El Altozano como lugar de memoria: los sucesos de Trebujena de 1905

El Altozano como lugar de memoria: los sucesos de Trebujena de 1905 / José García Cabrera

En las páginas de presentación del monográfico número 13 de la revista Kamchatka. Revista de análisis cultural (2019), titulado “Topografías de la memoria: de usos y costumbres en los espacios de violencia en el nuevo milenio”, sus coordinadoras, las profesoras Marisa González de Oleaga y Carolina Meloni, se preguntaban cómo explicar [la] necesidad de señalizar espacios de memoria. Podríamos pensar que se trata de una necesidad colectiva –la de contar con relatos sobre el pasado– para poder imaginar el presente y el futuro.

Comparto desde luego esa idea de que los pueblos necesitan elaborar, transmitir, contar en definitiva con esos relatos del pasado para poder explicarse. En las páginas que siguen escribo sobre uno de esos relatos del pasado de nuestro pueblo que está relacionado con unos hechos violentos y luctuosos y con un lugar de Trebujena, la actual Plaza del Altozano, que durante 27 años se mantuvo y fue visto por una gran parte de su población, sobre todo por su población trabajadora, como un lugar de memoria por la carga simbólica que para ellos poseía. Desde el año 1909 hasta julio de 1936 este lugar al que nos referimos siguió ostentando ese valor simbólico como lugar de memoria, hasta que su continuidad como tal fue interrumpida violentamente por las fuerzas de las armas a partir del 20 de julio de este último año, fecha en la que Trebujena fue tomada por tropas rebeldes procedentes de la cercana ciudad de Jerez enviadas por el comandante militar golpista de esa plaza Salvador Arizón Megías.

José Cabral Beato, líder del republicanismo local. Tomada del libro de Antonio Mesa Jarén Trebujena. Aproximación a su historia.

Antes, en 1925, durante la Dictadura de Primo de Rivera, ya había habido una propuesta del concejal de la Unión Patriótica, y maestro nacional, Felipe Lamadrid de suprimir el nombre de Juan Diego Pazos que desde 1909 llevaba el Altozano, algo que no se consiguió por la decidida reacción de los republicanos, sobre todo del líder local del republicanismo trebujenero José Cabral Beato. (Diego Caro Cancela: Republicanismo y movimiento obrero. Trebujena, 1914-1936, p. 100 y 198-200)

¿A qué relato nos estamos refiriendo?

Nos referimos a los sucesos que tuvieron lugar en un colegio electoral situado en la entonces Plaza Marqués de Mochales y hoy Altozano durante la jornada electoral del 10 de septiembre de 1905, un lugar que cuatro años más tarde un ayuntamiento de composición republicana en su mayoría renombró con el de Juan Diego Pazos. Esos acontecimientos que son los que dan pie a estas páginas terminaron con la muerte del trabajador de campo Juan Diego Pazos Domínguez por disparos realizados por la Guardia Civil, además de dos vecinos más heridos también por disparos, un hombre llamado Diego Tejero Rodríguez con una pierna atravesada por un balazo y la vecina Mª del Carmen Valenzuela herida igualmente de bala en un brazo, y con al menos otros siete obreros encarcelados, encausados y procesados en un procedimiento judicial militar acusados de agresión contra la Guardia Civil, causa que fue vista y sentenciada en un consejo de guerra que celebró sus sesiones en el cuartel de Santa Elena en la ciudad de Cádiz en. Según el periódico El Imparcial en estos incidentes resultó también herido de una pedrada en la cabeza el guardia civil Antonio Ramos (El Imparcial de 13-9-1905, p. 2) La gravedad de estos hechos motivaron que al día siguiente de los mismos presentabra su dimisión alegando razones de salud el alcalde Juan Ceballos, tal vez pensando que de esta manera podía eludir las responsabilidades que de ellos pudieran derivarse. (Antonio Mesa Jarén, Trebujena. Aproximación a sus historia, p. 127-128)

Moreno Mendoza, la semana del 27 de mayo de 1916.

