
Uno de los grandes problemas de España en la década de los años 30 del pasado siglo era el analfabetismo, y en plena guerra civil el gobierno legítimo de la II República intentó acabar con él.
Además de la concienciación política que se desarrollaba en los frentes de guerra, a los soldados, muchos de ellos campesinos analfabetos, se les daba instrucción para que por lo menos aprendiesen a leer y escribir.
Ahora, cuándo se celebra el 90 aniversario de la proclamación de la II República, la editorial Libros del Zorro Rojo reedita el libro que el Ministerio de Instrucción Pública utilizaba para que los soldados aprendiesen a leer y escribir.
El libro para aprender a leer y escribir hacía honor a su espíritu combativo con su nombre: Cartilla Escolar Antifascista.
Declaración de intenciones
Lo primero que leían los soldados republicanos cuando abrían el libro era la siguiente soflama: “El pueblo español está derrotando al fascismo con las armas en la mano. Los maestros y todos los trabajadores de la cultura deben hacer honor a este ejemplo, derrotando también al fascismo con los libros y con la pluma”.
Con la Cartilla Escolar Antifascista, más de un millón de soldados republicanos aprendieron a leer y escribir y también las cuatro reglas aritméticas básicas, ya que para las autoridades republicanas consideraban que con la instrucción también se combatía al fascismo.
La reedición del libro, al coincidir con la campaña para las elecciones autonómicas en Madrid ha nacido envuelta en polémica, cuando la derecha ha lanzado eslóganes tan de encefalograma plano como “Socialismo o Libertad”.
Pero eso ha sido bueno para la Cartilla Escolar Antifascista ya que como comenta la editora de Libros del Zorro Rojo, ha habido determinados medios que ellos solos les han hecho la campaña de marketing.
Milicias de la Cultura
Son las que organizó el gobierno de la II República para, mientras las tropas republicanas combatían a los sediciosos, para que una gran cantidad de soldados, que eran prácticamente analfabetos, aprendiesen a leer, escribir y las cuatro reglas.
Las trincheras republicanas, además de aparataje bélico, muy pronto se llenaron de encerados, tizas, cuadernos, lápices y ejemplares de la ya citada Cartilla Escolar Antifascista.
Hay que recordar que España, durante la década de los años 30 del pasado siglo, era un erial cultural, con cotas de analfabetismo que llegaban al 60% de la población.
La tirada total de la Cartilla Escolar Antifascista llegó a los 150.000 ejemplares: en el año 1937 el Ministerio de Cultura encarga 25.000 copias y poco después otras 100.000, con lo que surtió el frente de libros de estudio.
Un diseño impactante
La obra también tenía un importante apoyo gráfico, obra, entre otros, de fotógrafos José Val de Omar y José Calandín Guzmán y del ilustrador Mauricio Amster.
Los textos fueron de la paternidad de Fernando Sáinz Ruiz y Eusebio Cimorra, aunque los soldados que utilizaban el texto quedaban maravillados del vanguardista uso que se hacía de la tipografía y de los fotomontajes.
El libro, además de su función pedagógica destacaba por su finalidad antifascista: por ejemplo, para aprender a contar las tradicionales canicas de los libros de instrucción de la época se cambiaban por tanques o balas.
En el silabario, junto a frases como mi ma-má me mi-ma, aparecían sentencias de tinte ideológico como u-ni-dos ven-ce-re-mos al fas-cis-mo.
El epílogo del cuaderno de instrucción también era impactante, ya que contaba con un texto de Miguel Hernández, que en aquella época de tribulación era ministro de Instrucción Pública.
El autor de Perito en Lunas escribió a modo de prólogo: “Este mundo magnífico lo habéis conquistado mientras en una mano sosteníais la Cartilla y la otra el fusil como si montarais guardia de vuestro derecho a la instrucción”.
Aprovechar el tiempo
Aunque a lo que estaban los cuerpos del ejército republicano era a la guerra, en los frentes bélicos muchas veces había muchos tiempos muertos.
Bien es cierto que, en las ofensivas y las contraofensivas, los soldados ejercían su oficio, que no era otro que luchar, pero también había horas y horas que lo único que se hacía era esperar e intentar controlar el territorio conquistado.
Entre combate y combate podían pasar días, y era en ese tiempo cuando las Milicias de la Cultura, integradas por maestros y pedagogos ejercía su función de instrucción, sacando de analfabetismo a cientos de soldados republicanos.
Inspiración de altos vuelos
Tal como informa el comisario de la edición, en el espíritu de la Cartilla Escolar Antifascista subyace una cierta idea del hacer colectivo.
También está inspirado, aunque bien es cierto que, con una lógica cruzada, en la Revolución francesa y en la Revolución Industrial, intentando coger lo mejor de esos dos mundos, muchas veces antitéticos.
Como ya hemos indicado anteriormente, la Cartilla Escolar Antifascista también intentaba explicar cuál era el lado correcto de la Historia, al menos para el bando republicano, una lucha de la democracia contra el fascismo.
Hacer avanzar a la sociedad: educación
La II República Española quiso, ante todo, llevar a todos los rincones del país un impulso modernizador, lo cual se tradujo, en el aspecto educativo, en aumentar el número de escuelas de primera instrucción y el número de maestros.
Además, también se introdujeron en la enseñanza técnicas novedosas para aquellos años, caso de pedagogías activas, innovaciones en las aulas, y hasta algo tan novedoso para aquellos años como la coeducación.
Ya la Constitución del año 1931 establecía la Educación como una atribución esencial del Estado, y el mismo texto legal establecía la educación como obligatoria, gratuita, mixta, laica y basada en los ideales de la solidaridad humana.
Analfabetismo rampante
En el año que se promulga la Constitución en España solo había 32.000 escuelas públicas, muchas de ellas instalaciones con una sola habitación.
En el año 1931 el 40% de la población española era analfabeta, y hasta un millón de niños no estaban escolarizados.
Las estimaciones del gobierno republicano consideraban que era necesario la construcción de 27.000 escuelas en un lustro, y el primer año se llegaron a edificar 13.000 escuelas de educación primaria.
En esos años el ministerio de Educación estaba liderado por Marcelino Domingo y Fernando de los Ríos, que lograron un buen ritmo de construcción de escuelas en un entorno de grave crisis económica.
La II República introdujo en los planes de estudios enseñanzas que para aquellos años eran novísimas, como la educación física, la enseñanza de lenguas modernas o la introducción de laboratorios científicos en las aulas.
Fuente – el diario / InfoLibre
Fuente → casitodaslasletras.com
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