Para entendernos y facilitar un poco la comunicación vamos a dividir la cuestión ideológica en solo dos corrientes: la Conservadora y la Progresista.
La ideología Conservadora quiere que las cosas se queden como están. Por eso los poderosos son conservadores. Es lógico, no quieren que nada cambie. Aquellas personas que no estudian, que no evolucionan, aquellas personas cuya visión del mundo está basada en creencias y no en razones o hechos positivos (científicos) también son conservadoras. Es lógico, se sienten amenazadas por un mundo nuevo que no comprenden. Por eso las personas mayores suelen ser conservadoras, porque quieren mantener “lo ganado” y que los dejen como están; por el contrario, las personas jóvenes necesitan que “algo se mueva” que algo cambie para que ellas puedan tener su sitio en un mundo que saben diferente al de sus padres.
La ideología Progresista quiere que las cosas cambien. Y que lo hagan para mejor, claro está. Es humana condición querer mantener lo que se tiene, pero también lo es querer mejorar en la vida. Y no estamos hablando solamente de los avances sanitarios o científicos. Las personas jóvenes suelen ser progresistas. Es especialmente grave la juventud que es conservadora, porque si bien en las personas mayores el espíritu que alimenta su conservadurismo es el miedo (algo comprensible), en la juventud es el fanatismo y la falta de lucidez, lo cual es muchísimo más grave. La Razón (no me refiero al periódico) es muy habitualmente Progresista, y es lógico también, ya que la Razón solo se pone en marcha para mejorar lo conocido, o arreglar lo que está roto. La Cultura también suele ser Progresista, porque cuando se contrastan experiencias, ideas y formas, se llega a la conclusión de que la existencia misma del ser humano se basa en la evolución y en el cambio. Conservando, por supuesto, lo que sabemos que funciona, aunque sin renunciar a poder mejorarlo.
Dicho todo esto, ¿sobre quién ejercemos el Control Social? Parecería después de estas palabras que no hubiera que tener que ejercerlo sobre ninguna persona por ser progresista o conservadora, pero lo cierto es que tenemos a día de hoy una monstruosa Ley de Seguridad Ciudadana, conocida como Ley Mordaza, que criminaliza la protesta (necesaria en la lucha contra la injusticia) y otorga a las Fuerzas de Seguridad del Estado la inmunidad de facto para que ejerzan con la máxima dureza toda la crueldad de la que se sientan capaces, sin ningún o muy poco compromiso. Esta Ley la impuso el Partido de los Poderosos (PP) para contener a la población que sabía perfectamente se iba a revelar contra sus brutales recortes. Ahora les molesta mucho que se quite, porque es su “joya de la corona”. Al mismo tiempo les molesta mucho ir a la cárcel o ser investigados por sus casos de corrupción. Y curiosamente, cuando son detenidos, son tratados con extrema amabilidad por la misma policía que apalea a los trabajadores. Pues bien, debemos considerar legítima esa Ley Mordaza que fue promulgada por un gobierno salido de las urnas; del mismo modo, es igualmente legítimo que otro gobierno, también salido de las urnas, la derogue. Basta ya de policías ultramontanos diciendo gilipolleces como que “nos sentimos indefensos” ¿Acaso estaban indefensos antes?
Un saludo a todo el mundo
Fuente → diario16.com
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