Las periodistas de la República y el nuevo periodismo de Magda Donato

Las periodistas de la República y el nuevo periodismo de Magda Donato / Ana Gaitero

La madrugada del 14 de abril de 1931, se declaraba la II República en la villa de Sahagún. Fue la segunda localidad española, después de Eibar, en declarar el nuevo estado tras las elecciones municipales del domingo 12 de abril. Si hay que poner podios y lugares de preferencia, hemos de decir que, después de las urnas, fue la prensa la primera en proclamar la nueva era republicana.

El más madrugador fue el Heraldo de Madrid. La noche del 13 de abril, a las puertas de su sede en la calle Marqués de Cubas, la gente se arremolinó en manifestación para conocer los titulares de la jornada de primera mano.

Muy de mañana los vocearían los niños vendedores de periódicos por las bulliciosas calles del centro de la capital de España:

“¡¡Triunfó la República, triunfó la República!!”

El gran titular dejaba espacio, a pie de página, a una foto en la que se asomaban unas mujeres sonrientes y de ojos agrandados por la curiosidad.

Heraldo de Madrid dedicaba una parte de su análisis a las mujeres y las elecciones, a pesar de que aún faltarían unos meses para que la decidida y contundente defensa de Clara Campoamor en el Congreso alumbrara el derecho de sufragio, y por tanto de ciudadanía, que aún se negaba a la mitad del país.

El periodismo y las mujeres vinieron a tener un papel fundamental en la construcción de aquella república que ponía fin a casi una década con las Cortes cerradas y el país sometido a dictaduras y dictablandas bajo los auspicios de la Corona. Hay que asomarse a las hemerotecas para tirar del hilo de la genealogía femenina y feminista de aquellos años tricolor.

En el Heraldo de Madrid, entre otros medios, escribió Carmen de Burgos (Rodalquilar. Almería. 1867-Madrid.1932), maestra, periodista y escritora, una de las primeras mujeres que cubriría una guerra como corresponsal, en Marruecos… Una pionera del feminismo y del periodismo que empuñó la pluma, desde 1902, en defensa de los derechos de las mujeres: el voto, las condiciones de las obrera en las fábricas, el divorcio…

El periodismo, escribió, “a pesar de todos sus defectos es uno de los medios más eficaces de cultura y adelantamiento y como lazo de cohesión ante los hombres”.

Nada escapó a las columnas y reportajes de Carmen de Burgos, conocida también por el seudónimo de Colombine. Pocos meses antes de morir, en 1932, asistió, al fin, a la aprobación del sufragio femenino y del divorcio. En 1904, se puso el periodismo por montera y a partir de una encuesta entre lectores elaboró su primer ‘reportaje’ sobre el divorcio en España. El 8 de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda sobre educación sexual en el Círculo Radical Socialista, empezó a sentirse mal y tras ser trasladada a su casa, su corazón se paró definitivamente.

Carmen de Burgos dejó una ingente obra y su nombre fue uno de los primeros en ser borrados por la censura franquista tras la Guerra Civil.

Horas después de que Benito Pamparacuatro, el alcalde electo de Sahagún, izara la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento y proclamara: "Desde ahora vivimos en un estado republicano. ¡Viva la República!", en la puerta del Sol, abarrotada de gente con la esperanza prendida en el rostro, un hombre, delante de un gran micrófono, habló en nombre del nuevo Gobierno republicano.

Niceto Alcalá Zamora, primer presidente de la II República, se dirigió al pueblo:

“Nosotros venimos aquí con vuestra autoridad, la autoridad única que solo del pueblo dimana…”, señaló.

Habló de los nuevos decretos en marcha, el primero el de la amnistía de presos políticos, y terminó con unas palabras que suenan frescas como el rocío de la primavera casi un siglo después:

“El corazón en alto y la esperanza abierta y no os decimos que la felicidad, porque esa la habéis de encontrar con el cumplimiento del deber”

“¡Orden y Paz! ¡Viva España y viva la República!”

La voz de Niceto Alcalá Zamora se propagó por las ondas hertzianas mucho más allá de la Puerta del Sol y de Madrid.