El contexto político en el que se producen estos incidentes es el de una situación previa en que la influencia de las ideas del republicanismo en Trebujena, y en la zona, sobre los trabajadores se ha incrementado de la mano de Manuel Moreno Mendoza y de los líderes locales republicanos. Con estos antecedentes políticos en el pueblo llegan las elecciones de diputados a Cortes de septiembre del año 1905. Para este tipo de elecciones a cortes la provincia de Cádiz estaba dividida en dos circunscripciones electorales, la de Cádiz y la de Jerez de la Frontera. Trebujena estaba incluida en la de Jerez, formando también parte de ella, además de la ciudad matriz, otros nueve municipios. En la circunscripción de Jerez sería la primera vez que los republicanos se hicieron con la mayoría de votos en tres de esos municipios. En Trebujena, Chipiona y la propia ciudad de Jerez ganó la candidatura antidinástica y republicana que representaba el jerezano Amalio Saiz de Bustamante. (Ver Diego Caro Cancela: Republicanismo y movimiento obrero. Trebujena, 1914-1936, pp. 27-51 y su artículo “La palabra al servicio de la organización. La prensa obrera republicana de Jerez de la Frontera, 1899-1914”)

Para llevar a cabo este relato nos hemos servido principalmente, aunque no solo, de cierta prensa nacional de los años 1905 y 1906 que se hizo eco de los sucesos que ese día se desencadenaron en Trebujena con tan fatales consecuencias.

Los detalles de los hechos ocurridos en la jornada electoral de 10-09-1906

Hasta ahora, que sepamos, han sido varios los historiadores o investigadores, casi todos de Trebujena o relacionados con ella, que se han referido a estos sucesos de septiembre de 1905. En primer lugar, el historiador Javier Tusell en su conocida obra Oligarquía y caciquismo en Andalucía (1890-1923) del año 1976 se refiere a los mismos afirmado que estos se produjeron cuando la Guardia Civil trataba de dispersar a un grupo que se había situado en actitud levantisca delante de los colegios y se produjo un choque con el resultado de un muerto, sin entrar en más detalles ni en las causas últimas del choque. (Obra citada antes, p. 201)

Por su parte, Antonio Mesa Jarén (presbítero de la localidad fallecido hace algo más de año y medio y para quien quiero tener un recuerdo especial), en su obra Trebujena. Aproximación a su historia publicada en 1991, sin entrar tampoco en muchos detalles sobre lo sucedido recoge básicamente lo afirmado por Javier Tusell, aunque añadiendo en su caso que “el tumulto” se había producido por las irregularidades que se habían cometido en esas elecciones de 1905 y que los disparos de la Guardia Civil tuvieron lugar cuando el obrero Juan Diego Pazos lanzó un ladrillo a uno de los guardias civiles, aunque sin entrar tampoco en otros aspectos sobre lo sucedido. De otro lado, el historiador Diego Caro Cancela en su libro sobre Trebujena Republicanismo y movimiento obrero. Trebujena (1914-1936), publicado en 1991, insiste también en la idea de que el fraude en esas elecciones celebradas en la localidad provocó una manifestación, interviniendo la Guardia Civil con el resultado un muerto y dos heridos, remitiendo igualmente a Javier Tusell.(Obra citada para Diego Caro, p. 28)

Finalmente, el historiador Luis Caro Romero, en su trabajo sobre la localidad titulado Trebujena 1936. Historias de la represión, editado en 2010, recoge las mismas ideas acerca del fraude en esas elecciones y que la Guardia Civil mató en el Altozano a Juan Diego Pazos cuando protestaba junto con otros. En este caso se añade algo nuevo: que el presidente de la mesa electoral situada en el Altozano no quería reconocer la mayoría de votos republicanos en esa mesa electoral. (Obra citada para Luis Caro Romero, p. 40.)

Eso es todo lo que hasta el momento conocíamos sobre estos hechos que terminaron con un trabajador muerto a causa de los disparos de la Guardia Civil. Nada conocíamos de los detalles de los mismos: cómo se originaron los incidentes, por qué se llamó a la Guardia Civil para que acudiera al colegio electoral, quién la llamó, si hubo provocación, quiénes fueron los dos vecinos heridos también en la refriega con la Guardia Civil… Nada sabíamos tampoco sobre esos siete vecinos detenidos y que serán juzgados en consejo de guerra acusados de agredir a la Guardia Civil, como ya se indicó más arriba.

