"La Guerra Civil no acabó en el 39, sino en el 46": el último bastión que resistió contra Franco / Iris Ladari Fuentes:
La
 Ciudad de la Selva fue un asentamiento ubicado en los valles gallegos 
donde se instalaron los contrarios al régimen franquista hasta 1946, 
cuando se produjo el último frente de batalla de la Guerra Civil. Así lo
 afirman académicos del grupo Sputnik Labrego, quienes llevan años 
investigando el terreno mediante testimonios de los guerrilleros. 
Marcelino Fernández Villanueva, más conocido como el Gafas,
 fue un socialista asturiano que huyó hasta Argentina tras la disolución
 de la Ciudad de la Selva en 1946, un asentamiento de desplazados 
contrarios al régimen franquista en los montes gallegos de Casaio. Su figura podría sintetizar a la perfección la historia de la Ciudad de la Selva.
 Participó en la Revolución de Asturias de 1934, donde distintas fuerzas
 de la izquierda pretendían abolir el sistema republicano que había 
establecido la Constitución de 1931 y sustituirlo por un régimen 
socialista.
Fue
 precisamente en esa revolución cuando la Guardia Civil le capturó y 
torturó hasta dejarlo sin visión en un ojo. Tuvo que llevar gafas toda 
su vida —de ahí el mote de Gafas—, pero eso no le hizo rendirse ante el bando enemigo. Posteriormente fue el jefe del Estado Mayor de la Federación de Guerrillas
 y a pesar de las heridas, se mantuvo fiel a su ideología. Franco 
venció, pero Marcelino logró huir y rehacer su vida en Buenos Aires como
 hotelero hasta el verano de 1999, cuando falleció. 

'El Gafas' fue torturado por la Guardia Civil y perdió la visión de un ojo
© Foto : Cortesía de Sputnik Labrego
El Gafas fue uno de los 200 guerrilleros que ocuparon el asentamiento en el valle de Casaio, una estructura antifranquista que estuvo en vigor entre 1940 y 1946.
 A este lugar se le denominó Ciudad de la Selva y se conoció como la 
zona de operación central del Estado Mayor de la Federación de 
Guerrillas de León y Galicia. Se cree que en su totalidad los conjuntos 
de campamentos sumaban alrededor de 50 edificaciones rudimentarias y que
 estaban ocupadas por gallegos, asturianos y leoneses. 
Detrás
 del trabajo arqueológico, historiográfico y antropológico del valle, se
 encuentra Sputnik Labrego, un grupo de investigadores especializado en el estudio de las sociedades rurales contemporáneas
 que a través de sus análisis han querido ofrecer a la población el 
conocimiento científico sobre la guerrilla antifranquista desde el punto
 de vista de sus restos materiales. 
Detrás del trabajo arqueológico, historiográfico y antropológico del valle, se encuentra Sputnik Labrego, un grupo de investigadores especializado en el estudio de las sociedades rurales contemporáneas que a través de sus análisis han querido ofrecer a la población el conocimiento científico sobre la guerrilla antifranquista desde el punto de vista de sus restos materiales.
"Eligieron
 este lugar por varias razones. El principal motivo es porque era un 
sitio perfecto para ocultar a tantos guerrilleros, y en segundo lugar, 
porque ya había agrupaciones similares establecidas previamente allí", 
detalla Carlos Tejerizo, investigador del grupo científico Sputnik 
Labrego.
La Ciudad de la Selva realmente tuvo su origen entre 1940 y 1941. Allí habitaron alrededor de 200 guerrilleros en torno a 50 edificaciones,
 pero no al mismo tiempo. "Era una zona de tránsito", precisa a Sputnik 
Carlos Tejerizo, investigador y director del proyecto documental Ciudad 
de la Selva. "Por nuestros cálculos consideramos que pudo albergar a 
todas esas personas y en momentos puntuales, era utilizada para 
organizar congresos".

