El día que Anguita desvinculó al PCE del pacto del 78

El histórico discurso, sobre los incumplimientos de la Constitución en “lo social” y en “el campo de las libertades o de los derechos humanos”, que el secretario general del partido pronunció en la Fiesta del PCE de 1996 cumple este lunes 25 años.
 
El día que Anguita desvinculó al PCE del pacto del 78
Javier Lezaola

Corría el fin de semana del viernes 13, sábado 14 y domingo 15 de septiembre de 1996. La Fiesta del Partido Comunista de España cumplía 20 años con un despliegue de mítines, charlas y actuaciones en una madrileña Casa de Campo abarrotada. Medio año antes, el resultado de las generales del 3 de marzo había desalojado del Gobierno central al PSOE de Felipe González –que gobernaba desde 1982–, dando paso al PP de José María Aznar –que gobernaría hasta 2004–. Unos van y otros vienen; el turnismo permanece. Hacía 18 años del pacto del 78, punto de partida del régimen del mismo nombre. Faltaban otros 18 años para la fundación de Podemos, el partido que sacudiría los cimientos del bipartidismo que marcó el reinado de Juan Carlos I.

Como siempre, el plato fuerte de la Fiesta del PCE fue el discurso del secretario general del partido, y el de 1996 no fue uno más. Fue histórico. Lo pronunció Julio Anguita, secretario general del PCE –partido con el que colaboraba desde 1969 y en el que militaba desde 1972– y coordinador general de Izquierda Unida, que alcanzó con él –como coordinador general y como candidato a la Presidencia del Gobierno español– los mejores resultados electorales de toda su historia: 18 escaños en las generales de 1993 y 21 en las de 1996. Algo inédito en la izquierda de ámbito estatal hasta las generales de 2015, cuando Podemos y sus confluencias irrumpieron en el Congreso con 69 escaños.

Cae la noche del viernes 13 de septiembre de 1996 cuando Anguita sube al escenario central de la Fiesta del PCE, el mismo en el que un rato después Manolo Tena cantará aquello de “las olas rompen el castillo de arena, la ceremonia de la desolación, soy un extraño en el paraíso, soy el juguete de la desilusión, estoy ardiendo y siento frío, frío, frío, frío…”.

“Nuestra historia está llena de propuestas de acuerdo o de pacto para consolidar un marco democrático; nuestra historia está llena de ejemplos que evidencian la prioridad que el PCE da a la democracia incluso sobre otros contenidos políticos inherentes a nuestra concepción del Estado y sus distintas formas de constituirse; nuestra historia está llena de cesiones transitorias en aspectos importantes para nosotros a cambio de conseguir la implantación de un sistema democrático…”.

Anguita avanza en su discurso y asegura que el PCE “sigue siendo en sus elaboraciones teóricas, en la orientación de sus líneas políticas y en el trabajo de sus hombres y mujeres un ferviente defensor del Estado social y democrático de derecho” recogido en el artículo 1 de la Constitución de 1978, tanto por sus “contenidos” en “lo social” y en “el campo de las libertades o de los derechos humanos” como porque constituye “una fase política necesaria en un país como el nuestro, tan atormentado por una historia de cuartelazos, pronunciamientos, fases autoritarias, dictaduras y juego sucio de una casta dominante”.

Pero a continuación advierte de que el partido “mantiene como principios y propuestas irrenunciables tres formulaciones que constituyen el eje medular de su propuesta alternativa al modelo de Estado y que no están recogidas en la Constitución de 1978”: uno, la “construcción” de un Estado “federal y solidario”; dos, el “reconocimiento” del “derecho de autodeterminación” de los pueblos, y tres, “la República”. “El PCE es republicano”, clama, entre aplausos, el secretario general.

Durante el discurso, Anguita explica por qué: “En las horas difíciles de la Transición”, el PCE, “en aras del consenso para que el Estado social y democrático de derecho estuviese contemplado en la Constitución”, priorizó “los contenidos del mismo” a la inclusión del Estado federal y solidario y del derecho de autodeterminación en la propia Constitución, “y pasó, transitoriamente, a un segundo plano, su lucha y su esfuerzo para que el futuro Estado español tuviese la forma republicana”.

Derecho al trabajo, vivienda digna y adecuada, interés general...

