Campo de exterminio de Las Arenas (Sevilla), cuando los franquistas enseñaron a los nazis a matar más y mejor

Campo de exterminio de Las Arenas (Sevilla), cuando los franquistas enseñaron a los nazis a matar más y mejor

En La Algaba (Sevilla), era conocido por todos la existencia de “Las Arenas”, un campo de exterminio y reclusión que permaneció abierto entre septiembre de 1941 y el verano de 1942. Muchos presos eran mendigos tratados como presos políticos en la dictadura franquista, encarcelados sin actuación de tribunales, no los castigaban y encerraban por delincuentes sino por su forma de vida. No se puede decir a medias tintas. En el campo no solo ingresaron mendigos sino que también se incorporaron reclusos a los que por otros motivos, se les aplicó la ley de vagos y maleantes después de la rebelión fascista del 36.

Fueron encerrados en un terreno con vallas y personal de vigilancia para que no escaparan. En la Fosa de La Algaba del campo de exterminio de Las Arenas no hay fusilados, ninguna de las víctimas exhumadas, tenía orificios de bala. Todos murieron porque fueron condenados a las peores y terribles situaciones de carestía, morir de frío, hambre y enfermedades. Restos de cadáveres enterrados sin cajas, hacinados y sepultados como animales. Era lo que se conocía en la Alemania Nazi como un campo exterminio, un ejemplo de las barbaridades franquistas, que hicieron desaparecer a la población molesta de los pobres vencidos en la guerra civil, y que hoy merecen recuperar su dignidad como seres humanos.

Todos murieron entre agosto de 1941 y diciembre de 1942. En la fosa de las Arenas hay 144 víctimas. En la etapa más dura moría una media de más de 14 reclusos por mes. A los fallecidos los traían en un carro tirado por mulas, acompañados siempre por Baltazar, el encargado del campo, que iba siempre a lomos de su caballo blanco. Los enterraban en la fosa del cementerio donde algunos de ellos, como recuerdan varios vecinos, llegaban vivos; allí mismo los remataban; a veces, por la noche, salían de la zanja donde habían sido enterrados.

Juana González nunca conoció a su tío, Juan Luis Monge, pero sí el dolor de por vida de su abuela Francisca, que nunca olvidó como “a su niño se lo llevaron en un coche desde Chucena, Huelva, y nunca más se supo de su paradero. El alcalde franquista dio la orden de quitarlo de en medio. No hacía daño a nadie, pero tenía una discapacidad intelectual y no tuvieron piedad. Aquello que hicieron no tuvo nombre y era imposible en aquellos días de la dictadura meterse a investigar”. Juan Luis paseaba por las calles del pueblo, tenía 18 años y murió en el campo de las Arenas el 7 de mayo de 1942.

La misma edad tenía Manuel Pereira Buzón, natural de San Pedro de Ancorados, en Pontevedra, cuando murió muy joven en el campo de las Arenas sin conocer qué ocurrió en su viaje a Cádiz, donde quería embarcarse en busca de una vida mejor. Se desconoce qué ocurrió en aquel viaje, dónde acabó y menos las circunstancias que lo llevaron a aquel campo en el que murió el 14 de julio de 1942 de tifus exantemático.

Gracias a la Asociación Comarcal Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir se han localizado algunos familiares. Pero falta mucha información, sigue siendo un trabajo muy complicado, porque han pasado muchos años, y por las difíciles y especiales circunstancias personales en que vivían muchas de las víctimas del campo de exterminio. Las excavaciones y exhumaciones se están realizando en el parque que con anterioridad era el cementerio viejo del municipio. Las excavaciones están paradas desde el año 2015, en una zona acotada dentro del actual parque.

Aterra ver las fotografías de lo ocurrido aquellos días de posguerra. Estos hechos han quedado en la retina y en la memoria de muchos de nuestros mayores que lo han trasladado a las generaciones posteriores, quedando frases en el pueblo como ‘eres más malo que Baltazar’ o ‘el caballo blanco de Baltazar’ que aun hoy prevalecen. Cosas así te impresionan sobrecogen, pero animan para seguir trabajando en la recuperación de la Memoria y Dignificación de las víctimas.


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