¿Fue José Millán Astray un golpista? ¿Participó en el golpe de
Estado y en la guerra que acabó con la democracia republicana? ¿Era o no
un fascista? Todas estas y otras preguntas han vuelto al primer plano
de la actualidad esta semana, como consecuencia del blanqueamiento de la
figura del polémico militar que están intentando llevar a cabo diversas
asociaciones de exlegionarios y grupos ultraderechistas. El pasado
martes la llamada Plataforma Patriótica Millán Astray amenazaba a
Alejandro Amenábar. El director de cine está rodando una película sobre
Miguel de Unamuno en la que se recreará su tristemente célebre
encontronazo con el fundador de la Legión y los miembros de esta
plataforma quieren que el episodio se narre no como ocurrió, sino .
Solo 48 horas después de producirse estas amenazas, un juzgado madrileño
anulaba la decisión del Ayuntamiento de Madrid de retirar del callejero
el nombre de Millán Astray. En su sentencia
el juez afirmaba, entre otras cosas, que no existen pruebas suficientes
de que el protagonista "participara en la sublevación militar, ni
tuviera participación alguna en las acciones bélicas durante la Guerra
Civil, ni en la represión de la Dictadura". El tribunal hacía suyo, por
tanto, el argumento de las asociaciones de exlegionarios que han
insistido, una y otra vez, en que su ídolo "no era franquista".
Si Millán Astray fue o no un héroe es un hecho subjetivo y, por
tanto, discutible. Hoy en día hay miles de europeos que idolatran a
Hitler, un importante porcentaje de camboyanos consideran que Pol Pot
fue el mayor patriota de su historia y no pocos comunistas en todo el
planeta consideran admirable el "reinado" de Josef Stalin. Cuestionar,
sin embargo, que el fundador de la Legión fue fascista, fue franquista y
participó activamente en la guerra que acabó con la República no es
solo atentar contra la verdad, sino que supone cuestionar lo que el
propio militar dejó escrito en infinidad de ocasiones.
El novio de la muerte
Aunque la carrera militar de José Millán Astray tomó su primer
impulso en la guerra de Filipinas, su consagración llegó en Marruecos
con la fundación en 1920 de la Legión: "Germinó en mí la idea de crear
un Cuerpo voluntario, análogo al de otros ejércitos, —confesaba el
entonces coronel en 1925 al suplemento Blanco y Negro del diario ABC—
para lo que fui a Argelia con objeto de estudiar la Legión francesa". El
periodista reflejó en su crónica cómo el entrevistado "exáltase al
hablar de los legionarios y de Franco, su jefe…". Así era; ya en aquel
temprano momento Millán Astray admiraba al futuro dictador y se
enorgullecía de estar a sus órdenes en Marruecos.
Siguiendo el modelo francés, el Tercio se convirtió en el
baluarte de un ejército colonial inmerso en una guerra salvaje contra
los rebeldes rifeños. Una guerra en la que las tropas españolas cortaban
cabezas para exhibirlas como trofeos y en la que utilizaron contra la
población civil armas químicas como la clorociprina o el gas mostaza.
Una guerra en la que el espíritu de sus legionarios se resume en este
extracto del libro Diario de una bandera, escrito por el mismísimo
Francisco Franco: "El pequeño Charlot, cornetín de órdenes, trae una
oreja de un moro, "lo he matado yo", dice enseñándola a los compañeros.
Al pasar un barranco vio un moro escondido entre unas peñas y
encarándole la carabina, le subió al camino junto a las tropas; el moro
le suplicaba: ¡Paisa no matar, paisa no matar!
– ¿No matar?, ¡eh!, marchar a sentar en esta piedra, y
apuntándole descarga sobre él su carabina y le corta la oreja que sube
como trofeo. No es ésta la primera hazaña del joven legionario". El
prologuista de esta obra era un fiel admirador de Franco llamado José
Millán Astray.
El golpe de Estado, la guerra y Unamuno
Millán Astray no se encontraba en España cuando se produjo la
sublevación militar contra la democracia republicana, pero se sumó
inmediatamente a ella y jugó un papel fundamental en la misma. Si
Goebbels fue el hombre que construyó una imagen cuasi divina de Adolf
Hitler, Millán Astray trató de hacer lo propio, aunque con poco éxito,
con Francisco Franco. Pocos días después de iniciarse la rebelión, se
instaló en el palacio de Yanduri de Sevilla junto al "Generalísimo".
