Un ex cabo del Tercio, fugado de las filas fascistas, cuenta que éstos fusilan en masa a los obreros

Un ex cabo del Tercio, fugado de las filas fascistas, cuenta que éstos fusilan en masa a los obreros / María Torres:

Se nos ha presentado en la Redacción un ex cabo del Tercio, de la Quinta Bandera, que formaba en la columna del comandante Castejón, pasado a nuestras filas. Uno más. El hecho en sí, al tener noticias de él, no nos sorprende, porque estas deserciones de las filas facciosas van siendo muy frecuentes.

—Yo —nos dice nuestro visitante— hace ya tiempo que venía dándome cuenta de que peleábamos contra la causa de los trabajadores. Esto me hizo reaccionar y también a no pocos de mis compañeros del Tercio; pero el escapar de las garras fascistas es harto difícil. Estamos constantemente vigilados, no se nos consiente leer nada absolutamente y hasta se nos prohíbe formar grupos de tres o más individuos. Ni aun siquiera podemos reunimos tres compañeros a charlar en los campamentos, porque nos amenaza el fusilamiento a la menor contravención de estas obligaciones.

Nos cuenta cómo logró escaparse de las filas facciosas.

—Yo era el ordenanza de un capitán de mi compañía, el cual me dió unas botas para remendar. "Busca un zapatero y que te arregle estas botas", me dijo. "Está bien, mi capitán", le dije. Me quedé dando vueltas por la casa donde estábamos alojados y haciéndome el entretenido para esperar a que se pusiese a comer. Cuando lo hizo, yo aproveché un descuido del capitán y le quité la pistola, que había dejada sobre una silla. Con su arma y sus botas me largué, echando por las afueras, atravesando campo y escondiéndome a ratos en zanjas y detrás de árboles. Esto era en pleno día y tuve suerte, pues conseguí alejarme del campamento sin el contratiempo de un encuentro con los míos; es decir, con los que me tenían por suyo, pues yo, aunque indiferente a todas las políticas, bien escaso de lecturas, con el solo gusto por los deportes, a los que me he dedicado preferentemente, no soy de la causa que mata a los obreros en masa. Porque este espectáculo que veíamos a diario en todos los pueblos por que cruzábamos era lo que nos llenaba el espíritu de desgana de pelear: los fusilamientos despiadados de cuerdas de treinta o cuarenta trabajadores, que no habían cometido otro delito que "ser rojos", como ellos, los facciosos, decían.

"Una noche en Badajoz..." El ex cabo del Tercio (hoy convertido en alférez por méritos de guerra en la "Columna Fantasma", en Valdemoral) nos relata fechorías de los fascistas y sus huestes mercenarias.

"Una noche en Badajoz el Tercio asaltó dos Joyerías."

Por este estilo nos cuenta detalles que dan idea de la rapiña y la ferocidad que preside el avance, o el retroceso, de las mesnadas al servicio de la "gente de orden", de "los patriotas" y de los que quieren una España "cristiana" y sin rojos...

Después nos enseña, alegre como un chiquillo, un sobre donde guarda doscientas pesetas. Se le han regalado por su buen comportamiento en nuestras filas leales, con ocho días de permiso para que vea a su familia, que tiene aquí en España.

—Además me han ascendido a alférez —nos repite una vez más.

Como le parece que no nos hemos enterado suficientemente de estos extremos que le benefician, nos advierte:

—Ponga, ponga usted todo esto en Ahora, que a escondidas suelen leerlo en todas partes, y que los del Tercio se enteren, para que se animen a exponer la vida desertando, pues por lo demás, en una inmensa mayoría, las tropas que utilizan los fascistas lo están deseando; anhelan escapar del infierno rebelde conforme van cayendo en la cuenta de que se les empuja a una batalla egoísta y cruel, de cuyo triunfo no se salvaría nada noble.


Ahora, 9 de septiembre de 1936

banner distribuidora