Borbones okupas
 
Borbones okupas
Arturo del Villar

No los quiere nadie, pero como no los echan ellos siguen como si no se enterasen de nada. Y es posible que sea cierto que no se enteran, puesto que forman la familia irreal, totalmente al margen de la realidad de su reino, dedicada solamente a leer los discursos que le preparan los escribas reales, siempre muy favorables para ellos, y a inaugurar actividades en las que sus edecanes han preparado a unos cuantos vasallos, sobre todo mujeres, para que vitoreen su presencia mientras agitan banderas bicolores de papel.

Es seguro que no prosperará la enmienda presentada por Més por Menorca a los presupuestos generales para el año próximo de las Illes Balears. Propone eliminar la partida de 750.000 euros destinada por el Govern para el mantenimiento del Palau de Marivent, okupado ilegalmente por Felipe de Borbón y su familia para continuar allí su descansada vida en los veranos, evitando los calores madrileños soportados por sus vasallos. Total, soportamos cosas peores.

La residencia oficial veraniega de la familia irreal es el Palacio Real de la Almudaina, en donde celebran recepciones y festejos. Pero les resulta más cómodo habitar ilegalmente Marivent, sabedores de que nadie osará decirles que lo desalojen por okuparlo indebidamente. Sus fuerzas brutas policiales desalojan violentamente a las familias okupas de los chamizos en que se protegen de los elementos siempre adversos para los pobres, pero no se atreven a entrar en un palacio, y mucho menos si lo okupa la borbonería.

Fue terminado de edificar en 1925, por encargo del pintor griego Ioannes Saridakis, que lo convirtió en su residencia y museo particular. Su viuda, Annunziata Marconi, se lo cedió en 1966 a la Diputación Provincial de Mallorca, según la nomenclatura vigente entonces de la dictadura fascista, para que lo convirtiese en un museo con el nombre de su marido, abierto al público para que lo visitase como cualquier otra institución de ese género. La Diputación aceptó el regalo, pero en vez de amoldarlo a los términos del contrato, lo que hizo fue regalar el palacio en 1973 a los entonces denominados príncipes de España, Juan Carlos y Sofía, la pareja modelo de matrimonio unido por el sagrado vínculo del sacramento, recibido doblemente por ellos, mediante el rito ortodoxo y el catolicorromano, de manera que nadie puede separarlo, por mucho que se encorine. Eso lo saben hasta en Botsuana.

Fue una cesión ilegal, por no ajustarse a los deseos de la propietaria. Pero esa historia acontecía bajo la dictadura fascista, de modo que no se podía protestar si se quería conservar la vida. Los borbones desde entonces okupan indebidamente el palacio que debía ser museo, sin que nadie se lo haya explicado para que lo abandonasen, si fuera cierto, como repetía tantas veces Juan Carlos de Borbón cuando era rey efectivo antes de serlo decrépito, que en España la Justicia es igual para todos. Para los vasallos, se entiende. Y si no que se lo digan a la infausta Cristina de Borbón, y verán la risa que le entra.

Que es lo mismo que nos ha sucedido a nosotros al leer la enmienda a los presupuestos baleares para el año próximo, presentada con toda su buena intención por Més por Menorca. Este grupo político debe de tener tan poco que hacer como los borbones, y para entretenerse pierde el tiempo presentando enmiendas condenadas de antemano al fracaso. Ellos son los amos de toda España, y por lo tanto disfrutan de lo que quieren en cada momento. Y los vasallos, a callar y aguantar, y a pagar impuestos para que ellos vivan a cuerpos de reyes.


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