“Los mandos de la Policía franquista gritaban, por Felipe González, «¡al Isidoro no lo toquéis, al Isidoro no lo toquéis!»

Entrevista a Luis Gimeno, portavoz de la Coordinadora de Asambleas Republicanas de Pueblos de Madrid.

“Los mandos de la Policía franquista gritaban, por Felipe González, «¡al Isidoro no lo toquéis, al Isidoro no lo toquéis!»” / Javier Lezaola

La Consulta Popular Estatal Monarquía o República ya tiene fecha: el sábado 14 de mayo del próximo año 2022. Así lo acordó la Plataforma Consulta Popular Estatal Monarquía o República en una asamblea presencial celebrada este 7 de noviembre en Madrid. La plataforma –constituida en octubre de 2019 en Madrid con el objetivo de impulsar y organizar esta consulta popular estatal– está integrada por organizaciones políticas, sindicales y sociales, por otras plataformas que ya han promovido consultas sectoriales –en universidades– o territoriales y por la mayoría del movimiento republicano. Luis Gimeno (Madrid, 1957) es el coordinador de la Asamblea de Leganés por la República y el portavoz de la Coordinadora de Asambleas Republicanas de Pueblos de Madrid, uno de los colectivos que integran la plataforma. “He vivido la transición, siempre he sido buen militante y tengo buena memoria histórica”, advierte.

PREGUNTA– Hubo un tiempo en que la ‘lucha’ republicana se reducía a la organización de cenas…

RESPUESTA– Sí, sí. A finales de los setenta y principios de los ochenta, los republicanos lo que solíamos hacer es organizar comidas o cenas los 14 de abril, porque las posibilidades de hacer manifestaciones republicanas estaban muy complicadas, y entonces nos refugiábamos en celebrar, en todos los barrios donde podíamos, el 14 de abril con una cena, y eso se producía en muchos ámbitos del Estado. No éramos capaces… Nos habían vencido –es que es así– y nos refugiábamos casi en la clandestinidad haciendo cenas republicanas.

P.– Pero ya habéis adelantado que queréis convertir el próximo 14 de mayo en “una gran jornada de participación democrática y libre expresión popular”.

R.– Sí, pero para la Coordinadora de Asambleas Republicanas de Pueblos de Madrid el objetivo no es la consulta en sí, sino crear movimiento republicano: si en Madrid hoy tenemos 20 asambleas republicanas, que tras la consulta tengamos 40 y formar ese movimiento republicano asambleario y popular que creo que la sociedad necesita, con el objetivo a su vez de ir hacia un proceso constituyente para proclamar la III República. Y para eso hace falta tener un movimiento popular republicano fuerte y ubicado en la base de la sociedad: en cada pueblo, en cada ciudad, en cada barrio… Esa es la intención y en esa línea estamos trabajando.

P.– De hecho, sois conscientes de que esa consulta popular estatal no podrá tener carácter vinculante, pero aun así la consideráis importante.

R.– La consideramos importante porque puede dar un vuelco importante al movimiento republicano, puede hacer que el movimiento republicano sea más grande, más fuerte y más potente. En política todo es muy complicado, pero si se hacen bien las cosas, a partir del próximo 14 de mayo puede haber una repercusión mucho mayor del movimiento republicano en la sociedad, de cara a los procesos constituyentes que puedan venir.

P.– Como siempre, de los medios de comunicación no podréis esperar mucho…

R.– Con los medios de comunicación en términos generales –hay excepciones– el movimiento republicano lo tenemos muy complicado. Los medios de comunicación están en manos de grandes empresas, y el verdadero poder de este país y del mundo, el poder económico, será el que decida qué se publica y qué no, porque para eso los medios de comunicación son suyos.

