Borboneando con el 23F, los GAL y la corrupción

Borboneando con el 23F, los GAL y la corrupción
José Manuel Martín Medem

El borbonazo consideraba que el 23F y los GAL eran algo que había que hacer con la complicidad de los servicios secretos. Lo cuenta Fernando Rueda, presentado por la editorial como “el máximo especialista español en asuntos de espionaje”, en su libro Al servicio de su majestad (*). Y advierte que en los servicios secretos se ha impuesto la tradición de proteger a la monarquía, “deben hacer lo que haga falta aunque a veces traspasen los límites permitidos en un Estado de Derecho”, a pesar de que la ley establece que la auténtica función del Centro Nacional de Inteligencia es “facilitar al gobierno las informaciones, análisis, estudios o propuestas que permitan prevenir y evitar cualquier peligro, amenaza o agresión contra la independencia o integridad territorial de España, los intereses nacionales y la estabilidad del Estado de Derecho y sus instituciones”. Los servicios secretos (SECED, CESID y CNI), asegura Rueda, son “los verdaderos artífices de que la monarquía haya sobrevivido”.

El libro resulta demoledor para el fugitivo: golpismo, terrorismo de Estado y “lo que genéricamente denominamos corrupción”. Parece la munición de los que no quieren que regrese. Prefieren que se desvanezca. El rey se muere, el borbonazo. Viva el rey, el borboncito.

“Algunos de entre sus más fieles -sostiene Rueda- le explicaron que podía salvar a la Corona y al mismo tiempo sacar a España del pozo en el que la había metido el maldito Suárez. El diseño y la ejecución de la operación del 23F desde el CESID fue de un acreditado espía, la sombra más oscura, José Luis Cortina, con la colaboración de Javier Calderón, el Secretario General del CESID. Pretendieron que fuera un golpe de timón pero les salió un golpe de Estado en toda regla”.

Sobre los GAL, Rueda mantiene que “los agentes de los servicios secretos que estaban en el ajo resumen que para Juan Carlos era algo que había que hacer y el gobierno lo hizo”.

Respecto a la corrupción, los servicios secretos lo sabían y también los sucesivos gobiernos. Nada hicieron para impedirlo. “Si el CNI conoce los delitos cometidos por el rey -plantea Rueda en su libro-, ¿deben protegerle y guardar silencio, amparándose en que su desprestigio puede suponer un descrédito para la monarquía y un peligro para la estabilidad del país?”.

La conclusión del autor de Al servicio de su majestad es que la monarquía y el CNI seguirán caminando juntos.

(*) Al servicio de su majestad. Fernando Rueda. La Esfera de los Libros.


Fuente → luhnoticias.es

banner distribuidora