Una Transición de leyenda
 
Una Transición de leyenda
Enric Llopis

El 22 de abril de 1975 en Getxo (Bizkaia), un atentado de ETA terminó con la vida del inspector de policía José Ramón González. Cuatro días después se declaró, durante tres meses, el Estado de Excepción en Bizkaia y Gipuzkoa. Barcelona, 5 de diciembre de 1982: tres policías matan al dirigente histórico de los GRAPO Juan Martín Luna (pocos días antes Felipe González había accedido a la presidencia del Gobierno).

Es el recorrido temporal que plantea el libro de la historiadora Sophie Baby El mito de la Transición pacífica. Violencia y política en España (1975-1982), publicado por Akal en 2018 y reeditado por esta editorial en junio.

“La violencia política ocurrida a lo largo de la Transición constituye un fenómeno generalizado”, afirma la profesora de Historia Contemporánea en la Universidad de Bourgogne (Francia). “¿Una transición no violenta?”, se pregunta en el volumen de 784 páginas. Tal vez la obra puede resumirse como “el desmoronamiento de un mito”, según expresión de la autora.

Sophie Baby registra 3.200 acontecimientos violentos y 714 muertos en España durante los siete años analizados (estimación de mínimos). Y compara la estadística con los datos que la socióloga Isabelle Sommier apunta en el caso de Francia: cerca de 900 acciones violentas entre 1968 y 1974, sin apenas víctimas mortales; o en el caso de Italia: 12.600 acciones violentas y 362 muertos entre 1969 y 1980, según el Ministerio del Interior italiano.

De las 714 muertes recogidas por la autora en España, durante siete años, 178 corresponden a la violencia estatal y 536 a “actores de la violencia contestataria”, principalmente ETA (376) y en menor medida los GRAPO (66); por otra parte, las acciones perpetradas por grupos de extrema derecha ocasionaron 67 víctimas mortales.

En cuanto a los acontecimientos violentos durante el periodo, 1.020 tienen la autoría de ETA y 890 fueron perpetrados por la ultraderecha. Otro hecho significativo, según el balance de la investigadora, es la relevancia que adquiere Euskal Herria (País Vasco y Navarra): el 47% de las acciones violentas y el 63% de las muertes, entre 1975 y 1982, en el estado español.

Sophie Baby es coeditora de los libros Violencia y transiciones políticas a finales del siglo XX. Europa del Sur-América Latina (2009) y Condamner le passé? Mémoires des passes autoritaires en Europe et Amérique Latine (2019). En el texto de Akal detalla que, en la Transición española, el mayor porcentaje de muertes por acciones violentas es el que afecta a los cuerpos armados –agregado de militares, guardias civiles y policías-, que alcanzó el 37%, seguido de los civiles anónimos (29%).

Respecto a la violencia ultraderechista, Sophie Baby hace referencia a una “dispersión de actores”. Así, de las cerca de 900 acciones perpetradas por la extrema derecha, la mayor parte (91 y 38 muertos) son obra de bandas que se dedican a la guerra sucia, por ejemplo Antiterrorismo ETA, el Batallón Vasco Español y la Triple A; el segundo de los grupos en importancia es Fuerza Nueva (81 acciones y 14 muertos); seguido de los Guerrilleros de Cristo Rey (52 acciones y una muerte) y el Círculo Español de Amigos de Europa (CEDADE), con 38 acciones violentas.

“Es en Madrid donde Fuerza Nueva (FN) realiza la mitad de sus fechorías”, resalta la profesora, aunque el partido tiene también una implantación destacada en Valladolid y Málaga. Un comando de FN asesina en febrero de 1980, en la capital del estado, a la estudiante de 19 años Yolanda González, militante del Partido Socialista de los Trabajadores. Integrantes de FNparticiparon –en enero de 1977- en el atentado terrorista contra el despacho de abogados laboralistas de la calle Atocha, en Madrid, con un balance de cinco asesinados y cuatro heridos graves.

