El depósito de agua, el lavadero, la base de la torre de vigilancia, restos del muro perimetral y un pequeño edificio, que correspondería a la caseta de los guardias, es lo único que queda en pie del campo de concentración que se mantuvo operativo en Miranda de Ebro de 1937 a 1947, a caballo entre la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial, y por el que pasaron unas 65.000 personas.
El 13 de enero de 1947, el campo de concentración cerró sus puertas, dejado atrás una década de horror, y tras haberse convertido en el campo con el periodo de vida más extenso de todos los que hubo en España. Y es que en nuestro país también hubo campos de concentración, una parte de nuestra historia desconocida para la mayoría de la sociedad, y que debe recordarse para que no se repita.
Es el mantra que mueve al Ayuntamiento de Miranda de Ebro en todo su proyecto de recuperación de la memoria histórica, máxime cuando se acaban de cumplir 75 años del cierre del campo de concentración. Lo mandó construir el gobierno de Francisco Franco el 5 de julio de 1937, con el objetivo de que albergase a los prisioneros de guerra que procedían de la toma de Bilbao.
Se levantó en unos terrenos ubicados junto al río Bayas y a la línea del ferrocarril Castejón-Bilbao y llegó a ocupar 42.000 metros cuadrados. «Sus barracones iniciales se construyeron con los materiales pertenecientes al Circo Corzana, que estaban almacenados en Miranda de Ebro desde el inicio de la Guerra Civil Española», explican desde el Ayuntamiento.
Por el campo de concentración pasaron alrededor de 65.000 personas, de 60 nacionalidades diferentes, y tuvo una población media de 3.700 reclusos. Queda documentación al respecto, que ha permitido conocer la historia del campo, y que el Ayuntamiento ha ido rescatando de diferentes achivos y tiene intención de exponer en el centro de interpretación creado en el Centro Cívico Raimundo Porres.
Inicialmente, de 1937 a 1944, el campo albergó a prisioneros republicanos y miembros de las Brigadas Internacionales. Entre medias, de 1940 a 1945, llegaron como prisioneros extranjeros de países aliados que entraban en España huyendo del avance alemán en la Segunda Guerra Mundial. Y entre 1944 y 1947 hubo también oficiales y soldados alemanes que escapaban del hundimiento del Tercer Reich.
En 1947, el campo de concentración cerró sus puertas pero las instalaciones siguieron utilizándose, hasta 1952, aunque para la instrucción de reclutas. Quedan pocos restos físicos de los que fueron las instalaciones, pero están protegidos por el PGOU de Miranda. También se han recuperado objetos, enseres y escritos, que se exponen en el centro de interpretación.
Un centro diseñado para recordar a los prisioneros »y para tener presente que esta es una parte de la historia que nunca debería haberse producido y que no debe volver a ocurrir», señala la concejala de Memoria Histórica, Begoña González. De ahí que en Miranda el proyecto de recuperación de la memoria histórica abarque también el Jardín de la Memoria, un parque junto al centro de interpretación que recuerda a los presos.
Monumento en el cementerio
Además, para este 2022 tienen previsto instalar un monumento en el cementerio que recuerde a todos aquellos prisiones que murieron en el campo y que fueron enterrados en el camposanto mirandés. También estos hechos están siendo objeto de investigación, de rastreo de documentación por los archivos. González recuerda que cuentan con una subvención del Gobierno central, a través de la Federación de Municipios y Provincial.
Durante este año continuarán con las visitas guiadas al campo de concentración, condicionadas como en los últimos meses por lo que marque la pandemia de la covid-19. Van centros educativos, asociaciones culturales o de vecinos, y están teniendo mjucho éxito. Igualmente, intentarán realizar otras dos intervenciones artísticas como las creadas por Abigail Lazkoz y Fernando Renes y que exponen en el Parque Emiliano Bajo.
Fuente → burgosconecta.es
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