¿República democrática versus república comunal?

 El artículo primero de la Constitución de 1793 proclama: «La república francesa es una e indivisible». Esta afirmación ha sido nada comprendida y menos digerida. Se ha desprendido un malentendido explotado de manera desvergonzada por toda clase de liberales y de nacionalistas que mienten sobre el supuesto centralismo de la primera república francesa y, en general del jacobinismo. Es una visión basada, como dice Engels, en un malentendido. Un malentendido proveniente de la historiografía liberal sobre la revolución. En primer lugar de Michelet, pero también de Tocqueville. (1) Un malentendido que Marx y Engels compartieron más o menos hasta la época de la AIT y sobre todo, de la Comuna de París, cuando revisaron su visión de manera radical.
 
¿República democrática versus república comunal?
Joan Tafalla

Engels, influido por la experiencia concreta de la Comuna y por un conocimiento más profundo de la verdadera historia de la primera revolución francesa que el que poseía a finales de los años cuarenta, revisó esta visión de la república única e indivisible. En la reedición de la Memoria de la Liga de los comunistas de marzo de 1850 publicada 35 años más tarde, decía: «Hay que recordar hoy que este pasaje se basa en un malentendido. En ese momento se admitía – gracias a los falsarios bonapartistas y liberales de la historia – que la máquina administrativa centralizada francesa había sido introducida por la gran Revolución y manejada destacadamente por la Convención como un arma indispensable y decisiva para vencer la reacción realista y federalista y al enemigo exterior. Pero hoy se sabe que durante toda la revolución, hasta el 18 Brumario, (2) la administración total del departamento, del distrito y de los municipios se componía de autoridades elegidas por los administrados mismos quienes, en el marco de las leyes generales del estado, tenían una libertad completa; que esta administración autónoma provincial y local, de manera parecida a como sucedía en América, se convirtió precisamente en la palanca más poderosa de la revolución, hasta el punto de que Napoleón, inmediatamente después de su golpe de estado del 18 Brumario, se afana a reemplazarla por el régimen prefectorial todavía vigente en nuestros días y que fue por lo tanto, desde el principio, un instrumento de la reacción. Pero, en tanto que la autonomía local y provincial no se oponen a la centralización política nacional, no se puede confundir con el egoísmo cantonal y comunal que nos ofrece Suiza y que los republicanos federales de Alemania del sur querían establecer como regla en Alemania en 1849».(3)

En el año 1891 en la Crítica al programa de Erfurt, Engels remacha la misma clave: «Así pues, república unitaria. Pero no en el sentido de la presente República francesa, que no es otra cosa que el Imperio sin emperador fundado en 1798. De 1792 a 1798, cada departamento francés, cada comuna, poseían su completa autonomía administrativa, según el modelo estadounidense, y eso lo debemos tener también nosotros. Norteamérica y la primera república francesa nos han mostrado y probado cómo organizar esta autonomía». (4)

La idea de la república una e indivisible tiene que ver con la idea republicana que la soberanía nacional-popular es indivisible. Se trata de un principio republicano básico. También lo es que la soberanía nacional-popular, única e indivisible, la ejerce el pueblo desde las comunas (5) y que la única posibilidad de que la forma «república democrática» pueda tener un contenido de clase emancipatorio es que esté desnuda de la burocracia connatural al centralismo. En caso de no destruir el centralismo en la república democrática permanecería el clasismo, la dominación, la opresión y la alienación. Tarde o temprano se reproduciría la división entre gobernantes y gobernados.

Estamos ante un cambio radical de visión sobre la función del centralismo en el proceso de emancipación social. Para los viejos Marx y Engels cargados con la mochila de toda una vida militante y de reflexión constante sobre la revolución, la destrucción de la burocracia y del centralismo es una condición sin la cual la república democrática no podría abrir el camino al socialismo. Incluso se puede afirmar que prefieren la forma república comunal a la forma república democrática. No hay espacio para exponer esto en esta sede.

La experiencia del socialismo del siglo XX nos muestra la enorme actualidad de estas posiciones de los viejos Marx y Engels, que fueron ocultadas y negligidas por los adoradores del estado centralista.

Referencias:

  1. Malentendido compartido, desgraciadamente para aquella parte de la izquierda que prefiere Tocqueville a Marx.
  2. 9 de noviembre de 1799.
  3. Ver el comentario de Jacques Texier, ob.cit.
  4. Friedrich Engels, Contribución a la crítica del proyecto de programa socialdemócrata de 1891, Obras escogidas en tres tomos, ob. cit., p. 458.
  5. Este fue uno de los debates centrales entre girondinos y montagnards durante el debate constitucional de 1793. Ver, por ejemplo: Saint Just, La libertad pasó como una tormenta, edición a cargo de Carlos Valmaseda, Vilassar de Dalt, El Viejo Topo, 2006.

Fuente →  catalunyaplural.cat

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