Unión Radio retransmitió el memorable discurso, que la prensa escrita de provincias reprodujo al día siguiente o incluso al posterior.

Amanecía una España con hojas recién nacidas en los chopos y los almendros despojándose de sus flores, como la pintó Antonio Machado en sus versos.

Alcalá Zamora no prometió el paraíso, aunque un lugar llamado con este nombre, una casa de comidas en la plaza Mayor de Valencia de Don Juan, se anunciaba en la misma edición del Diario de León que reproducía las palabras del nuevo presidente del Gobierno. Al igual que el mejor calzado de España, que se vendía en La Perla de Levante de la plaza de La Libertad.

Los medios de comunicación de la época y la profesión periodística contribuyeron a popularizar la nueva era y la República lo sabía. En 1934 se aprueba la Ley de Radiodifusión que declara la radio como servicio público.

En Unión Radio trabajó otra periodista fundamental en nuestra historia y a la que debemos recordar como otra referencia del periodismo en la etapa republicana. Josefina Carabias (Arenas de San Pedro. Ávila-1908-Madrid. 1980) debutó en 1931 en la revista Estampa. La entrevista que hizo a Victoria Kent, recién nombrada directora de Prisiones, le valió un puesto en la redacción. Fue cronista parlamentaria de los diarios Ahora y La Voz, y locutora en el primer programa informativo, La Palabra, que se emitía a las ocho de la mañana en Unión Radio Madrid, hoy cadena Ser. Fue nombrada redactora jefa a propuesta unánime de sus compañeros de redacción y mereció una breve reseña en la Crónica del 1 de septiembre de 1936. En esta última labor, tuvo ocasión de retransmitir el homenaje a Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca.

Con la Guerra Civil huye a París y a su regreso a España, en los años 40, entra en el diario Informaciones como redactora aunque con contrato de secretaria. Con el seudónimo de Carmen Moreno escribió numerosas crónicas deportivas, fue corresponsal en Washington del Noticiero Universal y también dejó una obra literaria reseñable que abarca desde Santa Teresa a Azaña o La mujer en el fútbol.

Incluso los periódicos más conservadores, como era el caso del Diario de León, Periódico Católico Regional, saludaron el cambio de régimen como un momento histórico y detallando en las 8 páginas de la edición del 16 de abril desde el discurso presidencial hasta la composición del Gobierno, la crónica de lo acontecido en León: “Invadidas por la juventud las calles, no hubo que lamentar el más mínimo incidente, lo cual ha puesto de manifiesto la cultura de este hidalgo pueblo…”

Las primeras disposiciones del Gobierno de la República también se dieron a conocer en aquella edición del jueves 16 de abril entre la muerte del padre Tyerney a manos de los bandidos chinos y un curso de viticultura y enología a celebrar en Valladolid… o el nuevo estatuto de la circulación por carreteras y caminos llegado desde París.

La prensa se hace eco del deseo del gobierno republicano de reparar las injusticias y el retraso de las instituciones respecto a la vida pública y privada de las mujeres.

La periodista y dramaturga Magda Donato, seudónimo de Carmen Eva Nelken, representa el prototipo de ‘mujer nueva’ y de periodismo comprometido con la realidad. Desde 1917 hasta 1936 brilló con su pluma excepcional en el Imparcial, la revista España, Tribuna, El Liberal, el Heraldo de Madrid, Informaciones, Blanco y Negro, el diario Ahora y el semanario Estampa.

En la etapa de la II República Magda Donato, seudónimo de Carmen Eva Nelken (Madrid, 1898-México, 1966) se podría considerar la precursora de un ‘nuevo periodismo’ cuya invención se atribuye, sin embargo, a un grupo emblemático de periodistas norteamericanos de los años 60. Antes de que Humpter S. Thompson fuera encumbrado como inventor del periodismo gonzo, nuestra periodista inauguró una nueva forma, directa y profunda, de abordar el objeto de la noticia. Las mujeres estuvieron en su foco de una forma que todavía hoy rezuma frescura.

