
Vox es un problema para la democracia española, es un error del que, en mayor o menor proporción, somos responsables todos los partidos
Aarón Cano
La escenificación no puede pasar desapercibida, por eso cuando vemos a los portavoces de Vox en la Comunitat Valenciana debemos atender que la enfermedad que revela los primeros síntomas en Madrid, antes o después llegará a la Comunitat, si es que no lo ha hecho ya. Además, demuestra un desprecio total por el esfuerzo y sacrificio que la sociedad valenciana está haciendo en la pandemia; se comportan como gobernarían.
El franquismo todavía no ha fallecido, lo que se pensaba que era una imagen del pasado -camisas azules, águilas en banderas españolas, manos derechas en alto- que solo mantenían cuatro desvariados nostálgicos, ha vivido disimuladamente, sin aparentemente llamar la atención. Podemos decir ahora, con el conocimiento de los hechos, que no eran ni cuatro, ni eran locos nostálgicos; es todo un río subterráneo que recorría y recorre nuestra sociedad y que ahora con la crisis del PP y el surgimiento de Vox hemos visto que se cobijaba durante décadas en los bajos fondos de la derecha española.
El PP ha perdido un tiempo valioso. Durante décadas ha tenido la oportunidad de condenar la dictadura franquista, de condenar sus asesinatos y atrocidades; ese hubiera sido el mayor servicio que podría haber hecho a la sociedad española. Pero no lo hizo y quizá fue porque su propio origen proviene del régimen franquista y poner en duda el origen de uno mismo compromete la propia existencia presente y futura.
Vox es un problema para la democracia española, es un error democrático, del que, en mayor o menor proporción, tenemos responsabilidad todos los partidos políticos. Debemos, pues, mejorar nuestra capacidad para comunicarle a la sociedad española que la presencia de Voxen las instituciones democráticas viene a adulterar la propia democracia, una suerte de autolesión que se infringe la democracia a sí misma.
En este contexto de movilización neofranquista, durante la campaña electoral que se desarrolla en Madrid se ha amenazado de muerte a cargos institucionales y representantes políticos, se les ha vejado en debates y se ha intentado eliminar el derecho a la participación política. No es algo casual, está siendo alentado por un partido político que viene hostigando a los demócratas hace tiempo, animando a quienes acosan y amenazan a sus familias e hijos menores a la puerta de sus domicilios, intentando con ello sembrar el miedo en la población. No lo podemos permitir.
La derecha neofranquista debe ser expulsada de las instituciones por la vía de la democracia, pero no se puede esperar una pugna lealmente democrática; el neofranquismo usa la mentira sin recato alguno, usa los hechos alternativos, una forma rebuscada de no llamar a la mentira, lo que es, mentira.
En definitiva, no debemos caer en el error de infravalorar al rival. Hay que expulsar al franquismo de la vida democrática de este país, pero debemos también conseguir que esta vez no vean al PP como su guarida cuando las cosas se le pongan mal.
Fuente → levante-emv.com
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