La consulta de la prensa nacional y de la zona de los años 1905 y 1906 año nos ha permitido, creemos, conocer en gran medida no solo esos detalles, hasta ahora desconocidos como decimos, a través de un testigo presencial de los mismos, sino además las graves consecuencias que estos sucesos tuvieron para otros trabajadores de Trebujena a las que nos referiremos más adelante.

Comencemos con esos detalles.

Uno de los interventores republicanos que se encontraba ese día en el colegió electoral informaba unos día más tarde de lo ocurrido al Diputado republicano José Marenco Gualter acerca de cómo se sucedieron los acontecimientos que terminaron en un tumulto de consecuencias tan dramáticas: en la sección electoral 3ª ubicada en la Plaza del Altozano, entonces llamada Marqués de Mochales, se había concluido ya el escrutinio de los votos. Los representantes republicanos autorizados ante el colegio electoral solicitaron repetidamente al presidente José Galán Caro que tal como prevenía el artículo 54 de la ley electoral vigente fuera expuesta al público una certificación con los resultados del escrutinio y le entregara otra a ellos, tal como también se recogía en el mencionado artículo, algo a lo que el citado presidente electoral se negó con negativas estúpidas e injustificadas pues la jornada electoral y la votación habían transcurrido de manera pacífica y sin ninguna incidencia.

El motivo de esta negativa no era otro que el clarísimo triunfo de la candidatura republicana y el varapalo sufrido en Trebujena por los candidatos caciquiles: 154 votos había obtenido el candidato republicano, 61 el Duque de Almodóvar del Río, algunos menos que este había recibido el Marqués de Mochales, 7 otros diversos candidatos y un solo voto el candidato Diego Gómez del Valle. La negativa del presidente de la mesa obedecía a ganar tiempo para que la Guardia Civil a la que, sin motivo que lo justificase, había llamado, penetrara en el colegio electoral y lo desalojara violentamente, “a fuerza viva” como lo hizo.

Mientras tanto, el presidente Galán Caro seguía sin acceder a las continuas peticiones de los interventores republicanos para que suspendiera la orden que había dado a la Guardia Civil y para que le ordenara retirarse. En esta situación, sin saberse muy bien cómo ocurrió, después de desalojar y echar a la calle a uno de los grupos de vecinos que allí se habían congregado, salió la pareja de la Guardia Civil también al exterior, oyéndose seguidamente varios disparos, gritos y carreras, momento en que alguno de los que habían quedado dentro del colegio electoral cerró la puerta. Dentro quedaron los miembros de la mesa electoral, algunos interventores y varios electores, que indignados censuraban increpaban al presidente José Galán Caro por esta provocación y ser el responsable último del conflicto planteado. (Periódico El Guadalete de 13-9-1905, p. 1)

Para el periódico Las Dominicales. Semanario Librepensador de la Federación de Librepensadores de España, Portugal y América, lo que había sucedido en Trebujena estaba claro: en estas elecciones de septiembre de 1905 lo que había ocurrido fue sencillamente que los trabajadores, influenciados desde algunos años atrás por las ideas republicanas, se habían movilizado en esta ocasión y acudió a llenar las urnas de papeletas de papeletas republicanas, y "viéndose perdido el cacique, inventó una de esas maniobras infernales por los de su calaña en uso para simular un desorden y hacer que interviniese la Guardia Civil. Los efectos fueron terribles: la sangre tiñó las calles, un infortunado obrero cayó herido de muerte para no levantarse más" (Las Dominicales de 10-11-1905, p. 1) El propio semanario dejaba clara la ascendencia del republicanismo entre la clase trabajadora de Trebujena y el arraigo de esas ideas en ellos, ya en esos años, cuando en un suelto de esa misma edición indicada titulado ¡Pobres obreros! se refería a Trebujena con estas palabras: "Es Trebujena una población andaluza honor de aquella tierra por su espíritu de libertad y su lealtad republicana".