Empezó su carrera periodística con tan solo 18 años en El Imparcial, con una sección titulada Femeninas que inicialmente estaba destinada a hablar de moda y que Magda Donato, como otras periodistas de comienzos similares, transformó en una nueva mirada sobre la realidad abordando temas de interés social, los que más afectaban a las mujeres, más del 50% de la población.

Reivindicó el papel de las mujeres en la sociedad contando cómo vivían y cómo estaban cambiando frente al mandato de ‘ángel del hogar’ desde tiempo inmemorial. Donato fue mucho más allá y enarboló las devaluadas cualidades atribuidas al género femenino para transformarlas en virtudes superiores para ejercer una profesión entonces incipiente como era el periodismo.

El artículo ‘Femeninas’ publicado en El Imparcial el 13 de enero de 1918 bajo el título ‘La mujer y el periodismo’ es toda una declaración de principios: “Solo las mujeres tienen bastante corazón para poner en el periodismo la dosis de humanitarismo desinteresado del cual es susceptible: solo ellas tienen bastante constancia y testarudez para llevar su tarea a cabo a través de todas las dificultades y de todas las amarguras: solo ellas tienen bastante valor y bastante serenidad para afrontar todas las luchas: son capaces de bastante pasión para encariñarse con su obra y de bastante fe para, poniéndose a su nivel y queriéndola, redimirla del cinismo periodístico con el cual los hombres creen probar su superioridad”.

La serie de 30 reportajes que estrena en la revista Ahora el 14 de julio de 1931 bajo el título ‘Cómo vive la mujer en España’ y que continúa hasta 1932 es un recorrido por diferentes provincias y regiones del país descubriendo las peculiaridades locales y a las protagonistas de un nuevo tiempo. En Casteldefells retrata en una jornada de asueto de unas dependientas de Barcelona las aspiraciones de la nueva mujer que trabaja fuera de casa, practica deporte y se cultiva en la Cultura de la Dona (donde estudian por entonces unas 12.000 mujeres) para progresar y no quedarse en el humilde estatus de empleada detrás de un mostrador.

Magda Donato desciende a la negra situación que viven las mujeres en las cuencas mineras a su paso por Morcín, en Asturias. En el reportaje deja claro que “así como de la guerra, hay también una retaguardia de las minas, de su vida, de sus trabajos, de sus fatigas, de sus ganancias”. Con la pluma deja flashes de la trágica vida de la viuda minera, de la negrura del hogar que no está bajo tierra pero carece de cualquier comodidad y está lleno de trabajos, con una docena de hijos e hijas y con un marido que pasó de picador a vigilante pero sigue dejando en la taberna una parte sustanciosa de su sueldo.

Margherita Bernard ha recopilado en el libro ‘Así vive la mujer en España’ (Arcibel Editores) estos reportajes de Magda Donato por la España de los años 30 con la mujer como protagonista, llenos de contrastes, de denuncia de las situaciones de discriminación y de fedataria de los avances innegables en algunos ámbitos para las mujeres.

Poco después de esta serie apasionante y viajera, la periodista se sumerge en los territorios menos conocidos de Madrid, pero frecuentados por mujeres. Los ‘reportajes vividos’, como ella los denomina siguiendo la estela de la francesa Marie Laparcerie y a la par que su coetánea Luisa Carnés, hacen confluir su fe en la fuerza del periodismo para incidir en la realidad y mejorarla, junto con su compromiso feminista y una vena literaria.

Magda Donato se mete en la piel de las mujeres del manicomio, en las colas del hambre, viaja con los cómicos de la legua, entra en la cárcel de mujeres, en la maternidad, cuenta la historia de una mujer en busca de trabajo, cómo se vive en el albergue de mendigas… El último de esta serie de reportajes, ‘Cómo se vive en el puente de Vallecas’, lo publica en julio de 1936. “La periodista hace confluir en sus escritos, síntesis de compromiso republicano, periodismo moderno y sensibilidad literaria”, fiel a su convicción en la capacidad del periodismo “de incidir en la realidad para mejorarla”, “su compromiso feminista y su vena literaria”, como señala Margherita Bernard en su edición ‘Reportajes’ (Renacimiento).

