Anuncia la ministra de defensa el envío de barcos y aviones de guerra a la frontera oriental de la OTAN y nos da a entender que se trata de una respuesta ante una previsible preparación por parte de Rusia de una nueva guerra.
Convendría saber que los barcos y los aviones de guerra anunciados no son sino un adelanto de fecha respecto de las misiones de injerencia militar en las que España, junto con sus otros socios camorristas de la OTAN ya andan involucrados hace años.
Es decir, barcos y aviones iban a ser enviados de todos modos, aunque se supone que no había previamente ninguna guerra, igual que se supone que esto es un nuevo escenario, una nueva guerra.
España lleva participando en la preparación de la guerra y en la estrategia de escalada de tensión de la OTAN y Rusia desde hace mucho tiempo, al igual que participa en otros múltiples escenarios de conflicto militar más, distribuidos por medio Sahel, por todo Oriente Medio, Europa oriental y, por abreviar, por cualquier lugar donde se ofrece la oportunidad de poner una pica militar.
Porque la política militar española consiste en eso: en la preparación de la guerra como actividad lucrativa y de adiestramiento para nuestro ejército, como modo de pintar algo nuestra desgastada clase gobernante en el concierto de las naciones, donde, fuera del deporte-espectáculo y hacer de mamporreros, no somos reconocidos por actividades más solidarias y positivas, y como nicho de negocio para que otros países nos compren armas.
Por supuesto, en el nuevo episodio de escalada militar, el PP ha dejado su política de improperios y se ha alineado en apoyo del envío de militares. ¿Se han fijado que en política de defensa PP y PSOE no discrepan y vienen haciendo lo mismo (Puertas giratorias inclusive) desde hace décadas? ¿No les dice algo esta hermandad?
Y qué dice la (despistada) izquierda del PSOE. Pues lo que llevan diciendo desde siempre: nada, o casi nada. OTAN NO.
El drama de la izquierda más allá del PSOE y que ahora apoya las políticas militares del PSOE es que, en el fondo, participan, por resignación o por convicción, de la idea de que no se puede aspirar a más que a abrazar un lema nostálgico y airearlo de vez en cuando, sobre todo si puede pescarse algo a río revuelto, pero sin hacer demasiados aspavientos porque en el fondo no tiene propuestas propias de cara a las políticas de defensa y seguridad.
Esa izquierda no tiene un modelo alternativo de defensa y seguridad al del PP y el PSOE. De hecho, no tiene ningún modelo de defensa y seguridad y consideran que esas cosas son cuestión interna de los militares y es mejor no tocarlas, no vaya a sulfurarse el ogro.
Y si no, juzguen ustedes. ¿Cuál es la oferta electoral que, cuando se llamaban Izquierda Unida, o PCE o la actual en sus diversas formaciones, tiene esa izquierda en materia de defensa? ¿Cuál su línea de trabajo en el control político a la política de defensa en la Comisión de Defensa del Congreso? ¿Cuál su postura ante la petición de «carga de trabajo» que pide Navantia y los sindicatos amarilleados para hacer barcos de guerra destinados a países canallas? ¿Cuál su papel en el Consejo de ministros cada vez que va a éste una propuesta de créditos para armas o de cara al gasto militar?
Se lo resumo en pocas líneas: aumentar el sueldo de los militares, desagraviar a los soldados de más de 45 años que los pobrecitos acaban contrato y no les permiten reengancharse más, legitimar el intervencionismo militar pero eso sí, con autorización de la ONU o de la UE y, por supuesto, mirar para otro lado ante los endémicos males de nuestro militarismo: gigantismo de efectivos y estructuras militares, desmesura del gasto militar y de la deuda ilegítima por programas de armas de agresión, enfoque intervencionista del ejército, sumisión a los intereses militares de la OTAN la UE y EEUU, militarismo ideológico y securitización de todas las políticas posibles, una industria militar agresiva y que sirve a la escalada de armamentos y puertagiratorismo político-militar-industrial descarado.
Es sabido que en materia de defensa y seguridad la gente del común nos mantenemos en la minoría de edad. A la información panegírica y sesgada que ofrecen los que dirigen esta política se une en empeño en el adoctrinamiento en torno a las ideas rancias del militarismo y la falta de debate público sobre aspectos tan fundamentales como qué quiere la gente defender, cuál son las amenazas para nuestra seguridad humana y cuáles los medios para lograrla, la propia racionalidad y necesidad del ejército y las posibilidades y alternativas que existen al respecto.
Fíjense qué casualidad. Releo ahora un ejemplar de hace cuarenta años del a Revista Oveja Negra, editada por uno de los colectivos del antimilitarismo de aquellos tiempos, titulado «Contra la OTAN y el militarismo». Allí se reprochaba a la izquierda parlamentaria más allá del PSOE de lo mismo que yo ahora: «la izquierda parlamentaria, fiel devota de la lógica de la defensa armada, en su posición a la OTAN no ha hecho sino dar retoques populistas aceptando la misma lógica de defensa que el gobierno» y «...para el PCE, su oposición, que no ha carecido de brillantez, tampoco ha presentado una alternativa coherente de defensa» o, al referirse al argumento del gasto militar que esgrimía como motivo de oposición a la OTAN, «. . . pero tomarlo en serio significaría poner punto final a los presupuestos de defensa, renunciar a un ejército profesional bien equipado, a una industria pesada militar, . . . a lo cual el PCE no ha dado ninguna muestra de estar dispuesto. Lejos de ello, por su política interna, busca estar a bien con el ejército sin mostrar oposición . . . ».
Han pasado cuarenta años y seguimos donde estábamos. O peor, porque desde entonces a nuestros días España ha participado en más de 100 conflictos militares donde no se nos había perdido nada bueno, ha gastado en estos más de 18.000 millones de euros y ha enviado a ellos tropa que, sumada, acumula más de 130.000 efectivos, sin contar con el enorme dispendio de una deuda militar monstruosa, un gasto militar opaco y disparado que detrae recursos necesarios para cubrir las necesidades sociales despreciadas y la contribución al rearme mundial con una industria militar mimada, subvencionada y apoyada por el poder.
Todo un lujo para que, además de protestar por el envío de tropas al conflicto OTAN-Rusia (tropas que ya estaban comprometidas de antes y que la izquierda a la izquierda había consentido en sus dos años de gobierno), esa izquierda que no quiere ser demanda por el consenso PPSOE ofrezca algo más y distinto que eslóganes, postureo y oportunismo.
Fuente → grupotortuga.com
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