Charla de chato galante en el centro cultural del ayuntamiento de vigo el 22 de marzo de 2019, organizada por la asamblea republica de vigo.
La memoria histórica y la lucha contra la impunidad de los crímenes del franquismo
I.- El concepto de Memoria:
La memoria de un pueblo es su historia socializada, la visión que su gente tiene del pasado y la explicación de su realidad presente. En palabras de Pirre Nora, probablemente el representante más significativo de la llamada nueva historia, es “el esfuerzo consciente de los grupos humanos para entroncar con su pasado tratándolo con especial respeto”
Su construcción es un proceso social y por lo tanto algo vivo, que se reescribe constantemente, en función de los cambios producidos a partir de los distintos acontecimientos y conflictos sociales, políticos, culturales, etc. Finalmente es, además, un terreno de disputa política entre distintos discursos que responden a los intereses propios de cada colectivo presente en la sociedad.
Esta disputa es particularmente virulenta en los momentos de crisis como el que atravesamos. Una crisis global que en nuestro Estado tiene características propias particularmente graves, que han puesto en cuestión las bases sobre las que se asentó el Régimen del 78. Hoy se abren las puertas a un cambio de ciclo histórico que nos exige ajustar cuentas con el pasado como condición para recuperar las condiciones de una convivencia democrática plena.
II.- El Pacto del Olvido:
En ese conflicto por la construcción de la memoria colectiva partimos de dos afirmaciones básicas: Primera, que el franquismo fue una dictadura fascista, que cometió crímenes contra la humanidad de una forma sistemática, generalizada, extendida a todos los territorios del Estado y mantenida a lo largo de cuarenta años. Segunda que en nuestro país el proceso de transición a la democracia se basó en un Pacto del Olvido cuyo objetivo declarado fue ocultar esos crímenes, proteger a sus autores y olvidar a sus víctimas.
La función de ese Pacto fue garantizar que los sectores sociales que hegemonizaron la dictadura seguirían manteniendo lo esencial de su posición en el nuevo régimen. Para ello impusieron tres condiciones: La continuidad de una monarquía heredera del franquismo, le mantenimiento sin la menor depuración del aparato de Estado de la dictadura y un pacto territorial para asegurar el mantenimiento de la unidad española.
Las fuerzas democráticas que validaron ese pacto argumentaban una desfavorable correlación de fuerzas, o de debilidades que diría Manuel Vázquez Montalbán, y el recurso constante a la amenaza de un golpe militar. Sin entrar a valorar la consistencia de este argumento hoy podemos valorar, primero, que el golpe que se pretendía evitar terminó produciéndose, pero incluso contando con la complicidad del monarca se diluyó en el esperpento, al no contar con el apoyo de ningún sector social significativo de las clases dirigentes. Pero lo que sin duda ha dejado claro el paso del tiempo es que tras aquel Pacto había mucho más que una valoración más o menos interesada de la correlación de fuerzas. Porque durante cuarenta años de democracia y sin ruido de sables que utilizar como disculpa, ni la derecha ni el partido socialista han puesto en cuestión ninguno de sus términos. Es más tampoco están dispuestos a hacerlo hoy, en el 2019, cuando no hay un solo argumento jurídico, ni político, ni ético que permita justificar el mantenimiento de la impunidad de los crímenes contra la humanidad cometidos por el franquismo.
3.- El Relato de la Transición:
Se construyó así un relato de la transición según el cual la recuperación de la democracia fue la obra del consenso logrado por políticos de uno y otro signo, encabezados por un rey impuesto que además resultó ser un ladrón, entre otras muchas cosas. Relato del que se hizo desaparecer los crímenes del tardofranquismo, a sus víctimas y victimarios, y también al movimiento popular que protagonizó la lucha por la libertad. Hecho ignominioso que hoy se mantiene y que tenemos el deber de recordar, más cuando estamos en una tierra que guarda una memoria viva de ello, donde basta con citar el asesinato el 27 de septiembre de 1975 de Xosé Humberto Baena, a escasos dos meses de la muerte del dictador. A él y a todas las víctimas nuestro más sentido homenaje: Porque fueron somos y porque somos serán.
