Una democracia plena no debe permitir jamás la manipulación ni la tergiversación de su historia: se debe contar lo que sucedió, resarcir a las víctimas o a sus familiares y cerciorarse de que la democracia se cumpla. Uno de los pilares de la democracia española debe ser la verdad, la justicia y la reparación.
Isabel Ginés y Carlos Gonga
Carmen recuperó hace días a su abuelo, al que asesinaron por ser alcalde republicano. Pepita recuperó también a su padre, tras tantos años de lucha, un hombre al que fusilaron por ejercer la libertad. Ángel fue torturado por su ideología durante muchos días y después, encarcelado. Lola fue violada tras un interrogatorio, tras negarse a delatar a dos personas de su pueblo. Juan vivió oculto por la persecución política. Manolo se tuvo que ir de España para que no lo mataran, a él ni a sus hijos, como ya habían hecho con su mujer.
En España no existe una ley clara respecto a los bebés o niños robados a manos del franquismo y la Ley de Amnistía del 77, que ampara a sus torturadores, cómplices o asesinos y les protege de ser enjuiciados, sigue vigente; a pesar de ser sus delitos de lesa humanidad y de, por tanto, no estar prescritos. Cientos de torturadores han muerto felizmente en sus camas. Otros lo han hecho acompañados de sus medallas, como Juan Antonio González Pacheco, conocido popularmente como Billy El Niño, cuando deberían haber sido todos ellos condenados y culpabilizados de todas las aberraciones que ocasionaron.
España: medio millón de kilómetros cuadrados que albergan en torno a 150.000 víctimas a quienes arrebataron su vida en prisiones franquistas, en campos de concentración franquistas o en actos de represalia por sus ideas o defender la libertad. Gran parte de estas personas fueron acusadas de falsos delitos en jucios sumarísimos, por lo que sería de justicia anular la validez de los sumarios falsificados, especialmente cuando sus familiares viven y tienen estas calumnias muy presentes. No debimos olvidar que los crímenes de guerra de lesa humanidad no prescriben: se deben investigar y se debe conceder la inocencia a las personas que fueron represaliadas, torturadas o asesinadas sin motivo aparente.
Falsificar la historia, mentir y calumniar es un error que únicamente lleva a distorsionar la realidad y tergiversar la actualidad. No se enseña correctamente la historia en la mayoría de colegios e institutos, no se explica del todo bien la II República o el franquismo, no se menciona nada acerca de la represión franquista. No se ha dado una buena enseñanza en esta materia. Muchas profesoras y muchos profesores sí enseñan la memoria histórica, la represión franquista, lo que ocurrió tras la Guerra Civil; cada vez más, de hecho; organizan semanas culturales temáticas, hacen visitas culturales con sus alumnas y alumnos a cementerios cuyas fosas estén siendo excavadas, a emplazamientos de fusilamiento sistemático como el Paredón de España, en Paterna (Valencia) o a otros lugares similares. Muchas y muchos están esforzándose, aunque durante años se ha acallado la historia, esta se ha manipulado y no se ha enseñado en las escuelas. No se ha enseñado la historia de este país a sus más jóvenes y esto se trata de un error muy grave que conlleva una carencia de conocimiento de nuestro pasado y también, por tanto, de compresión de nuestra actualidad.
Es necesario tener en cuenta que el franquismo sociológico está más vivo que nunca, desde su máximo apogeo, en esta sociedad. El franquismo sociológico es la pervivencia de rasgos sociales propios del franquismo en la sociedad posterior a la muerte del genocida, que se alarga temporalmente hasta la actualidad.
La ideología del franquismo nos hizo creer que la Guerra Civil fue “una guerra entre hermanos”, pasando por alto que en España hubo un Gobierno elegido en las urnas y al que se quiso derrocar para imponer Franco, el genocida, su voluntad. Por tanto, la Guerra Civil no fue “una guerra entre hermanos” sino la consecuencia directa de un golpe de Estado contra un Gobierno elegido democráticamente.
Mucho se habla, también, de las matanzas de Paracuellos; aunque rara vez se menciona que todos los asesinados en Paracuellos, opuestos al bando republicano, se exhumaron con dinero público por orden de Franco, algo que no se hizo con los asesinados afines al bando republicano.
Cientos de placas conmemorativas, cruces de los caídos y otros monumentos dedicados a los muertos del bando franquista colonizaron las vías públicas, los patios y las paredes de las iglesias, humillando así a las personas que murieron por ser consideradas del bando republicano. No existe en España un museo del horror donde se exponga lo que ocurrió, como sí los hay en Argentina o en Alemania.
Muchas empresas hicieron mucho dinero con el régimen franquista, manteniéndose impasibles y aproechándose de él, y aun a día de hoy viven de ello. Muchas de ellas crecieron y se sustentaron con el saqueo y la corrupción del régimen del genocida. La familia Franco sigue ostentando su riqueza y su poder. Muchos, muchísimos herederos del franquismo disfrutan de los réditos y la herencia de lo expoliado durante la dictadura.
Muchas personas gozan hoy en día de una alta posición social o económica gracias a que se aprovecharon de la explotación de la mano obrera de izquierdas, a que vivieron la dictadura con placidez y siendo cómplices de esta, y deberían pagar legalmente por ello.
Una democracia plena no debe permitir jamás la manipulación ni la tergiversación de su historia: se debe contar lo que sucedió, resarcir a las víctimas o a sus familiares y cerciorarse de que la democracia se cumpla. Uno de los pilares de la democracia española debe ser la verdad, la justicia y la reparación.
Fuente → contrainformacion.es
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