La nueva juventud de la Segunda República en España

 
La nueva juventud de la Segunda República en España
Ludovic Lamant

El 15 de marzo fue la primera vez que un presidente francés, Emmanuel Macron, ha depositado una corona de flores sobre la tumba de Manuel Azaña, enterrado en el cementerio de Montauban (Tarn-et-Garonne), acompañado de su homólogo español, Pedro Sánchez. El evento se inscribe dentro de las conmemoraciones que se celebran del otro lado de la frontera, en España, de los 80 años de la muerte en noviembre de 1940 de quien fuese la gran figura de la Segunda República (1931-1939), el cual tuvo que exiliarse a Francia al final de su vida.

Coincidencias del calendario, España se prepara también para conmemorar el próximo 14 de abril los 90 años del advenimiento de este breve régimen político que todavía suscita controversia y que precedió décadas de dictadura franquista. Como síntoma de nuestros tiempo y prueba de que la figura de Azaña genera consenso, la muy pedagógica exposición que le ha sido consagrada en la Biblioteca Nacional de España en Madrid – y que circulará por todo el país este año- fue inaugurada a finales de 2020… por el Rey Felipe VI en persona. En ella podemos encontrar notablemente dos inmensas banderas republicanas, una de las cuales fue la primera en ser izada en toda España, el 14 de abril de 1931 en la ciudad vasca de Eibar.

La idea de república goza de un nuevo interés, pero debemos evitar formas nostálgicas de imaginarla”, previene el historiador francés Bruno Vargas, a su vez vicepresidente de la asociación Présence de Manuel Azaña. “En el caso de Azaña, personaje que ha sido durante muchos años olvidado por culpa del franquismo, pero también a causa de su exilio a Francia, se puede observar su recuperación por una parte de la izquierda como el hombre que trajo la modernidad a España”.

En un número especial que acaba de publicar el El Diario, dedicado a la Segunda República, Ignacio Escolar, director del periódico, le rinde el siguiente homenaje: “Era una democracia que osó instaurar un régimen de libertades en el país menos avanzado de toda Europa. Quiso modernizar España y convertir los súbditos en ciudadanos […] Una república que quiso invertir más en educación que en el ejército y que tuvo que pagar su audacia con su sangre”. Para sus adversarios de derechas, quienes todavía a veces recuperan la propaganda franquista, los dirigentes de esta República fueron los responsables del golpe de Estado militar y de los subsiguientes años de guerra civil como consecuencia del caos que instalaron y las reformas demasiado radicales que pretendieron poner en marcha.

Si estas conmemoraciones tienen algún tipo de repercusión en la España contemporánea, no es porque sean una mera efeméride. El gobierno socialista ha impulsado una agenda de memoria histórica sobre los crímenes franquistas, tras la exhumación de Franco el pasado otoño de 2019, con un proyecto de “Ley de Memoria”. Por su parte, la monarquía española atraviesa una profunda crisis, fragilizada por los casos de corrupción que han llevado al rey emérito Juan Carlos al exilio el verano de 2020.

A todo esto se añade el “problema catalán”, que muestra las limitaciones de la Constitución de 1978, así como varios anteproyectos de ley en materia de derechos de las mujeres – debates actuales que dialogan con los que se produjeron al comienzo de los años 30 en España. El derecho de voto de las mujeres, el divorcio o el matrimonio civil fueron alguno de los avances de los primeros años de la Segunda República cuando Azaña era jefe de gobierno. Fue también la época en la que por primera vez las mujeres ocuparon un escaño en el Congreso de los Diputados, junto con la feminista Clara Campoamor (1888-1972). La editorial Seix Barral publica un retrato íntimo de Azaña, escrito por Josefina Carabias (1908-1980), una de las pioneras del periodismo, que a su vez reconstruye esa época bulliciosa de reivindicaciones feministas. En esa misma época se construyeron en Madrid edificios emblemáticos de arquitectura moderna y racionalista, como el Edificio Carrión en la Gran Vía.

Los inicios de la República están marcados también por la batalla por la separación entre la Iglesia y el Estado así como la defensa de una enseñanza pública y laica, marcadas por la figura de Rodolfo Llopis, quien tuvo que exiliarse durante más de cuarenta años en Albi. Para Bruno Vargas, cuya tesis doctoral versaba sobre Llopis, la ley educativa introducida por los socialistas y aprobada definitivamente en diciembre de 2020reconecta con el espíritu de aquello que quisieron realizar los republicanos”. El texto legal defiende la enseñanza pública en detrimento de la concertada (centros educativos que gozan de subvenciones públicas) y defiende el uso de pedagogías alternativas frente a unos métodos de enseñanza y aprendizaje todavía fuertemente centrados en la memorización.

