Preston analiza la mentira como cimiento ideológico de la Guerra Civil

La Guerra Civil española tuvo muchas causas, pero una de ellas, tal vez de las más determinantes, fue el uso de la mentira, de lo que hoy llamaríamos "fake news", para justificar el golpe de Estado contra la República, según sostiene el hispanista británico Paul Preston en su último libro.

Preston analiza la mentira como cimiento ideológico de la Guerra Civil / Fernando Prieto Arellano

En "Arquitectos del terror. Franco y los artífices del odio" (Debate), Preston demuestra que durante los años de la Segunda República, la derecha más reaccionaria inventó el mito del "contubernio judeomasónico-bolchevique" para justificar sus maniobras contra el régimen republicano que a la postre acabarían conduciendo a la guerra.

En entrevista con Efe, Preston afirma que "es muy difícil saber el impacto en términos de opinión pública" que pudo tener la difusión de ese bulo, que acabó convirtiéndose en una especie de mantra y cuyo argumentario se encontraba en las páginas de un libelo, "Los protocolos de los sabios de Sion", un ejemplo perfecto de lo que se conoce como "propaganda negra", y en el que se habla de un supuesto plan del judaísmo internacional para dominar el mundo en unión de la masonería y del comunismo.

A juicio de Preston, no hay duda de que esa mentira "sirvió para motivar y justificar los deseos de los golpistas, de los que trabajaron para los golpistas y de quienes se aprovecharon tras la victoria de los golpistas".

Llama la atención, comenta el historiador británico, que una obra en la que se culpa al judaísmo de un supuesto complot para dominar el mundo tuviera tanto éxito entre los sectores más conservadores de España en los años 30, sobre todo teniendo en cuenta que por aquel tiempo la población judía en el país era apenas de unas 3.000 personas, "muchos de ellos gente de orden, conservadores", que "a partir de 1933 con la subida al poder de Hitler en Alemania, aumentan a otros 3.000".

Inevitablemente, el lector del libro de Preston se pregunta cómo una mentira con tan poca consistencia doctrinal, política e incluso social y demográfica caló tan hondo en los sectores que la lanzaron y si en realidad se la llegaron a creer algunos de sus principales difusores, quienes aparecen en las páginas de la obra, como el padre Juan Tusquets, el policía y prolífico libelista Mauricio Carlavilla, el poeta y terrateniente José María Pemán, los generales Emilio Mola y Gonzalo Queipo de Llano, el aristócrata Gonzalo de Aguilera o el mismísimo Francisco Franco, el principal beneficiario de todo ese conglomerado doctrinal.

"Yo diría que era una fake news consciente", argumenta Preston. "No sé si atreverme a decir que no se lo creyeron. Una cosa que tienen en común los protagonistas del libro, más Franco, que es el protagonista central", es que actúan de un modo que hace muy difícil decir "hasta qué punto todo eso se lo creyeron de verdad o si era un acto de cinismo total, de fingir creérselo. No tengo pruebas sobre eso, pero yo creo que sí se lo llegaron a creer en algún momento".

Un personaje que también gravita en las páginas de este libro es el escritor Ernesto Giménez Caballero, quizá uno de los máximos exponentes del fascismo intelectual español, pero también uno de los más extravagantes y a la postre un desplazado, un marginado del epicentro del sistema, tal vez por su propia inconsistencia, hasta el punto de que el propio Franco lo quería tener lejos de su entorno.

"Yo conocí a Giménez Caballero", relata Preston. "Para mí es una figura muy complicada, hay que entenderlo bien. Era un trepa nato. Dedicaba su vida a trepar. En la guerra - y lo cuento en mi libro 'Las tres Españas del 36'- actúa por ambición personal. Su gran sueño es ser ministro con Franco, pero Franco, que no era tonto, tenía calado al personaje y nunca le hizo ministro. Le envió de embajador a Paraguay, donde se pasó muchísimos años".

En cualquier caso, cada tiempo tiene su mentira, su (o sus) "fake news" y -por increíble que parezca y por muy insostenible que resulte todo ese argumentario de falsedades o de medias verdades o de "hechos alternativos"- al final acaba teniendo su público, el cual en nuestra época no es precisamente minoritario, para lo cual Preston pone como ejemplo el amplio movimiento negacionista o, en el caso de su país, Gran Bretaña, toda la maquinaria de propaganda que propició el Brexit.

"Los negacionistas, los antivacunas, los que niegan el cambio climático son muy peligrosos, hacen un daño incalculable; (el expresidente de Estados Unidos) Donald Trump sigue pensando que ganó las elecciones", subraya Preston.

Preston es especialmente crítico con el caso del Brexit y se refiere a "todas las imbecilidades que se han contado" al respecto, así como "los supuestos crímenes de la UE" y "aunque cada día se demuestra que el Brexit ha sido un desastre, eso afecta muy poco a su principal propagandista", el primer ministro británico Boris Johnson.


Fuente → elobrero.es

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