Olvidadas y silenciadas: escritoras de la guerra civil española y del exilio

 

Olvidadas y silenciadas: escritoras de la guerra civil española y del exilio / Laura de Grado Alonso:

Si algo compartieron las intelectuales y escritoras Victoria Kent, María Teresa León, María Josefa Canellada o Silvia Mistral, además del exilio, fue refugiarse en letras y tomarlas como herramienta para lidiar con el dolor de la Guerra Civil Española (1936-1939), el desarraigo, la nostalgia o la esperanza de regresar, así como para dar testimonio directo y protagonista de un época relatada por y para hombres.

Por ello, “Voces de escritoras olvidadas. Antología de la guerra civil española y del exilio”, que publica Guillermo Escolar Editor, recupera la voz de estas y otras escritoras que sufrieron el trauma del conflicto y que lo plasmaron a través de desgarradores y lúcidos relatos, pero que, sin embargo, han sido olvidadas y silenciadas durante muchos años.

La obra, dirigida y editada por las profesoras de la Universidad Complutense de Madrid Carmen Mejía y María Jesús Piñeiro, supone un ejercicio de reconstrucción de la memoria histórica a través del repaso biográfico de diferentes escritoras de la época y de la selección de sus textos más destacados.

“Voces de escritoras olvidadas”

Entre los fragmentos se encuentran las reflexiones de la abogada y política Victoria Kent (1892-1987), como las recogidas en su novela “Cuatro años en París 1940-1944” donde mezcla autobiografía, diario, ensayo filosófico de carácter político y testimonios en primera persona de su vivencia durante el exilio.

Madrid, 30-8-1925.- Retrato de la abogada Victoria kent. Efe/jt

Kent fue la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid y la primera en ejercer como abogada ante un tribunal militar, además se la recuerda porque introdujo reformas revolucionarias en el sistema penitenciario durante su etapa como Directora General de Presiones y ejerció como diputada en las Cortes Republicanas Constituyentes.

También destacan las crónicas periodísticas de la escritora, dramaturga y periodista Mercedes Pinto (1883-1976), quien se exilió a Uruguay porque no era bien vista por el gobierno de Primero Rivera debido a sus acciones progresistas, entre ellas la defensa de la mujeres o a su ferviente reivindicación del divorcio. Durante su estancia en Uruguay, en 1926, publicó la novela “Él” que inspiró la película de Luis Buñuel con el mismo nombre.

O los textos periodísticos de Cecilia G de Builarte (1915-1989), que participó activamente en la vida política como periodista y escritora. Con el estallido de la Guerra Civil se fue a los Frentes Norte como corresponsal de guerra de la CNT y de las Juventudes Libertarias. Ya en aquella época describía el amor como una trampa para la mujer ya que la maternidad y el matrimonio podían servir para coartarla.

Memorias sobre la guerra civil española y el exilio

Además abundan las memorias, diarios o textos autobiográficos de gran valor testimonial y documental. Ejemplo de ello es el fragmento de “Memorias de la melancolía” de la escritora y poeta de la generación del 27, María Teresa León (1903-1988), una mujer incómoda para la sociedad de su época, feminista adelantada a su tiempo y comprometida con la libertad y la justica. Su obra destaca por la versatilidad y calidad de su prosa, así como por poner voz a la nostalgia y malacología de toda una generación.

La escritora Maria Teresa León pronuncia un discurso en el mitin organizado por la Alianza de Intelectuales Antifascistas, en el teatro de la Zarzuela. EFE/Díaz Casariego/jgb

“Una costa de errantes iba a extenderse sobre la tierra, buscando sobrevivir. Cientos de seres, miles ni vivos ni muertos, íbamos por los caminos en un estado de incertidumbre, como si tuviéramos dormidos los pies o insensible el alma. Nos sabíamos expulsados de algo mas que de España”, escribe León cuando abandona París para irse al exilio en Argentina.

La escritora y periodista Luisa Carnés (1905-1964), con “De Barcelona a la Bretaña francesa” y “El eslabón perdido” o Aurora Bertana (1892-1974), relevante en las letras catalanes”, con “Memòries. Del 1935 fins al retorn a Catalunya”, también integran la selección de autoras que formaron parte de la literatura del exilio con sus memorias.

Asimismo, “Europa Fugitiva. Treinta estampas de la guerra” de la escritora, periodista y militante comunista María Enciso (1908-1949) es uno de los testimonios más dramáticos y conmovedores de las consecuencias de la guerra, y sin embargo, esta obra apenas puede encontrarse en España.

Del diario de Silvia Mistral a las cartas de María Luisa Elío

La antología también recoge fragmentos del diario de Silvia Mistral (1914-2004), “Éxodo: diario de una refugiada española”, en el que relata sus últimos días en una Barcelona bombardeada, su partida en solitario a Francia, la estancia en refugios para mujeres y el traslado en el carguero Ipanema hasta México. O del dietario existencial “Penal de Ocaña” de María Josefa Canellada (1912-1995) una crónica histórica del 1936-1937 que quedó finalista del premio Cafe Gijón en 1954 pero que no pudo pasar la censura por la descripción devastadora de los horrores de la guerra civil. Una obra que llegó a ser comparada con “La Peste”, de Albert Camus.

