La retirada de las Brigadas Internacionales

El 28 de octubre de 1938, el gobierno de la II República anunciaba y procedía a la retirada de las Brigadas Internacionales, unidades de combate compuestas por voluntarios extranjeros que habían acudido a luchar en la guerra civil a favor de la República. Las primeras unidades habían entrado en combate por primera vez en la batalla de Madrid, siendo su participación decisiva en la defensa de la ciudad. Luego tomaron parte en prácticamente todas las grandes batallas de la guerra: Jarama, Guadalajara, Brunete, Belchite, Teruel, Ebro…

La retirada de las Brigadas Internacionales

Desde un primer momento, la Alemania nazi y la Italia fascista habían proporcionado a los militares sublevados cantidades ingentes de ayuda militar, material y humana, violando flagrantemente, y con la pasividad complaciente de Gran Bretaña y Francia, el acuerdo de no intervención que las grandes potencias habían suscrito, una ayuda al bando franquista que acabó decidiendo el curso de la guerra. Como réplica, la Internacional convocó cuerpos de voluntarios antifascistas para ir a combatir a España en defensa de la República.

Hay diferentes estimaciones sobre el total de brigadistas que combatieron a lo largo de toda la guerra, que van desde 35.000 hasta los 60.000

Hay diferentes estimaciones sobre el total de brigadistas que combatieron a lo largo de toda la guerra, que van desde 35.000 hasta los 60.000, aunque no parece que hubiera en ningún momento más de 20.000 combatiendo a un mismo tiempo en el frente. El número total de muertos se estima entre 15.000 y 20.000. Estaban compuestas por voluntarios extranjeros de todas las nacionalidades, siendo los más numerosos los franceses. Su procedencia era diversa, desde antiguos combatientes con experiencia militar, hasta obreros o universitarios concienciados políticamente.

Su alto valor combativo y disciplina, frente a la endémica desorganización de los cuerpos de milicianos, sobre todo en los inicios de la guerra, hizo que fueran utilizadas como tropa de choque y en defensa de posiciones clave, de ahí el alto número de bajas, proporcionalmente muy superior al del resto de unidades republicanas. Su cuartel general se situó durante toda la guerra en la base de Los Llanos (Albacete). Cuando el número de brigadistas procedentes de un mismo país lo permitía, fueron agrupados en batallones o brigadas de una misma nacionalidad o lengua. Tal fue el caso de los batallones Lincoln –norteamericanos-, Garibaldi –italianos-, Taelmann –alemanes-, Benito Juárez –mexicanos-, André Marty, Germinal o Comuna de París –franceses y belgas-, Connolly –irlandeses-, del batallón británico –ingleses, galeses y escoceses-…

Cuando el número de brigadistas procedentes de un mismo país lo permitía, fueron agrupados en batallones o brigadas de una misma nacionalidad o lengua

En octubre de 1938, la II República tenía la guerra militarmente perdida. La ofensiva del Ebro lanzada a finales de julio se había estancado tras el fulgurante avance inicial, y las sucesivas contraofensivas franquistas habían castigado muy severamente a las fuerzas republicanas. La batalla del Ebro, que había sido el último intento republicano para enderezar el curso de la guerra, estaba agonizando. Y la República no iba a estar en condiciones de resistir ante la más que previsible ofensiva franquista –ya fuera en Cataluña o en Madrid- que iba a producirse tras el repliegue del ejército republicano a la orilla izquierda del Ebro.

La única esperanza de la República era que estallara un conflicto en Europa entre las democracias y el fascismo, que supusiera la abertura de la frontera francesa, y también, eventualmente, la intervención militar. Hitler acababa de invadir los Sudetes creando una crisis en Europa. Francia y el Reino Unido se pusieron del lado de la agredida Checoslovaquia, y la posibilidad de que las democracias se decidieran a ayudar de una vez a la República ante el doble juego italiano y alemán estaba sobre la mesa. Como gesto de buena voluntad para una retirada unilateral de los combatientes extranjeros en ambos bandos, los mandos de la República comenzaron a retirar del frente a las Brigadas Internacionales. Su último combate lo protagonizó el batallón inglés, de la XV Brigada, sufriendo cerca de un 40% de bajas.

Los pactos de Múnich significaron la claudicación de Francia e Inglaterra ante Hitler, que se quedó con las manos libres para invadir toda Checoslovaquia

Se trataba también de demostrar que la República se desmarcaba en parte de la URSS y de la Internacional Comunista. Si Franco no retiraba también los efectivos extranjeros, cuya dimensión sobre todo en material militar era muy superior, y con la crisis de los Sudetes, Gran Bretaña, o como mínimo Francia, podían decidirse de una vez a ayudar a la República. Por otro lado, la retirada i licenciamiento de las Brigadas Internacionales no iba a suponer ningún gran quebranto militar: la batalla del Ebro estaba igualmente perdida, y la guerra también. La única esperanza era que Francia abriera las fronteras y proporcionara equipamiento militar, o eventualmente, si la cosa se complicaba más en Europa, que interviniera directamente… Era la única esperanza.

No fueron así las cosas. Los pactos de Múnich significaron la claudicación de Francia e Inglaterra ante Hitler, que se quedó con las manos libres para invadir toda Checoslovaquia –lo hizo en marzo de 1939- y siguió ayudando a Franco. Como era previsible, Franco inició su ofensiva en Cataluña en diciembre de 1939, dejando así a la República sin frontera con Francia y reducida a la zona del centro. La guerra concluyó el 1 de abril de 1939, con la rendición de la República tras el golpe de estado interno del coronel Casado.

Cinco meses después, Hitler invadía Polonia y estallaba la II Guerra Mundial.


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