Un rey en su encrucijada
 
 
Un rey en su encrucijada

Felipe VI sabe que no morirá rey. Pero no sabe cuanto tiempo más ostentará la corona de un reino que cada día le respeta menos. Sabe de donde viene y sabe que acabará igual que acabaron sus antecesores en el trono de este maltratado país que es España. La ciencia matemática, el cálculo de probabilidades y la estadística, nos vienen a decir que su futuro está ligado a un viaje en busca de la "dolce vita", liberado de las ataduras que la monarquía representa. Lejos de ser un puesto fijo, ser monarca en España es un trabajo "precario", repleto de inseguridades, los borbones lo saben bien, y más aún si la promoción ha estado en manos de un dictador genocida y de un padre más que presuntamente corrupto en el terreno económico y moral.  Lo extraño,  lo inconcebible, es que ambos, padre e hijo, sigan viviendo a costa del pueblo, exclusivamente a cambio de un puñado de fotografías y unos cuantos discursos escritos por plumas ajenas.


Los borbones no se van por voluntad propia, nada les importa la ciudadanía, se mantienen en el trono aunque para ello (Alfonso XIII) sea necesario ceder ante un general golpista (Miguel Primo de Rivera) y darle el poder, pasándose la Constitución por sus reales forros, con el resultado de una dictadura militar, con estado de guerra incluido, en la que un puñado de generales se repartieron el poder mientras el borbón se dedicaba a continuar con la disipada vida que siempre llevó. Unos años más tarde, y ante el fracaso de su operación para mantenerse en el trono, en 1930 se le ocurre la brillante idea de recular y llevar a cabo una "transición", hacia lo que el mismo destruyó en 1923, y deja al país en manos de otro general (Dámaso Berenguer) antiguo jefe de su Casa Real, para que la lleve a cabo. Una "transición" condenada al fracaso, de la que el pueblo español se deshizo en poco más de doce meses, de forma democrática y con finiquito de la monarquía incluido. 

A la muerte de Franco, con Juan Calos I investido rey según lo dispuesto por el dictador, los poderes del Estado, recogieron la fracasada idea de Alfonso XIII y se pusieron manos a la obra para que los españoles pasáramos sin sangre en las calles ni en los campos, de una dictadura a una democracia. Hubo sangre en las calles, hubo "ruido de sables", hubo engaño a los españoles en la consulta y finalmente sentaron en el trono al borbón, según ellos por decisión popular, y le otorgaron  la categoría de Jefe del Estado sin más atribuciones que las de figurar, eso sí, blindando su persona, considerándole inviolable e irresponsable ante las leyes hiciese lo que hiciese, según hoy en día, inexplicablemente, sigue negro sobre blanco en el texto de una Constitución aprobada hace casi 44 años. Pues nada, a la vista de no tener nada que hacer, JCI se dedicó a los suyo, a enriquecerse, al mismo tiempo que empieza a recolectar amantes al igual que el Marqués de Leguineche (La escopeta nacional) coleccionaba pelos del coño de aquellas damas que gustosamente lo permitían.

Nuestro actual rey cuenta con numerosos apoyos, Gobierno, Poder Judicial, monárquicos, poder económico, medios de comunicación...y buena parte de militares y miembros de la Policía y la Guardia Civil están con él, aunque, afortunadamente, en el seno de todas las instituciones citadas y también en los medios de comunicación, cada día aumenta el afán republicano, no digamos ya entre las clases trabajadoras y entre los jóvenes.

Por otro lado, y desgraciadamente, el auge de la extrema derecha en nuestro país y en Europa va en ascenso, contaminando a partidos que se autocalifican de "derechas", temerosos éstos últimos de perder apoyos, no solo en las urnas, sino también los de las clases más poderosas del país, a su vez preocupadas por la involución que supondría la reinstauración de la República

El actual rey, amigo de unos y de otros, escuchará opiniones y hasta consejos, le harán pensar en su destino inmediato, en la toma de unas decisiones que de alguna manera garantice o prolongue su estatus actual (y el de sus "consejeros"). Dada su incapacidad de acción en el terreno constitucional estas decisiones habrán se ser contrarias a la estricta legalidad. 

La encrucijada ante la que se encuentra FVI tiene al menos tres caminos: A) Seguir como hasta ahora, sin hacer nada a la espera de su cierto destino fuera de España. B) Organizar un tinglado a lo 23F para de inmediato desmontarlo y convertirse en el salvador de la democracia y C) Organizar un tinglado a lo 23 F y llevarlo hasta sus últimas consecuencias. 

Esas son las opciones de este rey tan indeseado como inútil. Contra las tres, cualquiera de ellas es nefasta para el pueblo, solo hay una solución, exactamente la misma que la inmensa mayoría de españoles adoptaron en abril de 1931. Pero amigos, para llegar a la República es imprescindible la existencia de uno o varios partidos republicanos a nivel nacional con escaños suficientes en el Congreso de los Diputados, y, visto lo visto, no parece que el pueblo español está por la labor, solo hace falta repasar los resultados de las últimas elecciones generales para darse cuenta de lo lejos que estamos de que esos partidos existan. Hoy en día y ante la inacción del pueblo al ver como se trata la figura del borbón huido, ante los manejos impresentables de la justicia y ante la defensa a ultranza de la monarquía , solo nos falta salir a las calles y gritar lo mismo que en 1823 se exclamaba al paso de otro borbón felón y traidor a España, de Fernando VII, tanto le entusiasmaron a este borbón las aclamaciones, que raudo se puso manos a la obra para acabar de un plumazo con la obra iniciada por Riego. Dicho y hecho, España volvió a estar otra vez bajo un poder absoluto.

Salud y República.


Fuente → Bailando con Ratas

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