La última vez que España votó entre monarquía y república
La última vez que España votó entre monarquía y república
Aleix Moldes 
 
El 4 de julio de 1978 el Congreso se preguntó cuál debía ser la forma de estado recogida en la Constitución 
 

Barcelona Había días en los que la monarquía española campaba alegremente sin necesidad de ir tapando escándalos. Días en los que ni el olor con el que acababa de impregnarlo el franquismo generaba rechazo entre sus tradicionales enemigos. Durante muchos años, además de rey, a Juan Carlos I le otorgaron el título informal de salvador de la democracia y antes de eso también se le había nominado al de arquitecto de la Constitución. En julio de 1978, el Congreso de Diputados debatió durante doce sesiones la ponencia constitucional, que se había venido redactando -la mayor parte del tiempo en secreto- desde hacía un año. Y fue en la primera de esas jornadas, un 4 de julio, cuando los diputados tuvieron que elegir por última vez hasta ahora entre monarquía y república.

Por ser justos con la historia, el resultado de la votación ya estaba aderezado con antelación. Los grupos mayoritarios de la cámara -y también el PNV o CiU- habían abrazado el nuevo régimen creado en torno a la figura simbólica del rey y ni los que se reivindicaban más republicanos hicieron aspavientos a la hora de aceptarla. Solo seis (y otros tres por error) de los 317 diputados presentes en el hemiciclo opinaban distinto y uno de ellos decidió exponerlo sin tapujos.

Una votación pendiente

Heribert Barrera (ERC) fue el único que mantuvo viva una enmienda para votarla en el pleno, una vez que ya le habían cerrado la puerta en el debate previo en comisión. En lugar de “La forma política del estado español es la monarquía parlamentaria”, el artículo 1.3 de la carta magna habría quedado redactado así: “El estado español, formado por una comunidad de pueblos, se constituye en una república democrática y parlamentaria”. Nueve votos a favor (según recogió El País , los de Barrera; Ramon Trias Fargas y Joaquim Arana Pelegrí, que se habían presentado en coalición con Jordi Pujol; Emilio Gastón, del Partido Socialista de Aragón; Enrique Tierno Galván, del Partido Socialista Popular, Francisco Letamendia, representante de la izquierda aberzale, y tres diputados de la UCD que se equivocaron), 185 en contra y 123 abstenciones. “Sabía que mi propuesta iba a recoger muy pocos votos, pero me pareció esencial ser fiel a mis electores”, dijo Barrera, según recoge el diario de sesiones. Aún con mayor mayoría salió aprobado el redactado definitivo del artículo: 196 votos a favor, nueve en contra y 115 abstenciones.

Barrera recordó el origen franquista de la monarquía -Juan Carlos I fue elegido sucesor por el propio Franco- y no escondió la que era su verdadera intención: “Mi propuesta más seria es que pidamos todos juntos al gobierno que organice un referéndum sobre la forma de estado”. Reticente a aceptar que, con el contexto del 78, monarquía fuera sinónimo de democracia, Barrera planteó que, si los monárquicos eran capaces de ganar el referéndum, “tendríamos en este caso una monarquía verdaderamente independiente, de base popular, limpia del pecado original franquista, que podríamos aceptar a todos, no con resignación sino con esperanza”.

Aquel referéndum, sin embargo, no tenía ninguna opción de salir adelante, tal y como confesaba años después Adolfo Suárez, presidente español entre 1976 y 1981. “La mayor parte de los jefes de gobierno extranjero me pedían un referéndum entre monarquía y república. Hacía encuestas y... perdíamos”, decía, intentando taparse el micro, a la periodista de Antena 3 Victoria Prego en 1995, escena que La Sexta sacó a la luz en el 2016. Suárez se refería a la ley de reforma política de 1976, que ya había incluido al rey, y de ahí a la Constitución.

Entre entusiastas y pragmáticos

Como el debate, decía Miguel Herrero Rodríguez de Miñón (UCD), no estaba entre monarquía y república, sino entre “democracia y dictadura”, no había sitio para el referéndum: la monarquía, a su juicio, jugaba del lado de la democracia . A Manuel Fraga (AP) e incluso a Antón Cañellas (Unió) tampoco les costó mucho defender a la institución monárquica, pero el PCE y el PSOE tuvieron que justificarse.

"En realidad, nunca se ha visto que un pueblo rechace la monarquía cuando ésta ha contribuido a establecer las libertades políticas democráticas, y cuando rechazarla significa poner en peligro estas libertades", declaraba un pragmático Santiago Carrillo (PCE). Más escueto decidía ser Gregorio Peces Barba (PSOE): “Aceptamos plenamente el resultado”. Ambos partidos engordaron el capítulo de las abstenciones, escogiendo el “consenso”, aunque un voto por la república tampoco hubiera variado el resultado.

Ese día, Pujol (CDC) se centró en el artículo 2, el de las nacionalidades, pero semanas antes Miquel Roca había dejado clara su posición. "La monarquía parlamentaria no supone ninguna dificultad para el efectivo respecto a la soberanía popular", había expresado en comisión.

Pese a los escándalos, un buen grueso del Congreso sigue hoy defendiendo al rey y la monarquía española no parece tener que sufrir por su continuidad. En el 2021, el mundo tendrá suficiente con el nacimiento de una república, la de Barbados.


Fuente → ara.cat

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