La Guerra Civil, que muchos historiadores ya denominan Guerra de España por su llevó a Magda Donato a realizar artículos sobre las milicias populares, las mujeres en la retaguardia o la situación de los soldados en el frente de Somosierra y en el de Huesca, en este caso con el periodista Nogareda, publicados en Estampa, y entrevistas a personajes políticos como Bosch Gimpera, rector de la Universidad de Barcelona y Consejero de Justicia de la Generalidad, y Victoria Kent, Secretaria de la Embajada de España en Francia.

Después vino el exilio y el silencio. Magda Donato, que salió a pie por la frontera de la Junquera, como tantas personas, rehizo su vida en México, dedicada especialmente al teatro y a su faceta de actriz. Allí murió en 1966.

Fueron muchas las plumas femeninas que despuntaron y destacaron durante la II República en España. Luisa Carnés (Madrid.1905-Ciudad de México. 1964), aparte de ser otra de las autoras invisibilizadas de la Generación del 27, hizo de la novela un género periodístico propio con su obra Tea Rooms, publicada en 1934 y reeditada en 2016, que retrata la vida de las obreras a partir de su propia experiencia como camarera.

Al contrario que Magda Donato, hija de una familia judía burguesa y acomodada y con una hermana mayor, Margarita Nelken, que estuvo entre las tres primeras diputadas españolas, Luisa Carnés, nacida en el barrio de Las Letras, de padre barbero y madre costurera, lavandera y limpiadora, tuvo que dejar la escuela con 11 años para ponerse a trabajar. Lo que no abandonó fue su pasión por los libros. A los 18 años publica su primera novela, ‘Peregrinos del calvario’ (1928), seguida de Natacha (1930) y la mencionada Tea Rooms (1934). Luego estrenaría su obra de teatro Así empezó en 1936 en el Teatro Lara. Con la guerra vino el exilio y un largo silencio de esta escritora y periodista que no volvería a publicar en vida. En 1966, dos años después de su muerte, se publican en México sus obras teatrales ’Cumpleaños’ y ’Los vendedores de miedo’.

Mujeres como Matilde de la Torre Gutiérrez (Cabezón de la Sal. Santander. 1884-México.1946) destacan en el frontispicio del periodismo de la era republicana. Desde una posición militante publicó esta emprendedora educativa, escritora y periodista publicó en El Socialista artículos destacados sobre acontecimientos históricos como la revolución del 34 (‘La única forma de salvar la vida. Los mineros van a tomar Oviedo). “Es un reportaje vivo, narrado con soltura y agilidad que abarca desde lo más general de la situación en el frente asturiano y sus condicionantes políticos y militares a las historias verídicas y anónimamente heroicas de trinchera”, apunta.

Es Mundo Obrero donde más firmas femeninas se encuentran en esta época. Empezando por Dolores Ibarruri, cuyo sobrenombre, Pasionaria, le viene precisamente del seudónimo con el que firmó sus primeras colaboraciones periodísticas en El Minero Vizcaíno coincidiendo con la Semana Santa antes de convertirse en una prominente política y líder del Partido Comunista de España. Desde Vizcaya fue llamada por la dirección del partido en 1931 para trabajar en la redacción del Mundo Obrero. También colaboró en El Socialista y el periódico ‘Mujeres’ de Valencia durante la Guerra Civil.

Irene Falcón (Irene Levi Rodríguez) (Madrid.1908-El Espinar. Segovia. 1999) fue corresponsal del diario La Voz en Londres poco antes de proclamarse la II República y durante la Guerra Civil enviaba crónicas al Mundo Obrero desde Moscú. Fundó la revista Nosotros y escribió obras de teatro en medio de un infatigable activismo político. Amiga, confidente y secretaria de Dolores Ibarruri cuenta su historia en ‘Mi vida junto a Pasionaria’.

