Existe una élite liberal globalista que conspira para sustituir a la civilización europea, blanca y cristiana, de origen grecolatino, y aplastarla bajo toneladas y toneladas de inmigrantes musulmanes, africanos o latinoamericanos, todo en el espacio de una sola generación. Es lo que dice una teoría de la conspiración conocida como “el gran reemplazo” y difundida por el pensador francés Renaud Camus, sobre todo a través de su libro homónimo (Le Grand Remplacement) publicado en 2011. Esas élites conseguirían así dominar a unas masas homogéneas, sin identidad nacional, pasada por la batidora multicultural y fácilmente manipulable.
Camus, antaño prestigioso escritor, icono homosexual (según le calificó la revista estadounidense The Nation) apoyado por grandes pensadores como Roland Barthes, es ahora un personaje marginal que autoedita sus libros y tiene su impacto en el mundo con consecuencias indeseables. El escritor considera el gran reemplazo como un hecho histórico de esos que se escriben con mayúsculas, como la Revolución Francesa o la Gran Depresión. Algunos de sus seguidores han acuñado el eslogan “no nos reemplazarán”, que se ha visto en diversas manifestaciones de la ultraderecha racista. El periodista Eric Zemmour, con su discurso antinmigración inspirado en esta teoría de la conspiración, irrumpe con fuerza en la política gala y trata de adelantar a la ultraderechista Marine Le Pen, haciéndola parecer demasiado blanda: “Los franceses deben luchar por defender Francia tal como la conocemos: lo que está en juego es la civilización, la sustitución de un pueblo”, declaró recientemente a este periódico.
Según la teoría del gran reemplazo la población no europea que llega al continente está creciendo mientras que la nativa disminuye, de modo que llegará el momento en que lo europeo se disolverá, víctima de las migraciones y el multiculturalismo. “Para Camus basta pasearse por Francia para observar la realidad de su teoría, la invasión musulmana, pero es una mera observación subjetiva. Los datos demográficos que aporta no se sostienen”, explica Alejandro M. Gallo, autor de Crítica de la razón paranoide (Reino de Cordelia), una enciclopédica obra sobre teorías de la conspiración. Por supuesto, no hay evidencias de que ninguna élite esté conspirando en este sentido.
Más allá de los comprensibles retos que plantean las migraciones masivas que se avecinan, la idea de una invasión musulmana ha rondado la imaginación europea desde hace tiempo. Por ejemplo, en formas que recoge Gallo, como la novela distópica Le Camp des Saints, de Jean Raspail, publicada en 1973 con el título en español de El desembarco, en la que el último país europeo resistente era Suiza. O en otra teoría de la conspiración preliminar conocida como plan Kalergi, difundida desde los años setenta por grupos de extrema derecha, que alerta de un plan para disolver la raza blanca en contacto con grupos migrantes del Tercer Mundo. Una engañifa semejante a la panfletaria Los protocolos de los sabios de Sion, que tanto ayudó a difundir el antisemitismo.
Un ejemplo más reciente es la célebre y polémica novela Sumisión (Anagrama) de Michel Houellebecq, en la que una formación política islamista, con apoyo de los bienintencionados socialistas, llega al Gobierno de Francia e impone su cultura y costumbres a las tradiciones europeas. La teoría del gran reemplazo le ha dado nuevos bríos a este miedo larvado y tiene sus voceros en la actualidad, como el foro 8chan o la youtuber estadounidense de la alt-right Lauren Southern.
El gran reemplazo es una forma de abordar el reto de las migraciones masivas de una manera típica del pensamiento conspiranoico: los adeptos de estas teorías suelen pensar en el enemigo exterior, el control de las élites y el catastrofismo. “Hay procesos sociales, como son las cuestiones migratorias, que tienen causas muy complejas, algunas de ellas hunden sus raíces en un pasado remoto”, explica el periodista Noel Ceballos, autor de El pensamiento conspiranoico (Arpa). “Las teorías de la conspiración descomplejizan la realidad, la simplifican, y muchas veces reafirman los prejuicios de los creyentes”.
“Aunque nos parezcan extravagantes y alocadas, las teorías de la conspiración pueden tener terribles consecuencias en el mundo real”, explica Gallo. En conexión con el gran reemplazo pueden contarse diversos actos violentos perpetrados por supremacistas blancos: la matanza de la isla noruega Utoya, en la que Anders Behring asesinó a 77 personas para evitar una invasión musulmana, o los atentados de 2019 en Christchurch, Nueva Zelanda, en los que Brenton Tarrant, seguidor del gran reemplazo, asesinó a 51 personas en dos mezquitas. También en 2019 un hombre entró en un Walmart de El Paso, Texas, y mató a 22 personas al tiempo que lanzaba un manifiesto racista donde citaba esta teoría de la conspiración, en versión estadounidense: la invasión hispana de Texas. Son solo algunos ejemplos. Otro hecho reseñable es el suicidio de Dominique Venner en 2013: este agitador de la extrema derecha gala se suicidó muy teatralmente con una pistola en un altar de Notre Dame como proclama contra el gran reemplazo que amenaza Europa. A pesar de todo, Camus se ha desmarcado declarando que su pensamiento es partidario de la no violencia y que no es responsable de las interpretaciones que se hagan de sus textos.
La conspiranoia del gran reemplazo opera como la quintaesencia de la xenofobia, una teoría que engloba y supera a las pequeñas xenofobias mediopensionistas y domésticas. “Las teorías de la conspiración nos hablan de los grandes miedos y ansiedades de la sociedad”, explica Ceballos. “Para los populismos de extrema derecha estas teorías son una forma de pescar votos. Con ellas buscan el apoyo de esos votantes desencantados con el sistema, les dicen que sus peores pesadillas sobre ese sistema son realidad”. En Europa diferentes políticos ultras de relevancia, como Viktor Orbán en Hungría, Marine Le Pen en Francia o Geert Wilders en Holanda, han utilizado de un modo u otro argumentos similares. En España, Vox comienza a difundir tímidamente las tesis del gran reemplazo. Por ejemplo, en un acto celebrado en mayo en Sevilla, Santiago Abascal criticó la Agenda 2050 promovida por el Gobierno de Pedro Sánchez: “Es una agenda de sustitución poblacional”, dijo el líder ultra. Las tendencias en teorías de la conspiración, como en la moda o en la música, suelen nacer en el extranjero, pero acaban por ponerse de moda aquí.
Fuente → elpais.com
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