En conclusión, nuestro país hizo una transición sin ruptura democrática. Somos el único lugar de Europa donde el final de una dictadura fascista no se ajustó a la pauta marcada en Nuremberg y que daría lugar al Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, suscrito por nuestro Estado, y que abrió la vía de la Justicia Universal. En nuestro caso no se aplicaron los principios de verdad, justicia y reparación, establecidos por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas como garantía de reconciliación y no repetición.
4.- Las consecuencias actuales
Esos principios fueron sustituidos por la ignorancia deliberada del pasado, impuesta desde las instituciones al conjunto de la sociedad, utilizando para ello todos sus recursos: los medios de información, la educación, la cultura, etc. Y aún más inconcebible, de la noche a la mañana se convirtió al aparato de represión de aquella sangrienta dictadura en garante de la reconciliación y guardián de los mismos derechos y libertades democráticas que había combatido encarnizadamente durante decenios.
Decisión que está en el origen de algunos de nuestros más graves problemas: explica la corrupción generalizada de nuestro aparato de Estado, a partir de la presencia de la ideología franquista y los tics autoritarios y caciquiles en su funcionamiento, el control de los poderes económicos y políticos sobre las más altas instancias de la judicatura, los escándalos cotidianos de unas fuerzas de seguridad construidas con los mimbres de la policía política de la dictadura y finalmente el sistemático recorte de derechos y libertades democráticas por medio de todo tipo de leyes y disposiciones.
5.- Caracterización del movimiento memorialista
El movimiento memorialista surge así en un ecosistema que ha invisibilizado la existencia de fosas comunes, aceptado a criminales y torturadores a los que incluso se les ascendió y condecoró en democracia, mientras que a sus víctimas ni siquiera se les anularon sus sentencias. De igual forma se ocultó el robo de bebés, el trabajo esclavo, el exilio, la deportación y el expolio de bienes públicos o de familias republicanas en el que participaron desde Franco al último cacique, con la interesada bendición de la iglesia católica.
Siempre hubo gente que luchó contra el olvido, incluso durante la dictadura, pero es con la llegada del nuevo siglo que empieza a configurarse el movimiento social por la memoria y la justicia, cuando se incorpora a la búsqueda y recuperación de los restos de sus mayores la llamada generación de los nietos. Surge así un movimiento social muy diverso con carácter intergeneracional, que responde a todas las formas de represión del franquismo con organizaciones específicas y que se ha extendido al conjunto del Estado cuyas características que van a hacer particularmente difícil su consolidación y coordinación estatal.
La actividad y el discurso de este movimiento se ha basado en el desarrollo de tres ideas fuerza:
- Llevar a la sociedad la conciencia de que no hablamos de historias del pasado, denunciando que esos crímenes siguen hoy presentes, tanto en términos jurídicos, porque la justicia internacional considera que los crímenes contra la humanidad son imprescriptibles e inamnistiables; como en términos sociales porque ese dolor masivo, no reparado en más de ochenta años, nos ha conducido a una situación actual que envilece nuestra sociedad y que es necesario enfrentar para poder sanear el presente y garantizar un futuro digno.
- Explicar que las consecuencias de esa situación no afectan sólo a quienes fueron represaliados por enfrentarse al régimen totalitario, ser feministas, homosexuales o pertenecer a cualquier tipo de disidencia, sino que afecta al conjunto de una sociedad que necesita restablecer condiciones de convivencia democrática plena, reconociendo esos derechos históricamente negados y recuperando una parte muy importante de nuestra historia.
- Basar nuestras propuestas de cambio en el cumplimiento de los preceptos del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas sobre la promoción de la justicia, la verdad, la reparación y las garantías de no repetición. Es un planteamiento previo a la política, reivindicando derechos humanos básicos que han sido negado bajo la dictadura y en la democracia.