Cristina Hurtado Pérez, Carmen Landeta Tutor, Concepción Santalla Nistal (Madrid. 1909-2004), Antonia Sanz Veguillas (1921-?) fueron otras de las redactoras del Mundo Obrero cuyos nombres recopila Rafael Cordero Avilés en su tesis doctoral Periodismo y periodistas republicanos en el Madrid de la Guerra Civil, presentada en la Universidad Complutense de Madrid en 2018 bajo la dirección de Mirta Núñez Díaz Balart. De Concha Santalla destaca que fue la primera mujer que entró en la Junta Directiva de la Asociación de la Prensa de Madrid, en 1937. Publicó en Estampa reportajes como El hospital blanco.

Carmen de Icaza y León (1899-1979) trabajó como redactora de El Sol entre 1928 y 1934 y fue colaboradora del Ya y de ABC y Blanco y Negro desde 1935 a 1936. Durante la guerra fundó el Auxilio de Invierno y luego estaría 15 años a su frente y en Cruz Roja, labor por la que Franco le concedió el título de baronesa de Claret. Fue declarada la escritora más leída en 1945 por el gremio de libreros.

Elena Fortún (Encarnación Aragonses Urquijo (1886-1952) fue colaboradora de Blanco y Negro, Cosmópolis, Crónica y Semana entre 1928 y 1952.Autora de las célebres historias de Celia, que ya aparecían publicadas en abril de 1931 en Gente Menuda de Blanco y Negro.

La argentina María Luisa Carnelli fue redactora de Ahora y El Sol. Durante la Guerra Civil cabalga de la agitación política a la cultura, con una célebre entrevista al pintor Siqueiros. Colabora en Blanco y Negro tras su reaparición en 1938 y se despide desde las páginas para anunciar su retorno a Argentina en las postrimerías de la guerra: “Voy a mi Patria a exponer la verdadera situación vuestra, y allí espero encontrar corazones hermanos que, sintiendo en sus almas vuestros dolores y alegrías, cooperen con todos sus medios a la victoria espléndida que la república española merece”.

Margarita Gómez y Esperanza Agudo fueron otras de las jóvenes redactoras de Ahora durante la guerra. Una encuesta callejera sobre los ‘trece puntos del Gobierno del doctor Negrín’ es uno de sus reportajes más recordados.

Luisa Rivaud fue colaboradora del diario Ahora con dos artículos destacables. Uno de ellos titulado ‘Ante una nueva vida. Las muchachas en acción’, publicado el 27 de marzo de 1937. Nacida en París su verdadero nombre era Lucie Lipschutz. Al finalizar la guerra se exilió a Argentina.

Amparo Poch y Gascón (Zaragoza. 1902-Toulousse.1968), maestra y médica, trabajó para El Sindicalista con artículos muy sonados como ‘Barcelona ante la rebelión’ publicado el 11 de agosto de 1936. Fue fundadora de Mujeres Libres y escribió en publicaciones libertarias como Mujeres Libres, fundada por Lucía Sánchez Saornil (Madrid 1895-Valencia. 1970), Revista Blanca, Tiempos Nuevos, Generación Consciente…

Magdalena Martínez Carreño (Madrid.1914-México.2000). Firmó como Malena, Magdalena y Mada Carreño. Escribió en el ABC republicano de Madrid y en Blanco y Negro y continuó su carrera periodística en México.

Irene Polo y Mari Luz Morales, en La Vanguardia, fueron dos plumas que escribieron desde Barcelona y leídas también en Madrid. Morales ha pasado a la historia como la primera directora de un periódico en España al ser tomado el diario catalán por el comité revolucionario.

Pitti Bartolozzi. Francisca Bartolozzi Sánchez (Madrid. 1908-Pamplona.2004) ilustradora, dibujante y decoradora de escenarios trabajó para las Misiones Pedagógicas y fue la creadora de personajes (Canito y Peladilla) e historias infantiles (Capitán Trompeta y el Marino Trompetín) de gran éxito que se publicaron en Blanco y Negro. Como nota de interés, reunió una serie de dibujos e ilustraciones, en los que quedaron plasmados, las incidencias de la vida y de los horrores cotidianos de la guerra.

Foto: archivo AmecoPress

Fuente → amecopress.net

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