Allí comenzó a difundir las grandezas de los golpistas y de su máximo
líder. Franco debió quedar encantado con sus alabanzas porque acabó
nombrándole responsable de la Oficina de Prensa y Propaganda que
estableció en Salamanca. Según atestiguaron diversos corresponsales
extranjeros, allí Millán Astray los llamaba con un silbato y los hacía
formar para comunicarles las "noticias" que llegaban desde el frente.
Modales aparte, uno de sus grandes logros fue crear Radio Nacional de
España como principal herramienta de propaganda de la media España que
ya controlaban sus tropas.
Fue en esta época, el 12 de octubre de 1936, cuando se produjo
el choque dialéctico con Miguel de Unamuno en un acto celebrado en la
Universidad de Salamanca. Recientemente, un supuesto historiador ha
negado que Millán Astray respondiera con un "¡Viva la muerte!" y "Muera
la inteligencia" al "Venceréis, pero no convenceréis" que proclamó el
intelectual. Basándose en fuentes de parte e ignorando las pruebas
documentales y el testimonio del propio Unamuno, este "investigador"
minimiza el incidente hasta el punto de aseverar que fue "un acto
brutalmente banal, donde se dieron cuatro voces y se despidieron a la
salida". Este nuevo trabajo revisionista orientado a blanquear el
franquismo fue divulgado, entre otros muchos medios, por el diario El País
como si de una verdad absoluta se tratara, sin pasarlo por el más
mínimo tamiz histórico-científico. El propio periódico tuvo que
rectificar 24 horas más tarde y, unos días después, publicó la
argumentada y documentada réplica de dos de las personas que más han
investigado la figura del inmortal escritor. Colette y Jean-Claude
Rabaté desmontaron la tesis revisionista en solo doce párrafos.
Además de recordar que el propio Unamuno dejó constancia de lo sucedido
en varios escritos, aportaban los datos que demuestran que su
enfrentamiento con Millán Astray no fue precisamente banal: "De serlo,
¿por qué el mismo lunes 12 de octubre por la tarde, unos socios del
casino de Salamanca lo echaron a la calle, convirtiéndolo en un paria,
un «rojo» peligroso? ¿Por qué al día siguiente el Ayuntamiento votó por
unanimidad la exclusión de Unamuno (…)? ¿Por qué el líder falangista de
Salamanca, Francisco Bravo Martínez, informó al hijo mayor de Unamuno de
la posibilidad de «algún incidente desagradable» (…)?¿Por qué se reunió
el claustro de la Universidad de Salamanca y «retiró por unanimidad la
confianza a su actual Rector», precisando que la Universidad debía
«expresar claramente su colaboración y adhesión al Glorioso Movimiento
Nacional?» De serlo, ¿por qué el general Franco, firmó el 23 de octubre
el cese de Unamuno en el cargo de Rector?". Demasiadas y muy graves
consecuencias para un incidente "banal".
Fascista admirador de Hitler, Mussolini y Franco
Mientras todo esto ocurría en Salamanca, en el frente de batalla
la Legión fundada por Millán Astray importaba a la Península el
despiadado estilo de combate africanista. Saqueos, torturas,
amputaciones, asesinatos en masa y violaciones de mujeres que eran
alentadas por sus mandos, tal y como quedó registrado en uno de los
escalofriantes discursos que el general Queipo de Llano pronunciaba
desde Radio Sevilla: "Nuestros valientes legionarios y regulares han
demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y
de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque
estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo
menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a
librar por mucho que berreen y pataleen".
Millán Astray siempre expresó una admiración infinita por Franco
y por sus métodos represivos. Una admiración que solo era comparable a
la que sentía por otros dos líderes europeos: Hitler y Mussolini. El
fundador de la Legión también exhibió con orgullo su ideología fascista,
su apoyo al "Generalísimo" en la guerra y su deseo de que en nuestro
país triunfara el fascismo. Nadie mejor que él para resumir su
pensamiento:
Después de leer estos ejemplos y de analizar su intensa vida, lo
único que cabría preguntarse es si el propio José Millán Astray
avalaría a aquellos que en estos días tratan de dulcificar su figura,
presentándole como un simple militar sin vinculaciones ideológicas y
emocionales con el que fue su gran trío de héroes: Franco, Hitler y
Mussolini.
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