6.- Notas sobre la situación actual del memorialismo
Me limitaré a señalar aspectos básicos de su situación actual, aclarando previamente que se trata de una visión parcial, que no contempla su singularidad en cada uno de los territorios que es un factor determinante en todos los casos, que está hecha desde la experiencia en una asociación de presos y presas políticos y del conocimiento limitado de otros temas a partir de la Coordinadora de Apoyo a la Querella Argentina.
La actividad del movimiento gira en torno al eje de la justicia. El reconocimiento del derecho a la justicia es un paso previo en los casos de crímenes de Estado, desapariciones forzadas, torturas, bebés robados, etc. de forma que se pueda abrir proceso a los criminales vivos. Pero también en los casos de fosas comunes, deportaciones, exilio, trabajo esclavo, expolio, etc. necesitamos la judicialización que permita investigar, delimitar responsabilidades y garantizar la reparación. De hecho, la justicia es la condición primera y, en muchas ocasiones, la principal de las reparaciones. De igual forma es la garantía de la verdad jurídica..
También hemos desarrollado iniciativas políticas y legislativas en el Congreso, en las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos; hemos reivindicado nuestros derechos en el Europarlamento y en diferentes organismos internacionales de derechos humanos. Y también en la calle donde se realizan actividades de recuerdo y reparación a las víctimas.
Así nos hemos colado en la agenda política de este país, Así, las fuerzas políticas que antes callaban se han visto obligadas a retratarse: La derecha vuelve a dar su cara más extrema, devolviéndonos la imagen siniestra del fascismo y demostrando, una vez más, que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla.
También el PSOE ha adelantado una serie de gestos que se han quedado en promesas, como la retirada de medallas y honorarios a Billy el niño, o la exhumación de la momia, aunque de la anulación de las sentencias a los presos y presas políticas nadie ha vuelto a oír hablar. Promesas difíciles de creer cuando provienen de un partido que gobernó durante décadas conviviendo con las fosas, el robo de bebés y los torturadores condecorados. Y todavía es más difícil creerles por las cosas que sí hacen: por ejemplo, el 3 de marzo el ayuntamiento de Vitoria declaró persona non grata a Martín Villa, responsable de la masacre que en 1976 costó la vida a cinco trabajadores, pues bien el PSOE votó en contra de esa resolución junto con el PP. Peor aún, hace menos de un año los grupos que más tarde apoyarían la moción de censura que permitió gobernar al PSOE, presentaron una proposición que modificaba la ley de Amnistía para impedir que se aplicara a crímenes contra la humanidad; el PSOE, junto a Ciudadanos y PP, votó en contra con el argumento que atentaba contra uno de los pilares de la democracia.
Terminaré señalando los objetivos y tareas del movimiento: Queremos unas instituciones que rompan el pacto del olvido y acaben con la pervivencia del franquismo en el aparato de Estado. Consideramos que en el 2019 no hay un solo argumento político, ni jurídico, ni ético que justifique la impunidad de los crímenes contra la humanidad cometidos por el franquismo. Denunciamos a una judicatura que es hoy la garantía de esa impunidad y lucharemos por la aplicación de los principios de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición contemplados en el Derecho Internacional de los derechos humanos. Impediremos que una cuarta generación herede el deber de reparar todo el dolor producido por la dictadura y limpiar de nuestra vida pública cualquier vestigio de aquella infamia. Ese es nuestro compromiso con una sociedad más libre y más justa, por la que lucharon nuestros mayores, y con la que todas y todos seguimos soñando.
En la actualidad, cada día constatamos como crece el rechazo social a ese Pacto de Olvido y Silencio, fenómeno estrechamente relacionado con la crisis
Somos la excepcionalidad europea, es decir, el único país que no ha podido juzgar a su dictadura y a sus crímenes ni avanzar en el reconocimiento a sus víctimas, el derecho a la verdad, la justicia y la reparación, tal y como han señalado diferentes informes y resoluciones dictados por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Fuente → nuevarevolucion.es
No hay comentarios
Publicar un comentario