Terminada la refriega el resultado fue el que ya hemos adelantado más arriba. El interventor republicano presente en el lugar de los acontecimientos terminaba el resumen de lo ocurrido dirigido al diputado republicano más arriba citado con estas palabras que reproducimos porque pensamos que revelan muy claramente el mecanismo distorsionador electoral del que se valía la práctica caciquil:

"…sepan los verdugos de Trebujena que la generosa sangre derramada por aquellas infelices víctimas servirá para regar el árbol santo a cuya sombra se escriban las leyes democráticas que rediman a los pueblos de la tiranía del caciquismo, borrando de nuestros códigos las bárbaras disposiciones que permiten a cualquier autoridad subalterna obligar a un instituto armado a que haga fuego sobre la muchedumbre indefensa que solicita el cumplimiento de la ley. El día que la ley electoral contenga un artículo diciendo que la Guardia Civil lejos de obedecer al presidente de una mesa que le mande imponer a tiros una iniquidad que aquel cometa le debe obligar a una reparación inmediata o llevarlo a la cárcel, se habrá dado un paso de gigante para obstruir la ferocidad de los caciques…" (El Guadalete de 13-9-1905, p. 1)

Para la prensa nacional conservadora que también se hizo eco de los sucesos de Trebujena del día 10 de septiembre de 1905, para la Guardia Civil y para la primera autoridad gubernativa provincial, en Trebujena solo habría ocurrido lo que tenía que ocurrir: Así, el periódico Siglo Futuro. Diario católico recogía en su edición del 15-9-1905 la descripción que con trazos gruesos y maniqueos había redactado el teniente coronel de la comandancia de la Guardia Civil de Cádiz para su envío, primero, al Gobernador Civil de la provincia y su posterior remisión al Ministro de la Gobernación. Así era recogida resumidamente en este periódico católico:

"… deduciéndose que la Guardia Civil fue requerida por el presidente de un colegio, que se produjo un tumulto de gravísimos caracteres, agrediendo estos amotinados a la Guardia civil, a la voz de "vamos contra ellos, que son pocos… Fue herido un guardia y caído al suelo otro, por haber sido herido el caballo que montaba; el cabo comandante del puesto de Trebujena mandó hacer fuego al único guardia que le quedaba, si bien después dispuso de otro que acudió desde la casa cuartel al oír los disparos>".

Por su parte el periódico corporativista militar y ultraconservador La Correspondencia Militar en su salida de 15-9-1905 se refería a aquellos incidentes que ocasionaron la muerte del trabajador trebujenero Juan Diego Pazos Domínguez en los siguientes términos:

Advertía este diario que todo lo ocurrido en Trebujena y en otros lugares "ha servido de provechosa lección haciendo ver que hay que dejar a un lado la tan decantada prudencia y recordar que el reglamento [de la Guardia Civil] dice que el guardia haga uso de sus armas cuando se vea ofendido por otras o sus palabras no hubieran bastado. En Trebujena también los revoltosos agredieron a la Benemérita, queriendo imponerse al ver que solo eran cuatro hombres, y esta los escarmentó con la necesaria energía para que la cosa no pasara a mayores (…) Eso es lo mejor, no solo porque acabarán las agresiones, sino que así las autoridades procurarán no emplear con tanta frecuencia a la Guardia Civil dentro de las poblaciones (…) La Guardia Civil al verse agredida hace bien en adoptar esas medidas enérgicas ". En definitiva, máuser y “tente tieso”.

Siete obreros trebujeneros, encausados y juzgados en consejo de guerra acusados de agresión a la Guardia Civil

Pero las repercusiones de estos acontecimientos violentos acaecidos en Trebujena en 1905 no terminaron para la población con el entierro del obrero republicano, el cual, por otro lado, se llevó a cabo con una asistencia masiva y sin que se produjera ningún tipo de incidentes. Por parte del Gobierno se quiso llevar el castigo y las represalias hasta el fin y aprovechar este incidente para dar un escarmiento al movimiento republicano de la localidad y de la zona, que empezaba a dar muestras de vitalidad y de una activa organización política debido a su creciente ascendencia sobre la población trabajadora. Como ya se apuntó al principio, siete trabajadores trebujeneros fueron acusados de agresión a la Guardia Civil por estos hechos y desde el día 12 de septiembre fueron siendo detenidos y conducidos de cárcel en cárcel, en tránsito hacia la capital de la provincia donde finalmente serían sometidos a un consejo de guerra.