Además la autora de El mito de la Transición se refiere a la actividad, principalmente entre 1975 y 1977, en Madrid y Bilbao, de los Guerrilleros de Cristo Rey (GCR). “Atentan contra comercios propiedad de nacionalistas vascos y librerías progresistas, y alternan las amenazas con las acciones reales –que ejecutan en la mayoría de los casos mediante el lanzamiento de cócteles molotov, aunque de cuando en cuando las refuercen con cartuchos de dinamita”. El 23 de enero de 1977 un pistolero de los GCR asesina en Madrid al joven Arturo Ruiz durante una manifestación pro amnistía.

Por otra parte, Sophie Bavie detalla que el Batallón Vasco Español (BVE) fue responsable, entre 1976 y 1982, de cerca de 50 atentados y una treintena de crímenes (la mitad de ellos en Gipuzkoa y Bizkaia, y un tercio en el País Vasco Francés). Una parte muy significativa de estos atentados terroristas se concentraron en 1979 y 1980. Por ejemplo, el 25 de junio de 1979 el BVE asesinó en Bayona al refugiado Enrique Gómez Álvarez; y el 8 de mayo de 1980 reivindicó la violación y asesinato en San Sebastián de María José Bravo, de 16 años.

Actualmente se considera al BVE “autor de la primera ‘guerra sucia’, resultado de las acciones de una oscura mezcla de activistas neofascistas españoles, mercenarios extranjeros y miembros del hampa local, todos ellos amparados por mandos policiales del más alto nivel”, explica la investigadora.

Tras la muerte del dictador, se produjeron -entre octubre de 1975 y noviembre de 1977- dos años de acciones violentas “tumultuosas, urbanas y dispersas”. Son los años de plenitud de la ultraderecha, que concentra el 48% de las prácticas violentas en este periodo.

Uno de los hitos marcados por Sophie Baby es la Semana Negra del 23 al 28 de enero de 1977, que califica como “el momento más crítico de la Transición”: una decena de muertos en unos pocos días. Comienza con el asesinato de Arturo Ruiz y –el mismo día de la matanza de Atocha- la estudiante María Luz Nájera muere como consecuencia de un bote de humo lanzado por la policía, en una manifestación de protesta por la muerte de Arturo Ruiz. Este es el balance de 1977: un total de 517 acciones violentas; 24 muertes por la actuación de las fuerzas del orden; 11 de la extrema derecha; 15 de ETA y siete de los GRAPO.

Una vez entró en vigor la Constitución (diciembre de 1978), la profesora de Historia destaca una fase de “expansión terrorista posconstitucional”: 120 muertos en nueve meses. Por ejemplo las manifestaciones “topan con el comportamiento brutal de las fuerzas de seguridad (…), dado que en 1979 mueren seis civiles como consecuencia de los disparos efectuados por la policía, bien con fuego real, bien con balas de goma; y entre esas víctimas figurarán un niño de 14 años en Madrid, y una joven, Gladys del Estal, fallecida durante la jornada mundial contra la energía nuclear en Tudela”, subraya en El mito de la Transición.

Proliferaron los casos de muerte por el gatillo fácil policial. Entre otras, la del militante comunista Francisco Caballero, ocurrida en noviembre de 1979 tras el disparo de dos policías de paisano que le dieron el alto cuando circulaba por Bilbao.

Otras formas de represión como la tortura suscitaron, en ocasiones, una notable respuesta ciudadana. Así ocurrió tras el fallecimiento en febrero de 1981 del integrante de ETA José Ignacio Arregui Izaguirre, detenido en Madrid, sometido a interrogatorios y torturado en la Dirección General de Seguridad. Miles de personas asistieron a su entierro en el municipio de Zizurkil, en Gipuzkoa; más de un centenar de presos vascos iniciaron una huelga de hambre y la protesta se extendió.

En 1981 se produjo el denominado caso Almería: tres jóvenes torturados hasta la muerte –y después calcinados- por agentes de la Guardia Civil en un cuartel abandonado. En la práctica de la tortura se especializaron policías como Roberto Conesa y Juan Antonio González Pacheco (Billy el Niño). La obra de Sophie Baby dedica además un epílogo a los GAL, cuya primera acción consistió en el secuestro del industrial Segundo Marey, el 4 de diciembre de 1983 en Hendaya. Este grupo terrorista, vinculado al aparato policial y el Ministerio del Interior, perpetró medio centenar de atentados y 28 asesinatos entre 1983 y 1986.


Fuente → rebelion.org

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