P.– Venís denunciando que la mayoría de la actual población del Estado español no pudo participar en el referéndum sobre la Constitución de 1978 y que nadie –ni siquiera quienes sí pudieron participar en ese referéndum– pudo elegir entonces entre monarquía y república, un tema –el de la forma de Estado– que fue eliminado del debate abierto en la Transición del franquismo al régimen del 78 y sobre el que nadie ha podido “decidir” tampoco después…

R.– Desgraciadamente, con el franquismo no se rompió, y lo que se hizo es reformarlo. Nos dejaron en herencia a Juan Carlos y no nos dejaron elegir. Hay gente que plantea que con la Constitución ya elegimos, pero no elegimos, nos dijeron “son lentejas: o esto o seguimos con el franquismo”. Nadie, sea de la edad que sea, ha podido elegir entre monarquía y república, y ya es el momento de que podamos decidir.

P.– Tú viviste la restauración borbónica que el general golpista Francisco Franco impuso a su muerte en 1975 y viviste la propia Transición, y todo ello lo viviste desde la lucha republicana. ¿Cómo recuerdas aquella etapa?

R.– Sí, yo empecé a militar políticamente en el 75. Las raíces de mi familia eran todas republicanas: vivieron la República, mi padre hizo voluntario la guerra en el bando republicano, mi madre padeció la represión; su padre, mi abuelo, padeció la cárcel… Mi familia recibió mucha represión, pero en este país ese sentimiento en términos generales se ha quedado en el ámbito de la familia hasta que por fin hemos podido ir sacándolo. Toda la militancia política de izquierdas tenemos ahí el sentimiento republicano, porque en el Estado español –no en otros lugares– el republicanismo es un sentimiento de izquierdas, por toda la historia que hemos padecido…

P.– ¿Pero cómo recuerdas aquella etapa de la Transición y cómo has vivido estas más de cuatro décadas de régimen del 78?

R.– La organización que era más capaz de movilizar en aquellos tiempos –en el tardofranquismo y al principio de la Transición– optó por la reforma, la reforma llevaba consigo el mantenimiento de la monarquía y la consecuencia es que esa organización, cuando íbamos a sus mítines gente que sentíamos y decíamos que la república debería recuperarse –la legitimidad democrática es la república, que si se interrumpió fue por un golpe de Estado–, nos reprimía; en esos mítines, a mucha gente le han pegado más de un palo y le han retirado la bandera republicana de forma bastante violenta… Los que nos mantuvimos como republicanos sufrimos esa represión directa por parte de organizaciones de izquierdas por llevar banderas republicanas a determinados mítines…

P.– Te refieres al PCE, ¿no?

R.– Sí, porque en aquella época el PSOE no ‘existía’, pero yo no quiero meter caña contra nadie. Yo siempre he sido comunista pero nunca he sido del PCE, aunque participando en la coordinadora y promocionando la consulta popular estatal del próximo 14 de mayo también hay gente del PCE… Desde 2005 o 2010, el sentimiento republicano ha venido creciendo poco a poco, y también tiene que ver con que organizaciones que apoyaron la reforma empiezan a renunciar a la reforma y a hablar de república…

P.– Hubo un cambio en la Fiesta del PCE de 1996, cuando el entonces secretario general del partido, Julio Anguita, dijo aquello de “el PCE es republicano”, y empezaron a verse banderas republicanas en las sedes y en los actos del partido…

R.– Sí, ahí por parte del PCE hay un cambio de actitud que favorece un poco el movimiento republicano, pero el movimiento republicano es mucho más que una organización o un partido.

“Hemos vivido veinte o treinta años de un desierto bastante grande y muy árido”

P.– Hablábamos de la Transición. Después de aquello…

R.– Después de aquello vino la movida madrileña y la desnaturalización del movimiento político transformador –que fue quedándose en casi nada–, y hemos vivido veinte o treinta años de un desierto bastante grande y muy árido. En aquellos tiempos no veías una bandera republicana, y si la veías, era de forma muy esporádica.

P.– En este sentido, ¿cómo valoras el giro que supuso aquel discurso de Anguita?

