La foto que ilustra este texto ha salpicado las redes y los medios
de comunicación, seguramente por la paradójico del hecho: en un acto
parasitado por la derecha y la ultraderecha, atraviesa el cielo de Madrid
una escuadrilla aérea, dejando tras de si una estela tricolor. Para
algunos una premonición, para otros una jugarreta al orden establecido,
quizás una pequeña victoria, un desliz, como aquel de la camiseta de la
selección española de fútbol…
Para mí, una sensación de tristeza y un miedo profundo. Tristeza
por lo que todo esto conlleva de banalización de un concepto -república-
y el miedo cierto a que el símbolo acabe por sustituir al concepto.
Leyendo algunos comentarios del hecho, escuchando, desde hace tiempo,
algunas opiniones, incluso de conocidos líderes de la izquierda
republicana, podría dar la impresión de que el primer paso para la
consagración del sueño republicano, estaría en la implantación de la
bandera tricolor.

Estoy seguro, porque lo he podido comprobar en muchos momentos
durante el ejercicio de mi actividad docente, que muchos jóvenes, que
muchos ciudadanos asocian, casi de forma exclusiva, la república con los
colores de una bandera, o que, como mucho, llegan al concepto como
negación de la monarquía. Un proceso de simpleza en grado dos o tres, en
cualquier caso, en grado alto.
¿Qué es un símbolo? ¿Cómo se produce el proceso de simbolización? ¿En qué consiste el proceso de función simbólica?
Un símbolo no es más que un signo capaz de representar una realidad
compleja alejada de su forma. Para un niño o niña, en proceso de
aprendizaje de la lectura, el dibujo de una casa, será un símbolo cuya
interpretación lo acercará a una realidad física localizada en su medio.
Más adelante será capaz de relacionar esa realidad física con otro
símbolo que, en su forma, no recogerá la realidad que representa: la
palabra «casa». Una vez dominado este proceso inicial de
simbolización que le permite relacionar una palabra -un grupo de
grafemas o fonemas- con un objeto físico, con un edificio, lo siguiente
será relacionar éstos con un concepto: «edificio constituido por estancias o habitaciones de diversa naturaleza donde se vive«.
Llegado a este punto, es decir, a la conexión del símbolo, de la
palabra, con un significado básico, la profundización y extensión del
mismo va a depender de la madurez y la educación del individuo. De forma
que habrá personas que añadan poco más a la simpleza del concepto
básico inicial y otras que lo conecten con un derecho humano, el derecho
a la vivienda con toda la complejidad conceptual que eso conlleva.
Si aplicamos este planteamiento al concepto que nos ocupa
-república- podemos encontrarnos que la relación de la ciudadanía con el
mismo será muy diversa, dependiendo de la superficialidad o de la
profundidad de la misma, de la educación y, por tanto, de su madurez.
Habrá quien en la república no vea más que un símbolo, el color de una
bandera o como mucho la ausencia de un rey o, más aún, la elección del
Jefe del Estado por parte de la ciudadanía. Bastaría entonces con que el
rey se sometiera a un plebiscito popular de forma periódica, y que ese
hecho, ese cambio lo condensáramos en el cromatismo de una bandera.

Poca cosa ¿no les parece? Sobre todo, cuando el concepto «república»
se puede y se debe asociar con una realidad más compleja que tiene que
ver con servicios públicos de calidad al alcance de toda la ciudadanía
sin distinción, Justicia universal, igualdad de género, de raza, de orientación sexual, libertad de pensamiento y creencia, laicismo y respeto al medioambiente como eje transversal por ser «la casa» de todos.
Cómo se llega a la interiorización colectiva y gradual de la
complejidad del concepto. Se podría llegar mediante un proceso
analítico, partiendo del símbolo, en este caso, de la bandera, o
trabajar la profundidad del concepto para llegar finalmente a
sintetizarlo en un símbolo, en una bandera. Entiendo que el primero
sería un error didáctico en el que correríamos el riesgo de que buena
parte de la ciudadanía se quedará en la superficialidad del mismo.
El sueño republicano no consiste en sustituir una bandera bicolor
por otra tricolor, es mucho más, es soñar un mundo mejor, un futuro
mejor para nuestros descendientes y eso sólo lo consigue la educación.
Fuente → lapajareramagazine.com
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