El Estado social y democrático de derecho se vertebra en torno a contenidos como “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo” (artículo 35), los poderes públicos “realizarán una política orientada al pleno empleo” (artículo 40) y “mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo” (artículo 41) o “todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada” (artículo 47). Y para que esos “objetivos del Estado social y democrático de derecho” puedan llevarse a cabo, la propia Constitución establece mecanismos tanto “de intervención pública” como “de participación” e incluso “proclama solemnemente” en su artículo 128 que “toda la riqueza del país en sus distintas formas y sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”, es decir “eleva a categoría de principio constitucional el que lo privado esté supeditado al interés general y no al revés”, añade el secretario general del PCE.

“El Estado social y democrático de derecho se cimenta también en el desarrollo de los derechos humanos en otras parcelas y en otros contenidos referidos a las libertades, la igualdad, el imperio de la ley y la justicia”, pues “sin la libertad y sin la democracia es imposible la justicia social”. “Luchar por los derechos sociales es luchar por las libertades y la democracia, y luchar por las libertades y la democracia es también luchar por la justicia social”, continúa Anguita, antes de citar otros artículos de la propia Constitución, como el 1 (“España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”) o el 14 (“los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”).

A continuación, el secretario general del PCE destaca “la negación de los contenidos sociales” de la Constitución –los índices de paro, de precariedad o de siniestralidad laboral son “los mayores de la Unión Europea”– y avisa de que “la actual política económica y social, junto con los principios del neoliberalismo que le han dado soporte ideológico y argumentación, pretende mantenerse y profundizarse cara al futuro”, en referencia al “mantenimiento en la posición de cumplir como sea y al precio social que sea los contenidos y plazos exigidos para la tercera fase de la moneda única previstos en el Tratado de la UE de Maastricht”. Recuerda también “la Ley Corcuera, el encarcelamiento de insumisos, el rosario interminable de escándalos y de corrupciones –aparentemente impunes–, el uso de lo público para fines privados, el cobro ilegal y corrupto de comisiones, la exaltación de la filosofía del enriquecimiento rápido y fácil y de la cultura del ‘pelotazo’, el trato, conculcador de derechos humanos, dado a los inmigrantes: esposados, drogados y entregados a países donde no se garantiza ni su integridad física ni su vida…”. Y advierte sobre que se avecina más –y peor– de lo mismo.

“El consenso constitucional, el pacto constitucional, ha sido mantenido por el PCE con una ejemplaridad a todas luces demostrada”, pero los “poderes económicos, fuerzas políticas, grupos sociales y colectivos enquistados en los aparatos de Estado con prácticas anticonstitucionales vienen vaciando de contenido el Estado social y democrático de derecho”, clama Anguita antes de advertir de que “esa es la parte” de la Constitución “que tienen que cumplir los poderes públicos y quienes los sostienen” y de que si no lo hacen, “el PCE se considerará libre de consensos y, denunciando el incumplimiento de los demás, pondrá en la primera línea de su propuesta contenidos y fórmulas de Estado enraizados en nuestra teoría política, en nuestra historia y en algo muy importante: nuestra cultura y nuestros sentimientos. ¡Viva el Partido Comunista de España!”.

Esos “poderes económicos, fuerzas políticas, grupos sociales y colectivos enquistados en los aparatos de Estado” nunca le perdonaron aquel discurso. Anguita abandonó el cargo de secretario general del PCE en 1998 y el de coordinador general de IU en 2000. Quienes lo sucedieron no siguieron su senda, y en 2011 irrumpió el 15M y en 2014 lo hizo Podemos, que hoy integra junto a otras formaciones –entre ellas, el PCE e IU– Unidas Podemos, socio del PSOE en el primer Gobierno de coalición de ámbito estatal desde la II República.

Eso sí, estoy seguro de que Anguita matizaría el titular de este artículo. Estoy convencido de que diría –de hecho, algo así me dijo, y publicado está– “yo no desvinculé al PCE del pacto del 78; fue el Comité Central del partido el que aprobó ese discurso en el que dijimos «firmamos un contrato y ustedes no lo han cumplido, por tanto nosotros nos consideramos al margen de ese contrato», y eso es algo de una lógica aplastante”. Y, una vez más, tendría razón. En cualquier caso, Anguita era consciente –y eso también me lo dijo– de que el gran error de su partido no fue tanto haber firmado el pacto del 78 como haber asumido oficialmente durante casi dos décadas el relato oficial de un régimen del 78 “plenamente democrático”, es decir el relato que al propio régimen del 78 le interesaba colocar para legitimarse. Algo a lo que Anguita, y el Comité Central que presidió desde 1988 hasta diez años después, pusieron fin una noche del verano del 96 de la que este lunes se cumplen 25 años.


Fuente → luhnoticias.es

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