María Luz Nájera, estudiante antifascista, asesinada por elementos de la policía franquista en Madrid el 24 de Enero de 1977

María Luz Nájera, estudiante antifascista, asesinada por elementos de la policía franquista en Madrid el 24 de Enero de 1977

María Luz Nájera Julián nació en Madrid en 1956. Era estudiante de tercer curso de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense de Madrid. Arturo Ruiz había muerto a manos de la extrema derecha el día antes. Se convocaron en todo el país manifestaciones, huelgas, asambleas al día siguiente. La Universidad de Madrid quedó paralizada. Pararon 100.000 estudiantes, se sucedieron las asambleas en las que participaron 30.000 personas, y concentraciones. Más de 115.000 personas participaron en las manifestaciones la mañana siguiente en repulsa por el asesinato de Arturo, y para exigir responsabilidades.

A la manifestación del 24 de enero de 1997 acudió una jovencita de tan sólo 20 años llamada Mari Luz Nájera. La policía franquista, sin miramientos, volvió a cargar con la muerte del día anterior todavía en la retina de muchos manifestantes, esta vez en una calle que los franquistas habían rotulado como Av. De José Antonio, actualmente la Gran Vía. En el discurrir de la manifestación, uno de los mercenarios del régimen, guardián de la ley y el orden franquista, disparó un bote de humo a muy poca distancia y a quemarropa contra el cráneo de María Luz. El bote impactó directamente en la cabeza de la estudiante.

María Luz fue recogida en la esquina de la calle de los Libreros por un joven que la llevó directamente a la clínica de la Concepción. Al llegar, el acompañante de la fallecida fue inmediatamente detenido por la policía. Los padres de la muchacha se presentaron en la clínica al enterarse de su ingreso, y la abandonaron después de la muerte, sobre las cinco y media de la tarde, presos de un ataque emocional muy fuerte.

Según el jefe clínico de la Unidad de Vigilancia Intensiva, la fallecida ingresó con traumatismo craneal en la región parieto-occipital derecha, con fractura de la bóveda craneal en múltiples niveles, que le produjo la muerte. No pudo ser operada por el estado de coma en que se encontraba. María Luz murió sin remedio ante el dolor y la ira de familiares y amigos. El rostro de la muchacha quedó completamente desfigurado por el impacto del proyectil. La sala del velatorio se convirtió en un recinto de gritos de dolor, sollozos e insultos. La cabeza de la joven fue tapada con un pañuelo.

Al entierro acudieron más de 3.000 personas. El cortejo fúnebre, en el que un grupo de estudiantes portaba una pancarta negra con letras blancas donde se podía leer «Mari Luz, tus compañeros de facultad no te olvidan», caminó un kilómetro hasta llegar al cementerio, cantando La Internacional. Al llegar hubo un gran aplauso. La misma tarde del 24 de Enero, la canalla franquista realizó otro asesinato masivo en el despacho de los abogados laboralistas de la calle Atocha, Cinco abogados laboralistas del Partido Comunista de España (PCE) y de Comisiones Obreras (CC.OO.) fueron asesinados, lo que marcó la transición española iniciada tras la muerte del dictador Francisco Franco.

En 1988, la Asociación de Vecinos AFAO propuso que se le pusiera su nombre a un nuevo parque público abierto cerca del domicilio de sus padres. La petición no fue aceptada. El 5 de febrero de 2007 volvieron a reivindicarlo de nuevo. El Pleno del Ayuntamiento de Madrid aceptó ponerle el nombre «Jardines de Mari Luz Nájera» a una zona verde de la Alameda de Osuna en el distrito de Barajas «porque representa a todos aquellos estudiantes y jóvenes que contribuyeron a que hoy se pueda vivir en libertad». En 2012 se renombró el salón de actos de la facultad con el nombre de María Luz, realizando un necesario homenaje a una persona que la universidad mantuvo 35 años en el olvido.

En una transición que todavía se intenta vender como modélica, pacífica y consensuada, casi 600 personas murieron por defender una España democrática con derechos y libertades en donde no tuviese cabida un continuismo franquista en las instituciones. Por el contrario, se repiten de forma insistente los nombres de políticos a los cuales se les adjudica el éxito de acabar con la dictadura, haciendo un relato del proceso político exclusivo de unas élites y excluyente hacia la ciudadanía.


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