Grupo de arqueólogos de Sputnik Labrego
© Foto : Cortesía de Sputnik Labrego
A
 los refugiados de Ciudad de la Selva les han tachado tanto de maquis 
—guerrilleros españoles  que se encontraban en Francia y que a partir de
 1944 quisieron reorientar su lucha antifastica hacia España estableciéndose en la zona de los Pirineos— como de villanos, pero los investigadores consideran que ninguno de los dos términos es realmente correcto.
 "En la Ciudad de la Selva no se vinculaban con el nombre de 'maquis' y 
además fue un fenómeno anterior a la creación de este grupo", puntializa
 Tejerizo. Asimismo, creen que tampoco se les puede definir como 
bandoleros. Tras estudiar su historia, los académicos de Sputnik Labrego
 creen que eran "héroes", porque "defendían unos 
ideales que en ese momento poca gente podía hacer, como la democracia, a
 través de la figura de la República".
"Precisamente
 en las excavaciones que estamos haciendo en Ciudad de la Selva lo que 
nos lleva también es a criticar la palabra 'bandoleros'. Sí que es 
verdad que como en todo conflicto armado pudo haber episodios 
lamentables, pero no solo fueron eventos muy controlados, sino que 
también fueron muy vinculados a una idea concreta del franquismo", 
argumenta Tejerizo.
Consideran
 que, frente a este conflicto armado, el estado franquista prefirió 
hablar de bandoleros porque les permitía desarrollar acciones de ataque y
 eliminar al enemigo. "La Ciudad de la Selva lo que nos demuestra es que era un frente de guerra.
 Defendemos la teoría de que la Guerra Civil no acabó en 1939 sino que 
acaba en 1946", sostiene Tejerizo. "Si se vinculaba a estas personas con
 bandoleros, se deshumanizaba esa lucha y se le daba un carácter no 
político que había que eliminar", recalca, "era la justificación del franquismo".
Los nazis utilizaban su cueva para obtener wolframio
Desde
 los montes de Casaio gestionaban una amplia red de estraperlo con la 
que sustentaban su lucha contra las fuerzas franquistas.  El estraperlo 
era muy generalizado en esa zona de frontera con Portugal:
 se comercializaba ilegalmente desde tabaco a diversos tipos de 
alimentos, pero hubo un producto que destacó por encima del resto. Ese 
producto era el wolframio.
Precisamente
 en Casaio se encuentra la mayor exportación de wolframio de toda 
Europa, un importante mineral que se utilizaba fundamentalmente para 
reforzar las armas en el contexto de la II Guerra Mundial. Franco montó un consorcio para gestionar todas estas minas, sin embargo, la gestión directa la llevaban los alemanes,
 ya que "eran los únicos" durante la II Guerra Mundial que sabían 
utilizar el wolframio para reforzar sus tanques y resto de su armamento.
 Concretamente los ingenieros alemanes gestionaban la mina Valborraz, en
 la cual se encuentran trabajando los arqueólogos actualmente y donde han podido documentar varios ataques de la guerrilla en el interior de la mina. 
1946: el desenlace
Los
 contrarios al régimen de Franco se escondían mayoritariamente en sus 
hogares o en casas de familiares y los que no podían hacerlo, buscaban 
refugio en las montañas. Un día, varios agentes de la Guardia Civil, se disfrazaron de guerrilleros
 y empezaron a interrogar a los pastores que vivían en los montes. Su 
objetivo era sacarles información sobre la guerrilla de Ciudad de la 
Selva y acabar con ellos.

Revólver de un guerrillero encontrado en Ciudad de la Selva
© Foto : Cortesía de Sputnik Labrego
Debió llegar a oídos de algún agente que en ese momento había desencuentros entre los miembros socialistas y comunistas que conformaban la Federación de Guerrillas de Galicia, donde se agrupaban distintas ideologías
 y aprovecharon ese conflicto interno para atacar. Para resolver esas 
disputas, desde la Federación organizaron unos congresos de 
reunificación. 

Los arqueólogos han podido documentar varios ataques de la guerrilla en el interior de la mina de wolframion© Foto : Cortesía de Sputnik Labrego
La
 Guardia Civil consiguió enterarse de dónde se celebraban dichas 
reuniones y en julio de 1946 irrumpieron en La Ciudad de la Selva. Ese 
fue el primer ataque, en el que murieron dos guerrilleros.
 Sin embargo, el altercado les dio aún más fuerza para continuar su 
lucha y al día siguiente se celebró la que sería la última reunión, sin 
saber que la Guardia Civil volvería a invadirles y que acabarían 
disolviendo finalmente el asentamiento. "En los estudios arqueológicos 
hemos visto que las estructuras que estamos excavando tienen niveles de 
incendio, es decir, quemaron las casas con el propósito de borrar la memoria
 de la guerrilla en esta zona". La mayoría logró escapar y sobrevivió. 
Algunos mantuvieron reuniones en el lugar hasta 1950, pero "más que 
sobre ofensivas, sobre supervivencia". 
"En
 Ciudad de la Selva estaban convencidos de que al final de la II Guerra 
Mundial algunos países intervendrían y les salvarían", detalla Tejerizo.
 "Creían firmemente que su lucha iba a ser victoriosa y por eso decimos 
que el conflicto civil de la Guerra Civil continuó en el tiempo hasta 
aquí".  
Marcelino Fernández, el Gafas, y muchos otros pensaban que la creación de su propio ejército les salvaría y obtendrían la victoria.
 Al final no pudo ser. Varios de esos testimonios han sido rescatados en
 un artículo científico que ha elaborado Sputnik Labrego, bajo el nombre
 Arqueología y procesos memoriales de la guerrilla antifranquista en los montes de Casaio.
 Actualmente están ultimando las últimas grabaciones para emitir un 
documental sobre Ciudad de la Selva que saldrá a la luz a principios de 
2022. 




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