R.– Lo valoro como interesante, porque se empieza a romper con ese desierto que vivimos durante muchos años. Ese giro fue interesante porque con él se empieza a poner en duda la propia Transición: que al haber habido reforma y no ruptura, muchos problemas no se resolvieron en su momento, se dejaron ahí, y los estamos padeciendo. Ahora toca ir viendo cómo se cambian esas cosas que no se cambiaron…

P.– Entonces había sectores que se reclamaban “juancarlistas”, gente que no era –o decía que no era– monárquica sino republicana pero que aceptó la monarquía y apoyó a Juan Carlos I porque, según decía, era un rey muy democrático y muy modélico. ¿Qué ha sido de toda aquella gente, ha pasado a engrosar las filas del republicanismo o se ha hecho “felipista”? Es un poco raro…

R.– Sí, es un poco raro. Se llamaban “juancarlistas” y decían que eran republicanos, pero “ese señor tan campechano, tan buena persona, tan buena gente…”. Ya nos ha demostrado lo buena gente que es, nos ha demostrado que es una persona muy honrada, que no se lleva ni un duro que no le pertenezca. Ahora serán “felipistas” sí, muchos de ellos se habrán convertido en “felipistas”. De hecho, está claro que, ante los escándalos del emérito, esos mismos que se llamaban “juancarlistas” están protegiendo a Felipe…

P.– Sí, porque da la impresión de que son prácticamente los mismos sectores, ¿no?

R.– Sí, sí. Yo creo que tenemos un fraude democrático tremendo que tenemos que variar, porque no puede ser la situación que estamos teniendo. ¿Cómo puede ser que un señor que nos representa a todos haga negocios como está haciendo? Y al hijo lo protegen: toda la familia está implicada, menos el hijo… ¿Cómo es esto? Que me lo expliquen. ¿Cómo puede ser que toda la familia esté metida en el ajo menos el que está en la Jefatura del Estado? No es comprensible, cualquier raciocinio inteligente dice que no puede ser…

P.– Y lo protegen prácticamente con los mismos argumentos con los que protegían a su padre.

R.– Sí, ni siquiera han buscado nuevos argumentos; es que es difícil encontrarlos. Si uno se llama demócrata, es difícil sostener que la persona más importante del Estado –que es el jefe del Estado– no sea elegida; es que no tiene sentido…

P.– ¿Temes que pueda estar preparándose una especie de operación de lavado de cara de la monarquía a través de una reforma de la Constitución de 1978 que por ejemplo elimine del texto constitucional el nombre de Juan Carlos de Borbón, la inviolabilidad de la persona del rey o la preferencia del varón sobre la mujer en la línea de sucesión al trono pero mantenga la monarquía y su esencia?

R.– Los monárquicos y los juancarlistas y felipistas seguramente intentarán esa vía, porque si quieren mantener el sistema tienen que abrir alguna válvula de escape antes de que la olla estalle, y creo que su opción será reformar la Constitución en ese sentido. Lógicamente, el movimiento republicano tendrá que rechazar de plano ese tipo de reformas si vinieran. Yo creo que sí es posible que vengan, pero el movimiento republicano no puede permitirlo y tendrá que oponerse radicalmente a ello.

“Esa fue la respuesta de la monarquía contra la gente que queríamos la democracia y que íbamos más lejos: la represión”

P.– Antes decías que empezaste a militar políticamente en 1975, que es el año de la II Restauración borbónica y de la coronación de Juan Carlos I, una semana después de la muerte de Franco. ¿Qué recuerdas de aquel día?

R.– Aquel día se convocó una concentración, frente a la cárcel de Carabanchel, a la que fuimos unas 5.000 personas, y recibimos la represión absoluta: con caballos…, como en aquellos tiempos se estilaba la represión. Esa fue la respuesta de la monarquía contra la gente que queríamos la democracia y que íbamos más lejos: la represión. Era la época del franquismo, y aun así logramos juntarnos unas 5.000 personas frente a la cárcel de Carabanchel. Recuerdo que en aquella concentración coincidimos con gente como Nines Maestro…

P.– Nines Maestro entonces estaba en el PCE…

R.– Sí, Nines Maestro ha tenido una evolución política interesante: de estar en el apoyo a la reforma a hoy estar por la ruptura.

