El franquismo sociológico, de la vergüenza a la desvergüenza

Cuando se cumplen 85 años del golpe de estado militar contra la II República, el Consejo de Ministros de la España Democrática viene a sustituir la actual Ley de Memoria Histórica por el “Nuevo Proyecto de Ley sobre Memoria Democrática” donde ha participado nuestro amigo Fernando Martínez y que entre otros aspectos necesarios, va a devolver la verdad histórica contra el revisionismo intencionado de un franquismo sociológico, no solo vigente en los “carcas” como el exministro y cofundador de Vox Ignacio Camuñas, o el General retirado que quiere fusilar a 26 millones de personas y que añoran un pasado autoritario del “irrepetible”, sino, aún más impúdico y procaz defendido por unos “retoños” tirados al monte, que instalados en cuanto peor mejor, demuestran, que solo quieren el poder a costa de lo que sea, como así lo tuvieron sus papas durante 40 años.
 
El franquismo sociológico, de la vergüenza a la desvergüenza
Rogelio Mena

Muerto el dictador, todos ya sabíamos la existencia del entramado en todas las áreas del estado de los fervientes defensores del tirano.

Era patente en 1975 la desgana de muchos nostálgicos al cambio democrático, pero, también junto a la izquierda y demócratas, eran muchos los franquistas pragmáticos, que sabían que el futuro de España pasaba por la apertura democrática hacia Europa, aunque tutelada por los poderes económicos, militares, judiciales y mediáticos de la España fieles al espíritu nacional del movimiento y aunque pareciese que se desprendían del hedor franquista, hoy con más fuerza, todos podemos constatar que ha quedado absolutamente claro, que ese poso ideológico ha permanecido hasta nuestros días, cómo se puede constatar con Vox y el que antes pretendía ser moderado PP.

Es verdad, que los auténticos franquistas del pasado, en la incipiente construcción democrática de la transición, para ocultar la vergüenza de su militancia en el movimiento nacional del franquismo, decían, que ellos no eran políticos, ni les gustaba la política.

Pero hoy, dramáticamente la convivencia se ve perturbada y afloran los hijos de ese franquismo sociológico real, en un país, que no tuvo una ruptura sino una transición (para la izquierda la que se pudo), y que como dijo el dictador en su testamento dejo "atada y bien atada", por cuánto todas las estructuras fundamentales del estado estaban plagadas de franquistas militantes del “movimiento” y que aún perviven, cómo podemos comprobar cada día con el acoso al legitimo Gobierno Socialista de Pedro Sánchez.

A los que vivimos la transición nos sorprende para mal, que después de 44 años de democracia, los hijos de esos franquistas pragmáticos del ayer, han pasado de la vergüenza de sus padres por ser herederos del régimen, a la desvergüenza de unos hijos que, desde la impunidad y connivencia con muchos aparatos del Estado, defienden la dictadura y el bloqueo de importantes instituciones de orden Constitucional.

Es asimismo inaceptable para la España plural y democrática de hoy, la pretensión de los herederos del franquismo de reescribir la historia, y donde, además de desvirtuar la realidad de una dictadura que arrebato la democracia a través de un golpe de estado a la Republica, pretenden de nuevo en 2021, recuperar ese espíritu del 18 de julio del alzamiento nacional, que fue, nada menos, que un golpe militar incruento, que no solo mato a cientos de miles de españoles, (muchos aun en las cunetas y con esta Ley se pretenden exhumar y además de un entierro digno reconocerles como víctimas de la dictadura) sino, que mató la democracia durante 40 años y de ahí, la concepción patrimonialista del estado de la derecha y ultraderecha de PP y Vox, que tras 40 años de ser sus antepasados dueños y señores de España, hoy no pueden aceptar ni permitir, que unos rojos usurpen lo que es solo patrimonio heredado de ellos.

Llegó el momento, en que la izquierda y el Gobierno tiene que perder el miedo a la defensa de la verdad y los cambios necesarios a todos los niveles para destapar ante la sociedad todas las corruptelas económicas, políticas, sociales y de todo tipo, para frenar al fascismo y la ultraderecha, que, perdida la vergüenza, pretende de nuevo tomar el estado como sea y al precio que sea.

Los y las demócratas que somos más en la sociedad española, debemos llevar la educación, la formación veraz y la cultura a toda la sociedad, como antídoto al autoritarismo y para construir personas libres, tengan la opinión que tengan, convencidos que, de esta forma, desde la verdad real y no la reinventada, ni el negacionismo que pretende el franquismo sociológico, paremos a esta derecha y ultraderecha que son más fascistas que sus padres de la transición, ¿quién lo iba a decir?


Fuente → nuevodiario.es

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