Los debates institucionales fueron intensos. Los catalanes votaron en un referéndum y en el verano de 1931 a favor de un nuevo estatuto de Cataluña, a pesar de que la nueva Constitución Española fue adoptada en diciembre de 1931. Ésta precisaba que el sistema político cuenta como única fuente de legitimidad la “soberanía popular” y suprime el “principio monárquico”. En octubre de 1934 es el turno del republicano catalán Lluis Companys y proclama desde el balcón de la Generalitat un efímero “Estado Catalán” en el seno de una “República Federal española”.

La exposición de la Biblioteca Nacional de España no olvida las sombras del régimen, como por ejemplo cuando Azaña fue encausado, a comienzos de 1933, por su responsabilidad indirecta en la masacre de Casas Viejas. La Guardia Republicana rodeó una casa de este pueblo andaluz, en el que se habían atrincherado un grupo de anarquistas. Una veintena de personas fueron asesinadas, entre ellas seis fueron quemadas vivas. El drama provocó la caída del gobierno de Azaña [pueden leer el estudio más amplio del historiador Eduardo González Calleja sobre la manera en la que el franquismo se legitimó a sí mismo denunciado las violencias cometidas durante la Segunda República]. Tras las elecciones de 1936, Azaña se convertirá en el Presidente de la República, puesto que conservará a lo largo de toda la guerra civil hasta su exilio a Francia en 1939.

Contrariamente al lugar común recibido, es posible hablar del franquismo y de la dictadura en España, mientras que todos los partidos políticos se han cuidado de evitar hablar durante mucho tiempo de la Segunda República”, insiste Bruno Vargas, quien ha contribuido igualmente al catálogo de la exposición sobre Azaña. “Ya que hablar de ella equivale a poner en duda el pacto de 1978”. Esto último hace referencia a esa Transición pactada entre élites políticas, tanto aquellas nacidas del franquismo como aquellas que defendían la democracia – socialistas y comunistas incluidos-, poco después de la muerte de Franco en 1975.

De hecho, el esfuerzo del PSOE por celebrar a Azaña pudiera sorprender dado que el partido de Pedro Sánchez permanece ambiguo acerca del devenir de la monarquía. El tema de la monarquía forma parte de los puntos de desencuentro frecuentes con su aliado en el seno de la coalición de gobierno, Unidas Podemos, el cual se presenta abiertamente como republicano (incluso si en los inicios de Podemos, Pablo Iglesias haya realizado ofrendas a los “Borbones”). Como mucho, Sánchez ha exhortado a Felipe VI a “seguir con la renovación”, para superar la crisis actual. Según El País, desde comienzos de año se han producido conversaciones secretas entre el PSOE, el PP (la oposición de derechas) y la Zarzuela para reforzar la transparencia de la institución.

El PSOE votó a favor de la Constitución de 1978, cuyo primer artículo precisa que España es una monarquía parlamentaria. Un partido de gobierno no puede reconocerse como republicano”, asegura Bruno Vargas. Tras la muerte del dictador no se ha organizado ningún referéndum en España para decidir entre República y democracia. La única consulta que tuvo lugar versaba sobre la Constitución actual que asentaba una monarquía parlamentaria.

Es difícil de saber a día de hoy si el número de simpatizantes republicanos se encuentra al alza en España. Las esperanzas de una comisión de los indignados de la Puerta del Sol en Madrid en 2011, que se había autodenominado maliciosamente ¡Toma la Zarzuela!, no han tomado cuerpo diez años después. El avance de la extrema derecha de Vox complica aún más el debate.

No obstante, el periódico de izquierdas El Salto publicó en noviembre de 2020 una encuesta basada en una muestra de 3000 entrevistados, en la que el 40,9% de los encuestados aseguró que votaría a favor de la República, mientras que sólo un 34,9% por la monarquía (el resto se dividía entre indecisos y abstencionistas), en caso de que se celebrase un referéndum al respecto. No obstante, las divergencias entre regiones parecen muy marcadas (31-32% votaría a favor de la República en Andalucía o en Madrid, mientras que más del 66% en Cataluña y más del 60% en el País Vasco…) Por muy frágil que sea la encuesta, ésta describe un paisaje de contrastes: si la monarquía ha sido debilitada por los golpes, no parece que haya entrado todavía en fase terminal.


Fuente → sinpermiso.info

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