P.– Hablabas de la represión, que fue brutal durante toda la Transición…

R.– Sobre esa represión puedo contarte una anécdota…

P.– Adelante.

R.– Esto es información fidedigna, ¿eh?

P.– No lo dudo.

R.– La Federación de Asociaciones de Vecinos convocó en el Cine Alcalá de Madrid una asamblea que fue prohibida, y entonces bajábamos todos en manifestación por Alcalá hacia Sol pero no llegamos a Sol porque a la altura del Metro de Retiro hubo una fuerte represión como consecuencia de la cual por ejemplo mi madre perdió la vista de un ojo y tuvo que ser hospitalizada en La Paz. En aquella manifestación estaba Felipe González –Isidoro, como le llamaban entonces–; nosotros en aquellos tiempos controlábamos las comunicaciones de la Policía y escuchábamos sus emisoras, y recuerdo cómo transmitían los mandos de la Policía franquista que “al Isidoro” ni se le tocara: “¡Al Isidoro no lo toquéis! ¡Al Isidoro no lo toquéis!…”. Al movimiento avalado por la socialdemocracia europea no se le reprimía a tope, mientras a los demás nos daban bien de hostias y mi madre perdió la vista de un ojo, se quedó sin un ojo.

P.– ¿Cuándo pasó aquello?

R.– Fue en el 76, antes de entrar en el proceso de la reforma por parte de la oposición. Digamos que la ‘Platajunta’ [denominación popular del organismo de oposición al franquismo Coordinación Democrática, fruto de la fusión de la Plataforma de Convergencia Democrática con la Junta Democrática de España] aún estaba por la ruptura.

P.– Las cosas cambiaron poco después…

R.– Sí, yo creo que las cosas empiezan a cambiar tras salir adelante el referéndum sobre la Ley para la Reforma Política, aunque cuando se visibiliza con claridad política la opción por la reforma es con el asesinato de los abogados de Atocha. Ahí es donde las fuerzas con mayor capacidad de movilización –el PCE e incluso el PSOE– optan por la vía de la reforma, y una parte importante de la oposición nos mantenemos en la ruptura y en ese mismo entierro decidimos que no hay que guardar silencio, que hay que gritar y que hay que continuar con la ruptura. De hecho, salieron dos manifestaciones importantísimas, una –la más numerosa– hacia el cementerio de La Almudena, y otra hacia el cementerio de Carabanchel, en la que participamos unas 3.000 o 4.000 personas. Las fuerzas rupturistas decidimos que teníamos que movilizarnos más todavía.

P.– Las fuerzas que no pudieron presentarse con sus siglas a las generales de junio de 1977, las primeras elecciones desde la II República…

R.– Exactamente.

P.– ¿Crees que el propio atentado contra los abogados de Atocha pudo tener alguna motivación de ese tipo?

R.– Yo creo que fue el aviso del fascismo, de decir “eh, que esto tiene un límite; que esto tiene un límite, no os paséis”. Y los que argumentaban que había que votar sí a la Constitución decían que “o eso o un golpe de Estado”, y ese fue el mayor chantaje emocional que se le hizo a la gente de izquierdas para votar favorablemente a esa Constitución: “Es que si no tenemos esto, volvemos al fascismo”. Era lo que nos planteaban, pero algunos no quisimos caer en ello, y luego el tiempo… Como puedes ver, en casi todas las organizaciones de izquierdas ya se pone en duda la Transición.

P.– ¿Crees que la irrupción de Podemos ha tenido algo que ver en esto que apuntas, en esa generalización del cuestionamiento de la Transición y del propio régimen del 78 –un cuestionamiento que hasta la irrupción de Podemos estaba mucho menos extendido–, así como en el avance de la lucha republicana?

R.– Algo influye, pero más que nada porque en 2011 hay un momento de ruptura y después nace Podemos y genera ilusiones que no se tenían. En ese aspecto sí, aunque a Podemos le falta posicionarse de una forma mucho más clara con el movimiento republicano. De todas formas, en la coordinadora hay mucha gente de Podemos que claro que está influyendo.


Fuente → luhnoticias.es

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