En el género memorístico también aparecen las cartas y anotaciones en forma de diario de María Luisa Elío (1926-2009) donde la autora refleja la crueldad de la situación siendo apenas una niña, cuando se exilió con su familia a México, donde con los años acabaría participando de la vida cultural del país con compañeros como Gabriel Garcia Márquez, quien incluso le dedicó su famosa novela “Cien años de soledad”.

Poetas de la Generación del 27: “Las simsombrero”

Entre las escritoras elegidas también aparecen poetas como Concha Méndez (1898-1986), una de las voces femeninas más importantes de la Generación del 27, intima de Maruja Mallo y amiga de Luis Cernuda, Rafael Alberti o Federico Garcia Lorca, entre otras personalidades de la época. La escritora, dramaturga y poeta, integrante de Las sinsombrero, tuvo que soportar la misoginia de sus compañeros varones que no reconocían la valía de su escritura por ser mujer.

“¿Qué nubes de tormento retumban en mi altura?/¿Sobre qué mar de sangres calientes voy perdida?/Si soy una isla errante sedienta de confines/¿Por qué no se divide mi vida en tantas vidas/que pueda repartirme y vivir cuanto ansío?/De mi costado abierta la llaga del destino/Toman sabias raíces que a otros mundos me ligan/Y alimentando sueños, perdida por los años/Se me va con mi alma lo mejor de mí misma…”, escribe Méndez.

Junto a ella, en el libro destaca la figura de otra sinsombrero: Ernestina de Champourcin (1905-1999), también poeta de la Generación del 27 que compartió tertulias y eventos culturales con Zenobia Camprubí y Juan Ramon Jiménez. Una mujer valiente y solidaria que escribió poesía hasta el día de su muerte. Durante la guerra trabajó como voluntaria en un hospital de sangre republicano, lo que la inspiró a escribir una novela sobre la guerra.

La poeta española Ernestina de Champourcin, miembro de la Generación del 27. EFE/jgb

La guerra civil novelada

En representación de la creación en forma de novela, aparece Isabel Oyarzábal Smith (1878-1974), una de las figuras más polifacéticas de la cultura española del siglo XX, fue actriz, dramaturga, etnóloga, periodista y escritora. Participó en la vanguardia del pensamiento y se convirtió en una de las españolas más destacadas de la primera mitad del siglo al reflejar el papel de la mujer en la sociedad de la II Republica, escribiendo sobre temas como el sufragio femenino, el embarazo o el aborto.

Otra mujer revolucionaria de la época fue la escritora, periodista y editora Concha Castroviejo (1910-1995), quien defendió la coeducación y el divorcio, reivindicaciones que nacen de su propia lucha personal por poder estudiar y ser una madre separada e independiente. Muy conocida por su literatura infantil, aunque la antología recoge fragmentos de “Los que se fueron”.

Los regionalismos también aparecen representados en este libro con la elección de Mercè Rodoreda (1908-1983), considerada la voz femenina por antonomasia del exilio catalán, y con su novela “Cuánta, cuánta guerra…”, una de las obras más representativas de las letras catalanas, ganadora del Premio Ciudad de Barcelona y El Premio Crítica Serra d’Or.

Discurso de la escritora catalana Mercé Rodoreda durante el acto en el que recibió el Premio Ciudad de Barcelona de Literatura, que le entregó el alcalde de la ciudad, Narcís Serra. EFE/am

Por su parte Mariví Villaverde (1922-2017), con “Tres tiempos y la Esperanza”, es una de las principales representantes del exilio gallego, que tuvo una participación activa en el teatro de la diáspora y en cuya obra el mar juega un papel importante. En 2012 la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña la nombra Republicana de Honra.

“Sobre la vejez de las mujeres”

La misma editorial, Guillermo Escolar Editor, también publica “Sobre la vejez de las mujeres”, uno de los tratados de la Marquesa de Lambert(París,1647 – 1733) en el que la cortesana desentraña los diferentes obstáculos que encuentran las mujeres, respecto a los hombres, en su camino hacia una vejez feliz.

La marquesa, llamada Anne-Thérèse de Marguenat de Courcelles, fue una de las primeras damas en ostentar uno de los ilustres salones de París en los que en aquella época se compartía filosofía y distintos saberes.

“Cicerón ha escrito un Tratado sobre la vejez para que estén en condiciones de sacar partido de una edad en que todo parece abandonarnos. Solo se trabaja para los hombres; a las mujeres, en cambio, en todas las edades se las abandona a sí mismas: se descuida su educación en la niñez, en su madurez se las priva de recursos, y en la vejez carecen de apoyos; así, la mayor parte de las mujeres vive sin poner cuidado ni reflexión sobre si mismas”, relata madame Lambert.

Junto al tratado, el librito incluye otros dos textos más: el “Discurso sobre el dictamen de una dama que creía que el amor convenía a las mujeres aun después de pasada la primera juventud” y un “Tratado de la amistad”.


Fuente →  efeminista.com

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