En la noche de ese día citado eran detenidos, esposados y conducidos hasta Sanlúcar por la Guardia Civil tres de ellos, acusados de ser algunos de los supuestos autores de la agresión a miembros de ese instituto armado. Eran los trabajadores Esteban Rodríguez Garrido, José Guerra Gómez y Juan Marchena Velarde. Todos ellos habían protestado ante quienes les detenían alegando que no habían tomado parte en los sucesos del 10 de septiembre, a pesar de lo cual, según la prensa, durante su conducción de Trebujena a Cádiz habían sido tratados con dureza y “gran rigor”. Mientras estos obreros sufrían este duro trato, en el pueblo, en Trebujena, “todos señala[ban] con el dedo (…) al autor [al responsable] de la algarada contra la Guardia Civil, que anda paseando por la calle, como que está protegido por el cacique”

Más tarde, también de noche, llegaban ahora a la cárcel de Jerez procedentes de Trebujena en tránsito también para la de Cádiz los obreros Juan García Delgado, José Velarde Tejero, Juan Galafate Moyano y Gregorio Lozano, acusados igualmente del mismo cargo que los anteriores. Al llegar a Cádiz les fue tomada declaración por un capitán de Infantería, aunque sin informárseles, a pesar de ello, a qué jurisdicción quedaban sometidos.

Justo un año más tarde de aquellos hechos, el 11-9-1906, después de prácticamente un año de instrucción sumarial, se celebró en el cuartel de Santa Elena de la plaza de Cádiz un consejo de guerra para ver y fallar la causa instruida a estos siete obreros trebujeneros. Fue su presidente el coronel de Ingenieros Manuel Luján García, actuando como fiscal y defensor de los procesados el capitán de Infantería Mateo ¿Bebar? Aguilar y el primer teniente José Accame respectivamente.

Durante la vista el cabo y los guardias civiles del puesto de Trebujena que se vieron envueltos en aquellos acontecimientos declararon que fueron llamados para apaciguar los alborotos que había en un colegio electoral siendo agredidos y viéndose precisados de hacer fuego. Por su parte, los acusados y algunos testigos citados manifestaron ante el tribunal que estaban en el colegio electoral << pidiendo legalidad” cuando llegó la Guardia Civil e intimó a un grupo a que desalojara el local y que habiendo tardado en efectuarlo comenzaron el tumulto y los disparos >> (El Imparcial de 12-9-1906)

No sabemos con absoluta certeza documental el contenido de la sentencia dictada en esta causa, aunque todo parece indicar que los procesados fueron absueltos de los cargos que se les imputaban pues según informaba La Vanguardia de Barcelona (edición de fecha 13-9-1906, p. 8) el tribunal había dictado ya sentencia absolutoria al considerar en ella que el proceso seguido contra estos siete trabajadores había desvanecido por completo los cargos de agresión a la Guardia Civil por los que habían sido encausados.

Terminamos ya. Estos fueron los hechos que cargaron de valor simbólico al Altozano y que hicieron que desde el año 1909 en que un ayuntamiento republicano decidiera ponerle el nombre de Juan Diego Pazos Domínguez a ese lugar este se convirtiera en un lugar de memoria para el pueblo de Trebujena. Desde el golpe de estado de julio de 1936 ese lugar fue desprovisto de ese simbolismo, por la fuerza de las armas. Desde 1979 hasta la fecha se han sucedido en Trebujena corporaciones locales herederas de muchas de aquellas ideas que convirtieron a nuestro pueblo desde los primeros años del siglo XX hasta 1923 en un "islote republicano", según la acertada imagen empleada por nuestro paisano el historiador Diego Caro Cancela. ¿Por qué desde estas mismas corporaciones democráticas no se ha podido restituir el simbolismo del que fue desprovisto ese lugar, nombrándolo de nuevo con el nombre que se le puso en 1909 y dándole de nuevo carácter de lugar de memoria?

Una idea, por si alguien la quiere acoger: Altozano de Juan Diego Pazos.


Fuente → lavozdelsur.es

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