Clara Campoamor por la escuela pública en 1921
 
Clara Campoamor por la escuela pública en 1921
Eduardo Montagut

Clara Campoamor planteaba que era muy importante la elección de escuela para el niño, asunto que no había preocupado mucho, en su opinión, a los padres de las clases populares, generando consecuencias en la educación de los hijos. Las madres agobiadas por sus preocupaciones y trabajos parecían solo aspirar a alejar al niño unas horas de la casa sabiendo que la escuela era un lugar seguro. Debemos recordar que en aquella época eran las madres las que se ocupaban de estas cuestiones. Es evidente que Clara Campoamor no es sospechosa, precisamente, de planteamientos discriminatorios en cuestión de género.

En la elección de escuela podían influir incentivos o regalos que se planteaban para captar alumnos, un asunto del que, como historiador no teníamos noticias para aquella época. Campoamor afirmaba que en Madrid había escuelas, tanto católicas, laicas o evangelistas, (“que la estulticia no distingue de matices”) donde se practicaba la “caza con cebo” para conseguir alumnos, aunque no sabía si era a favor de la causa que profesaban o a “las listas de personal que justifiquen luego los servicios y trabajos alegados por los pseudoprofesores”.

Clara Campoamor era contundente en relación con la escuela privada, fuera del signo que fuera, como hemos señalado, y lo era además de por esa especie de caza del alumno, porque no solamente no se aprendía nada, sino que se encauzaba la inteligencia del niño por “rutas grotescas”, ahogando más tarde el propósito de adquirir cualquier conocimiento serio y sólido.

Así pues, para nuestra autora, era indiscutible que aún con todas las deficiencias existentes era mejor la enseñanza oficial, es decir, las escuelas del Estado, instaladas en locales sostenidos por los Municipios, las escuelas públicas, en fin. Eso sí, se lamentaba que los gobiernos no habían realizado aún por “poquedad y rutina” el establecimiento de la enseñanza oficial laica. Una cosa era criticar a las escuelas privada laicas por los supuestos métodos que se empleaban en las mismas, como lo hacía con las católicas, y otra muy distinta que Campoamor no defendiese la laicidad en la enseñanza.

Campoamor empleaba algunos argumentos para la defensa de la escuela pública que, posteriormente se han ido empleado con el mismo fin. Su personal directivo (creemos que también podía referirse al docente, en general), elegido por sucesivas pruebas de estudio y oposiciones, dependiente del Estado, tenía, con una previa capacitación y el concepto de la responsabilidad, un deber que cumplir, legalmente aceptado, además de existir un servicio oficial de inspección, al que no podía sustraerse.

En la escuela privada esto no sucedía, según Campoamor, explicando su experiencia personal de lo que había visto sobre lo que se enseñaba y los métodos empleados en la misma.

Por eso opinaba que las madres debían meditar mucho sobre la educación de sus pequeños, sobre todo para el caso madrileño donde había escuelas de párvulos a cargo de personal competente, dotadas de material infantil e inspiradas en métodos de enseñanza encaminados a despertar la mente del alumno, iniciando en su espíritu la curiosidad, alejadas de los “cultivadores monstruosos de la memoria”.

En todo caso, puede parecernos muy categórico el juicio de Campoamor en relación con todas las escuelas laicas privadas, ya que conocemos métodos de enseñanza para estos centros, tanto dependientes de organizaciones de librepensamiento o masónicas, como del movimiento obrero de signo socialista o anarquista, con planteamientos pedagógicos muy avanzados, sin olvidar toda la obra planteada desde la Institución Libre de Enseñanza. En todo caso, Clara Campoamor apostaba ahora hace cien años por la escuela pública, y eso que era dependiente de una Administración llena de deficiencias de todo tipo.

Hemos trabajado con el número 3887 de El Socialista, de 28 de julio de 1921.


Fuente → elobrero.es

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