Lorca, el icono LGTBI+ que fue ocultado durante décadas

Lorca, el icono LGTBI+ que fue ocultado durante décadas
Carlos Asensio
 

Tras décadas obviando la homosexualidad de Federico García Lorca en todos los análisis de su obra, desde hace años se viene reivindicando cada vez con más fuerza su faceta LGTBI+. La orientación sexual del poeta, hoy indiscutida, impregna sus escritos teatrales y su poesía. Es impensable leerlo y estudiarlo sin hacerlo en clave ‘queer’. Analizamos hoy, día grande del Orgullo en Madrid, el abismo entre dos libros: ‘Poeta en Nueva York’ –en la edición de María Clementa Millán para Cátedra– y ‘Lorca y el mundo gay’, de Ian Gibson.

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“Tú nunca entenderás lo que te quiero / porque duermes en mí y estás dormido”. (‘Sonetos del amor oscuro’).

Lo mismo ocurre con su biografía y con el devenir de sus acciones: aunque Lorca no fue un activista como tal ni trabajó de forma expresa por los derechos LGTBI+ –algo, por otro lado, bastante difícil de concebir en la época en la que vivió–, sí que vivió su sexualidad de una forma parcialmente libre y sin prejuicios; tuvo diversas parejas, se relacionó con multitud de hombres y escribió obras y cartas de contenido incuestionablemente homosexual. Por todo ello es conveniente recordarlo hoy como un icono del movimiento LGTBI+.

Cuando hace años leí Poeta en Nueva York –en la edición de María Clementa Millán para Cátedra–, no dejé de preguntarme durante toda la lectura por qué no había en todo el libro una sola alusión a la homosexualidad del poeta. El libro en cuestión presenta un lúcido análisis de la complicada fijación textual del libro, una paráfrasis final de cada texto y una investigación literaria de los principales temas de la poética de Federico García Lorca. Todo brillante, argumentado y convenientemente indagado. Pero, ¿por qué ni una referencia a la orientación sexual de Lorca en todo el libro? Ni siquiera a la hora de interpretar sus poemas, algo totalmente incomprensible.

En su momento, más allá de causarme indignación y de publicar un tuit sobre ello –tuit que para más inri fue contestado por un neandertal diciendo que la sexualidad de Lorca no tenía ninguna relación con su poesía– no indagué más. Ahora rescato el tema de la sexualidad del escritor a raíz de un libro que leí hace un tiempo, en el que se pueden encontrar párrafos como este: “En 1987 la editorial Cátedra, de Madrid, publicó, en su prestigiosa colección Letras Hispánicas, sendas ediciones, a cargo de María Clementa Millán, de Poeta en Nueva York y El Público (…) En ambas se eludió rigurosamente cualquier comentario sobre la homosexualidad del poeta y su relación con la obra”.

La obra, que recoge un sentimiento tan idéntico a lo que yo mismo experimenté al leer esa edición de Poeta en Nueva York, es Lorca y el mundo gay, de Ian Gibson. Y este sí es un libro valiente, franco y donde se plantea de una forma clara y directa la problemática de la orientación sexual del escritor granadino para entender toda su obra literaria.

Al respecto del tema de la edición de Poeta en Nueva York de María Clementa Millán, Ian Gibson sentencia: “¿Por qué no se dieron cuenta del talante homofóbico de Millán antes de publicar ambos tomos? Sería muy interesante saberlo. Hoy, veintinueve años después, no han sido revisados (…) El negocio, estupendo para la editorial y los herederos del poeta; la ética, a mi juicio, por los suelos”.

Chapeau por el señor Gibson.

Para más muestra de esa evidente homofobia de la edición de Cátedra, otro botón: ¿Cómo es posible que, de nuevo, la profesora María Clementa Millán no haga una sola alusión directa al tema homosexual como clave interpretativa del texto de El público conteniendo la obra escenas como esta?:

“DIRECTOR. En medio de la calle la máscara nos abrocha los botones y evita el rubor imprudente que a veces surge en las mejillas. En la alcoba, cuando nos metemos los dedos en las narices, o nos exploramos delicadamente el trasero, el yeso de la máscara oprime de tal forma nuestra carne que apenas si podemos tendernos en el lecho.

HOMBRE 1º. (Al DIRECTOR). Mi lucha ha sido con la máscara hasta conseguir verte desnudo. (Lo abraza)”.

Este texto, de tema “francamente homosexual” –como el propio Lorca reconocería en una carta–, a día de hoy se suele leer como una expresión bastante clara del desgarro del poeta, de la soledad que le suponía tener que seguir llevando una vida doble, una máscara.

La vida privada del poeta y su obra literaria

Buceando en la correspondencia privada del autor y sus amigos, familiares y conocidos, en los manuscritos que dejó, en la prensa de la época y en los –más o menos fiables– testimonios de sus más allegados, Ian Gibson traza un plano vital de Lorca utilizando como hilo conductor su forma de concebir la sexualidad y la relación con las personas de su mismo género, algo que hasta este libro solo se había hecho de forma parcial.

No se trata de ir a la anécdota morbosa y facilona –Lorca tuvo numerosos amantes, la mayoría de ellos más que atestiguados hoy en día–, sino de analizar el impacto real que ser gay a comienzos del siglo XX tuvo sobre su forma de concebir la poesía, la literatura y su propia vida.

A este respecto, seguir manteniendo, como muchos académicos e investigadores añejos han hecho hasta nuestros días, que el hecho de que Lorca fuera homosexual no tiene una mayor importancia para analizar el trasfondo de toda su obra es absurdo.

Porque…

¿Hubiera sido Poeta en Nueva York la misma obra si Lorca no se hubiera marchado, deprimido, al continente americano tras ser abandonado por el escultor Emilio Aladrén?

¿Existirían los Sonetos oscuros si Lorca no hubiera conocido al hombre que los inspiró, Rafael Rodríguez Rapún?


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