Las mujeres del Quinto Regimiento (1)

 

Las mujeres del Quinto Regimiento (1)

“Mudo el pueblo explotado, doblemente mudo si es mujer”.
Dolores Ibárruri
 
Una de las movilizaciones masivas de mujeres más importante en la historia de España fue su participación en el frente de guerra y en la retaguardia. Alrededor de 2.557 españolas comenzaron a alistarse como voluntarias desde el mismo día del golpe de Estado para incorporarse a la milicia popular. En la primera etapa de la sublevación militar y correspondiendo a la organización territorial de las milicias, en la organización catalana de las Milicias Antifascistas se alistaron un mínimo de 1.348 mujeres. Para el caso de las Milicias Populares organizadas en Madrid la cifra asciende a 1.227 voluntarias y 182 en las organizadas en las Milicias Vascas Antifascistas.

MILICIANAS: PROTOTIPO FEMENINO Y SÍMBOLO DE LA REVOLUCIÓN

Mary Nash considera que la miliciana constituye una de las imágenes más innovadoras del ideario revolucionario y antifascista, opina que una relectura en clave de género de las imágenes y las representaciones culturales de las mujeres esclarece las múltiples dimensiones de su experiencia en el conflicto y aclara el nuevo universo imaginario de la guerra y de la revolución que generó cambios sustanciales en el prototipo tradicional de la mujer española (1). George Orwell describió acertadamente que "con los fusiles colgados de sus hombros, se dirigían al frente con paso decidido y confianza en sí mismas. Esta representación de las milicianas fue un cambio radical que proyectaba la imagen de una mujer activa, resuelta y emprendedora, dedicada al esfuerzo bélico". Las milicianas representaron un prototipo femenino, un símbolo de la guerra y la revolución.

La conexión entre memoria e historia se hace a través de las imágenes. La figura de la miliciana ha generado una mitificación poética y ha adquirido un carácter legendario como símbolo de la resistencia al fascismo. Ya durante la guerra hubo autores que reconocieron el papel desempeñado por estas figuras como Miguel Hernández, que dedicó un poema a “Rosario Dinamitera”, o la propia Mika Etchebèhére que escribió sus impresiones en el frente en “Mi guerra de España”. Contamos con memorias como las de María de la Luz Mejías Correa (“Así fue pasando el tiempo. Memorias de una miliciana extremeña”) o Casilda Méndez Hernáez (“Casilda, miliciana. Historia de un sentimiento”). Y biografías como la de María Pérez Lacruz, ‘la Jabalina’ (“Una miliciana en la Columna de Hierro”) y de Rosario Sánchez Mora (“Rosario Dinamitera”).

El perfil típico de la miliciana es el de una mujer joven, con vínculos políticos, familiares o afectivos con sus compañeros de milicia. La movilización de la mujer supone una ruptura con su papel tradicional, anclado en la domesticidad que constituye un momento clave en la evolución del rol de las mujeres españolas.

Se ha documentado un mínimo de 360 mujeres soldado que continuaron combatiendo en el Ejército Republicano cuando se militarizaron las milicias populares y muchas de ellas fueron ascendidas a oficiales o suboficiales. Conocemos la existencia de 5 comisarias, 2 comandantes, 13 capitanas, 26 tenientes y 4 alféreces, 6 sargentos y 4 cabos. Las mujeres combatieron desde el primer momento en el 5° Regimiento de Acero, marchando a Somosierra al mando de Francisco Galán con García del Val de responsable politico, que entra en combate al grito de Paso al Quinto Regimiento. Es la primera vez que se oye ese nombre en el frente, el nombre con que se popularizará. Estuvieron en todos los escenarios de la contienda, no solamente en el frente de Aragón o Madrid. Además, estuvieron presentes en la campaña de las Baleares, en el frente del Norte, en los combates de Andalucía y Extremadura y durante los momentos finales de la contienda, ya en territorio catalán.

Conforme avance la guerra se fija el discurso propagandístico republicano contrario a la intervención de las mujeres en el frente, su presencia en las imágenes disminuirá hasta enfocarse en la exaltación de su papel en la retaguardia. La propaganda republicana logró su objetivo de desplazar el protagonismo femenino: reemplaza la heroica estampa de la miliciana empuñando su fusil con la imagen de esta mujer trabajadora de la retaguardia, identificada con distintos cometidos de no menor importancia dados sus orígenes laborales de acuerdo a su ficha de afiliación: sanitarias y ayudantes de laboratorios, sastras y modistas, mecanógrafas, dependientas, cocineras, sirvientas, amas de casa, con el sacrificio, el sufrimiento y la solidaridad que es laimagen que ha pervivido con mayor solidez.

(1) NASH, M. (1991). "La miliciana: otra opción de combatividad femenina antifascista". En AA.VV. Las mujeres y la Guerra Civil. III Jornadas de estudios monográficos. Salamanca, octubre 1989. Madrid: Ministerio de Cultura.

NASH, M. (1999). Rojas: las mujeres republicanas en la Guerra Civil española. Madrid: Taurus.

Fuente → mundoobrero.es

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