Nada que celebrar asesinos

Nada que celebrar asesinos
Francisco González Tejera
 

“¿Realmente quieren los españoles que su día sea el día en el que hubo un genocidio donde han muerto millones de personas, donde murieron pueblos enteros, donde se arrasaron muchas culturas?”

Rose Maloka

Estos días tras la publicación de mi crítica a la declaración de la nazi-fascista Ayuso, encubriendo y justificando el genocidio canario-americano, he recibido algunos insultos en mi muro por parte de perfiles onda PP, Vox, PSOE…, atacándome con el tema de esta aberración del Día de la raza o 12 de octubre y su mierda de hispanidad.

La verdad creía que ya tenían superado el «trauma» de que los sanguinarios conquistadores españoles asesinaron a más de ochenta millones de indígenas en pocos años, que se había asumido ya por la conspicua madre patria, que mataron y destrozaron a pueblos enteros para enriquecer a la basura monárquica, pero ni de coña, seguimos igual que en los siglos de la quema de brujas por la puta Inquisición.

La historia la escriben los vencedores, pero les jode que algunos sigamos contando otro relato contrario al oficial, pero cojones fueron millones de personas inocentes asesinadas, atravesadas por las lanzas y las cruces de la criminal Iglesia Católica, por las espadas de esa basura con patas que es la Corona de ahora y de siempre.

Por eso cuando el martes saquen sus tropas a desfilar por Madrid con ese olor a fascismo y barro de cuneta, yo estaré al otro lado, orgulloso de no pertenecer a toda esa mierda, la que constituye una España de corrupción, crímenes, holocaustos, robos, saqueos, aculturización, siempre contra quienes lucharon por su identidad, por su verdadera patria digna, por su cultura ancestral, por la libertad.

Me la suda apellidarme «González» y que ese apellido, como dicen los acusadores, pueda venir de esa España negra y sanguinaria o de donde coño sea, mi corazón siempre estará al lado de quienes sufrieron el genocidio, me siento parte de esa dignidad, la que sigue abrazada a la paz, a los árboles, a la sangre de la Madre Tierra.


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