Memoria e invención del presente

Es importante no confundir la historia con el legítimo papel social y político de la memoria. Las brujas catalanas del siglo XV no eran de la CUP

Memoria e invención del presente
Salvador Cardús Ros

Dos hechos recientes casualmente coincidentes en el tiempo me permiten hacer una reflexión sobre en qué consiste esto de hacer memoria en el plano político y social. Me refiero, por un lado, al discurso que el rey de los españoles ha hecho en Puerto Rico sobre la colonización de ese país. Y, por otra parte, a la propuesta de resolución del Parlamento sobre “la reparación y restitución de la memoria de las acusadas de brujería”. Una coincidencia de ambos eventos en la misma semana que lo ha sido también en la referencia a unos mismos siglos. Y si bien el primero ha reivindicado el valor de las circunstancias de ese período mientras que el del Parlamento se ha hecho para abominar, el ejercicio de rememorar se fundamenta en ambos casos en un mismo tipo de proceso social. Veámoslo.

Recordemos primero las ideas clave de los dos relatos. En Puerto Rico, y sin despeinarse, Felipe VI ha reivindicado la memoria de la colonización como portadora de la lengua, la cultura y la religión, como si no hubieran tenido los tainos que descubrieron y que rápidamente extinguieron . Y, en la cima del enfervorecimiento colonizador y genocida, le ha atribuido haber aportado las bases del derecho internacional y, tómese, “la concepción de los derechos humanos universales”. Esto, en una isla poblada por diversas lenguas, culturas y creencias desde, al menos, 3.000 años aC, pero fundada por la Corona de Castilla en 1493 con fines tan honorables como los mencionados por el Borbón.

En el caso de la propuesta del Parlamento de Cataluña, el objetivo también ha sido hacer memoria, para "repararla" y "dignificarla", de las más de setecientas mujeres acusadas de brujería, ya veces condenadas a muerte, en Cataluña a partir del siglo XV. Según la exposición de motivos de la diputada Basha Changue Canalejo, de la Candidatura de Unidad Popular - Un Nuevo Ciclo para Ganar, también expresados ​​en el Parlamento sin reparos, no se trata sólo de condenar una “sociedad misógina”, sino que deberíamos entender a las brujas como un modelo de “resistencia anticapitalista” cuando “la ciencia y la tecnología se ponían al servicio de un nuevo patriarcado”. Así, según la diputada, la cacería de brujas no es cosa del pasado, y la forma de reparar su memoria “es mantener una práctica anticapitalista, socialista, ecologista, antirracista y feminista”.

¿Tienen algo en común los dos discursos? En primer lugar, y desde el punto de vista sociológico, hay que entender que hacer memoria es un ejercicio intelectual de reinterpretación del pasado realizado desde el presente y según un proyecto de futuro. En ambos casos, pues, se trata de un proceso que revisa y se apropia del pasado exaltando o condenándolo con las categorías morales e ideológicas del momento presente, para darle un sentido concordante con la ideología de quien la propone, para proyectar hacia el futuro el modelo social que defiende.

Hacer memoria , en segundo lugar, no sólo va de acumular recuerdos, por exhaustivos y precisos que sean, sino que exige el olvido de lo discordante para poder construir un relato consistente con el proyecto ideológico defendido. Es cierto que el discurso del Borbón, además de los graves olvidos, también falsea e inventa los hechos, pero en el caso del Parlamento, quizás sin falsear los hechos pero también olvidando los que no encajarían, se les atribuye anacrónicamente unas categorías políticas y morales que no tenían en su momento. La reivindicación de la memoria de aquellas mujeres, indiscutiblemente perseguidas, más que un ejercicio de reparación del pasado, lo es en favor de la defensa de una determinada ideología de presente. No es tanto un acto simbólico de reparación del pasado, en suma, como un acto eficaz de adhesión a una ideología de presente.

Por último, desde mi punto de vista, es importante no confundir el papel de la historia como ciencia social con el legítimo papel social y político de la memoria social. La historia puede aportar rigor a la memoria social para evitar la manipulación chapucera de los hechos, como hemos visto que ha hecho un Borbón que no esconde, sino que reivindica, su actual vocación colonizadora. Pero la legítima invención de una memoria social, que tiene derecho a querer redimir un pasado ignominioso reinterpretándolo, debe procurar no pasarse de frenada haciendo pasar buey por bestia gorda. Si puedo decirlo irónicamente, las brujas catalanas del siglo XV no eran de la CUP.


Fuente → LRP.cat

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