones y peor gestión de riesgos, la banca española tenía un tremendo boquete en sus cuentas en activos asociados al ladrillo (hipotecas y los mismos inmuebles), con un valor de mercado deteriorado que, de trasladarse a libros, pondría en compromiso su solvencia.

Pero implacable con el débil pero solícito con el poderoso, apareció papaíto Estado para sacarle a los bancos las castañas del fuego. En 2012, los bancos tenían un montón de mierda inmobiliaria en su balance. Diez años después, se confirma el latrocinio y, con un pase de varita mágica, ahora la mierda (y su deuda asociada, pues a cambio le dimos a los bancos dinero bueno) está en poder de los contribuyentes.

¡ESTO ES UN PUTO ROBO! Pero un robo de proporciones descomunales, con consecuencias sistémicas para el devenir de la economía española, endeudada hasta las trancas para salvar a la banca, que es tanto como decir salvar las inversiones de sus accionistas y bonistas con el dinero del puto currela.

No quiero hablar más del tema, ya he hablado suficiente de la Sareb y me siento reivindicado en todo lo que dije (tampoco había que ser muy listo para saber que comprarle al frutero las cajas de frutas podridas era ventajoso para el frutero, sin duda, pero ruinoso para el primo que las comprara).

Sólo quiero expresar mi enfado mayúsculo por el esperado desenlace, y de cómo se ha usado el dinero de mis impuestos (pasados y, sobre todo, futuros) para que una banca dirigida por necios y corruptos no asumiera las consecuencias de sus estúpidas decisiones.

El prestidigitador, más bien trilero, que cambió la bolita de la deuda de caperuzo, debería recibir la pena máxima que contemple el código penal por el inmenso daño que ha hecho al patrimonio público. Un mínimo de cincuenta mil millones de euros que ha costado al Estado español (sí, de esa misma España que luego besuquean su banderita) el rescate bancario. Con ese dinero se podrían haber hecho muchas cosas. Su carencia provoca pobreza, sufrimiento y muerte en muchos españolitos. Mi vecino murió comido por el cáncer porque no había número para el quirófano, con un sistema público de salud desbordado, mientras la hija de otra vecina se fue con su investigación a Suiza, porque aquí no había dinero para proseguirla. Precisamente sobre oncología.

Con dinero se compran sonrisas y voluntades, se compra el tiempo, el sudor y la misma vida de las personas, el dinero vale, es dinero porque tiene valor. Y 50.000 M€, en la escala española, es mucho dinero. Mucho, mucho dinero. El aeropuerto de Castellón costó 175 M€. A Cidade da Cultura, 450 M€ (al menos el aeropuerto se sabe para lo que sirve). La línea de AVE a Barcelona, un pellizco menos de 9.000 M€. Otro tanto la gallega.

INCISO: ¿Qué, bazofia política galega? ¿Qué, escoria periodística provinciana? Ya tenéis vuestra mierda de trenecito volador funcionando, por el que tanto habéis clamado unos y otros. Ahora supongo que se cumplirán vuestros vaticinios y Galicia, por fin, saldrá de su secular atraso. ¿Verdad, grandísimos hijos de puta? Ya hay autovías, tres aeropuertos y, finalmente, el AVE. Todos ellos requisitos indispensables para que la economía gallega por fin remontase el vuelo y la sociedad gallega dejase de perder efectivos, con los más formados largándose a vivir a otros horizontes. Bueno, pues quiero ver ese despegue económico que habéis preconizado, pues ya no quedan más excusas ni agravios comparativos que aducir.

Basura.

Perdonad la digresión; continúo. O mejor, cierro. Es que ya no sé qué más decir, pero quedarme callado ante tamaña exacción, rapiña, saqueo me es imposible. La derecha la perpetró, y la neoizquierda ladró un poquito para salvar las formas. Como con la coronación del Felipito, en vez de poner en tensión todo su músculo social y poner a la calle en pie de guerra para evitar este bandidaje (como lo hacen tan preocupades y consternades por el mansplaining y el manspreading, el gender gap y nos están matando), pues la respuesta debe ser proporcional a la agresión, se limitaron a hacer un par de declaraciones con su cara de circunstancias. Traición, a España los primeros y a España y la clase trabajadora, con la que la derecha no tiene ningún compromiso pero a la izquierda se le presupone, los segundos. ¿Qué pena merecen los traidores?

¿Qué pena entonces merece el muñidor, el ministro que diseñó el plan del saqueo al patrimonio público? El trilero de Lehman que ahora encima disfruta de una dignidad en el Banco Central Europeo, el mismo que decía que ganaríamos dinero con el banco malo. ¿Por qué coño todos tenemos que pagar por nuestros errores, pero sobre los gestores públicos pende una aureola de impunidad?

Insisto ¿cuál sería la pena, el castigo proporcional por trasvasar 50.000 M€ de dinero público a manos privadas, si la justicia fuese justa y, por lo tanto, el castigo proporcional al delito?

Lo que tendría que concluir con un linchamiento, acaba como anécdota económica con menor relevancia que los fichajes de los clubes de furbo en el mercado de invierno.

TODO PUEBLO TIENE NO MENOS DE LO QUE MERECE, SI ACASO MÁS PERO SÓLO DE FORMA TEMPORAL.

***

P.S: Y no, no había que salvar a la banca a toda costa. La economía española podría seguir funcionando perfectamente tras el colapso (parcial e incluso absoluto) de su banca patria, de la misma forma que podemos seguir repostando combustible sin (apenas) producir petróleo o comprando artilugios electrónicos que no tienen ni un solo componente producido al Sur de la cordillera pirenaica. Los activos de las sociedades que colapsen garantizan el pasivo (los depósitos) con creces, y aunque no quedara ni un asqueroso banco en pie los servicios bancarios podrían ser prestados por otros bancos europeos muy gustosamente. Igual que otros mil productos y servicios en los que no somos capaces de autoabastecernos, no veo dónde está la novedad. De hecho, si de algo peca la economía española es por una banca hipertrofiada en relación al volumen del conjunto de la economía, así que la desaparición de buena parte de las entidades sería una muy buena noticia para reconstruir una economía productiva sobre pilares sólidos, y no desviar recursos a la especulación inmobiliaria y financiera. Excepto para sus accionistas y bonistas, claro. Entre ellos peces gordos con línea directa con cualquier ministerio.

Malditos.


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