Alfons Cervera
Hace poco más de un año que el rey emérito se fue según sus simpatizantes al exilio. Expulsado del paraíso por los rojos comunistas que son como la encarnación del Mal, escrita así la palabra, como cuando se la inventó Hannah Arendt mientras era juzgado en Jerusalén el nazi Adolf Eichmann. Pobre rey, héroe de la Transición, enérgico Conan levantador de tanques aquella infausta y lejana noche de febrero, insigne reciclado de su herencia franquista, campechano y mujeriego, simpático y ocurrente cual Lázaro de Tormes en la corte de los milagros pícaros que tanto furor han hecho en los últimos tiempos para goce de sus aplaudidores, del rey, digo, no de Lázaro de Tormes. Hace poco más de un año que se fue y ahora se anuncia su regreso porque la justicia es igual para todos y esa justicia ha dicho que no nos debe nada, que todo lo hizo dentro de la legalidad, que su fortuna no sale de ningún delito, que su alma es tan blanca que parece sacada de uno de esos anuncios de detergentes para lavadoras que salen en la tele.
Mira qué alegría: va a regresar el rey emérito a su tierra
después de unas vacaciones pagadas con nuestro salario mínimo
interprofesional, o con el subsidio que nos ha concedido el Gobierno
para que podamos soportar con menos ansiedad al puñetero pangolín
Todo se está preparando para ese regreso. Limpio del polvo y la paja de la corrupción, Juan Carlos de Borbón regresará a su país por la puerta grande de las grandes celebraciones. A ver cómo queda la denuncia de acoso que ha presentado en Londres Corinna Larsen. A ver si ese proceso se alarga un poco y le da oxígeno a su hijo para que sortee con buen pie el discurso navideño. Menudo embolado para el pobre vástago borbón. Pero pase lo que pase, con el rey sentado o no a la mesa familiar, seguro que le escriben un discurso apañado para que no quede en entredicho la decencia de la Monarquía. No sé cómo se las arreglará para decir que la justicia es igual para todos. O que todos los españoles están sufriendo igual la crisis pandémica. O que la Patria se salvará como siempre se ha salvado la Patria con el esfuerzo colectivo. Palabras y más palabras, sea cual sea su discurso. Vacío total, aunque al día siguiente los medios amplifiquen ese vacío y lo llenen de lo que dijo y de lo que no dijo. No dirá nada, como siempre. Tieso como un palo mirará donde le digan que ha de mirar para que las cámaras maquillen aunque sea un poco la palidez de su discurso. A mí me da igual lo que diga porque siempre dice lo mismo, como decía lo mismo su padre y como dirá lo mismo su hija Leonor en el caso —ojalá que no— de que la Monarquía siga aquí como una permanente anomalía democrática.
Fuente → infolibre.es
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