“Los arqueólogos somos historiadores y esta es una página de la historia que está sin escribir”, así reivindica el arqueólogo José Ignacio Lorenzo su labor en Belchite, en la provincia de Zaragoza, en la región española de Aragón.
Los horrores de la Guerra Civil española salen a la luz en Aragón / Jon Cordero
Allí, junto a otros cinco compañeros, se afana desde hace un mes en rescatar los huesos de los vecinos del pueblo que fueron fusilados durante la Guerra Civil española.
Basándose en distintos documentos históricos han descubierto ya dos fosas, en las que de momento han salido a la luz 22 cadáveres, aunque estiman que hay varias decenas más.
Fosa común en Belchilte, Zaragoza © Foto : Cortesía de Gonzalo García |
Están en el cementerio de esta localidad, que en el año 1936, cuando estalló la contienda que llevó a los españoles a matarse entre sí, tenía entre 3.800 y 4.000 habitantes y una pujante economía agrícola relacionada con el aceite de oliva.
Los trabajos están en una primera fase en el interior del cementerio y
posteriormente seguirán las exhumaciones en la parte exterior, junto a
los muros, donde les consta que hay más cadáveres y que podrían llegar
hasta a 200.
Este dato lo aporta a Sputnik el arqueólogo que coordina los trabajos, que añade que los cálculos hablan de 400 víctimas civiles (los no caídos en combate) entre los vecinos del pueblo, un 10% de la población y que no todos están en el cementerio.
El relato del falangista
Uno
de los testimonios fue rescatado del archivo de la Guerra Civil de
Salamanca y en él un hombre del pueblo, miembro de la Falange, confesó haber matado a 50 de sus vecinos.
"Dice
que se hace de Falange el día 19 de julio del 36", explica Lorenzo, que
es el mismo día que esta facción de la Guerra, la del Bando Nacional,
toma la localidad.
Sigue
narrando este arqueólogo y antropólogo, en conversación con la agencia
Sputnik, que "después lo detienen cuando toma la localidad las tropas
republicanas y es cuando testifica ante un tribunal. [...] Él reconoce
haber matado a 50 vecinos, pero otros compañeros suyos reconocen haber
matado a otros 150 esos días", señala José Ignacio Lorenzo, sobre uno de
los documentos históricos que ha tenido en sus manos y que le ha
servido de guía para las exhumaciones.
Lo primero, matar al alcalde
Uno de los primeros represaliados fue el alcalde socialista de la localidad, Mariano Castillo, junto con 14 concejales del Ayuntamiento, "era una persona muy señalada, estaba en la Ejecutiva regional del partido", explica José Ignacio Lorenzo.
La
historia de Belchite podría ser la de tantos otros lugares de la
geografía española, donde, en el verano de 1936, en medio de un clima de
agitación social provocada desde años atrás, estalló la Guerra Civil,
tras el levantamiento de parte del Ejército con el general Francisco
Franco a la cabeza, contra el Gobierno de la II República española.
Para
tratar de cerrar este capítulo de la historia de España de una manera
ordenada, el Gobierno aprobó a principios de este curso el Anteproyecto
de Ley de Memoria Democrática.
Es
la continuación de la pionera Ley de Memoria Histórica, aprobada en
2007 por el Gobierno también socialista de Rodríguez Zapatero, que
inició los trabajos de reparación de las víctimas del Franquismo, tres
décadas después de la muerte del dictador; una lentitud que contrasta
con otros procesos similares que han ido mucho más rápido, como el
argentino.
En
este anteproyecto de ley, que ahora se debate en el Parlamento, se
incluyen medidas, como el impulso al mapa de fosas, un protocolo para
las exhumaciones y la creación de un Banco Nacional de ADN de Víctimas
de la Guerra Civil y la Dictadura.
Precisamente,
una de las siguientes fases, conforme se empiecen a extraer los
primeros cadáveres que comienzan a aparecer en las fosas de Belchite
será cotejar su ADN con el de sus nietos, algunos de ellos ya
registrados; y otros, los que emigraron y se encuentran fuera de la
localidad, que comienzan a llamar al pueblo de sus abuelos tras conocer
los hallazgos por los medios de comunicación.
Será
entonces cuando esta población, que hoy cuenta con algo más de 1.500
habitantes pueda cerrar el capítulo más negro de su historia.
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