Miren Gorrotxategi
En un aniversario tan importante como éste no podemos quedarnos en recordar la brutalidad de su cercenamiento o lo que pudo haber sido. La nostalgia y la memoria no deben ser un fin en sí mismas, deben servir como acicate para avanzar. Es por ello que el mejor homenaje que se puede hacer en el aniversario de la segunda república es un ejercicio de actualización de los valores que llevaron a fundar aquella hace 90 años. ¿Cómo aplicarlos al siglo XXI? ¿Qué tipo de país y de sociedad es la que queremos construir en el futuro, sobre qué bases y prioridades queremos que pivote el Estado tomando el ejemplo de la segunda república?
En esta sociedad plural y diversa, que habla muchas lenguas y
se piensa a sí misma de modos que no siempre encuentran cauces de
expresión adecuados, el reto que debemos afrontar es el del
reconocimiento mutuo en lo diverso y la comprensión del 'otro'
Toca pensar en un cambio constituyente, en construir un nuevo país, una democracia más plena, participativa, laica y republicana. Un nuevo modelo económico y social sostenible al servicio de las mayorías. Un modelo que permita a la ciudadanía vivir mejor, por ejemplo, a través del blindaje de los derechos sociales. Debemos avanzar más allá del reconocimiento formal de los derechos y asegurar mecanismos y recursos que hagan efectivo el acceso a los derechos subjetivos reconocidos, y, de este modo, convertirlos en inalienables. Tales como el derecho a una garantía de ingresos, el derecho a la educación, derecho a la salud, a la vivienda, derecho a la inclusión social, derecho a los cuidados, etc. Entre ellos hay que avanzar hacia una proclamación más o menos explícita del principio de igualdad entre ambos sexos o géneros, definiendo derechos específicos de las mujeres en relación con la igualdad y garantías de que esos derechos van a poder ser ejercidos de forma efectiva.
Por último, es necesario radicalizar la democracia, defender el derecho a decidir, primero en lo cercano, esto es, poner en el centro del debate político la escala de cercanía y la realidad de la participación de todas las ciudadanas en los asuntos que les incumben de forma directa. Además, en esta sociedad plural y diversa, que habla muchas lenguas y se piensa a sí misma de modos que no siempre encuentran cauces de expresión adecuados, el reto que debemos afrontar es el del reconocimiento mutuo en lo diverso y la comprensión del “otro” dentro de un proyecto común y compartido que haga de nuestras culturas, tradiciones e identidades una oportunidad de progreso. Se trata de establecer bases sólidas de convivencia, dinámicas sociales que superen los términos de la actual configuración jurídica y que sitúen a las personas en el centro de la acción social e institucional.
Avanzar en estos términos es el mejor homenaje que le podemos hacer al 90 aniversario de la segunda república.
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