
“El gran error de la República. Entre el ruido de sables y la ineficiencia del Gobierno” (Editorial Crítica), nuevo libro de Ángel Viñas, defiende que la República pudo parar el golpe del 36 acudiendo a multitud de papeles franceses, italianos, belgas e ingleses. Los gobernantes desoyeron informaciones de los servicios de defensa y no consiguieron aplacar la conspiración, según el autor. El historiador, economista y catedrático indaga en ese ‘error’ de la República, insiste en que la conspiración tuvo un carácter militar, monárquico y fascista y recuerda en el 90 aniversario de su proclamación las mejoras que llevó a cabo la II República.
En el prólogo dice que en la
historiografía académica el consenso es que el golpe del 36 se veía
venir y en la no académica que era inevitable, y se pregunta: “¿por qué
el Gobierno no paró un golpe del que todo el mundo hablaba?”
He
tratado de responderla en la medida en que las fuentes primarias y los
testimonios lo permiten. A veces he tenido que establecer hipótesis que
se desprendían de esos papeles, sin inventar nada, por supuesto. Este es
el libro que sigue al libro que saqué hace dos años llamado Quién quiso la guerra civil
en el que di una respuesta muy clara: la Guerra Civil la quiso una
conspiración monárquica, militar y fascista para restaurar la monarquía
en unas nuevas condiciones que no eran las de 1874: seguramente habría
sido una monarquía fascistizada y dirigida por don José Calvo Sotelo con
Sanjurjo como cabeza militar.
Estos quisieron una guerra civil que finalmente fue pero se tenía que dar otra circunstancia: que los gobiernos de la República no hubieran decapitado la conspiración, que más o menos conocían por la rumorología de la época pero no quisieron, no supieron o no pudieron. En la historiografía se ven las tres variantes. Una dice, sobre todo en la extrema izquierda y en la anarcosindicalista, que no quisieron, que vieron la posibilidad de liquidar al movimiento anarquista con ayuda del Ejército. Esto no es así. Para mí está claro que no supieron, al menos hasta abril. Y luego no pudieron porque no fueron capaces de sospechar que los conspiradores tenían la ayuda de la Italia fascista.
Entonces, ¿cuál fue el gran error de la República?
El
gran error de la República fue no parar el golpe pero el tema es el por
qué. Hay muchas incógnitas pero también muchos papeles que nadie había
visto o que no los había utilizado. Y he descubierto dos cosas. En
primer lugar, que Azaña en el 32 y 33 había montado y modernizado una
serie de instrumentos para seguir de cerca las actividades subversivas
en el Ejército. Se sabía más o menos pero no se había investigado
demasiado. Al principio, eran actividades de la izquierda, sobre todo
anarcosindicalistas y alguna que otra comunista. A partir del 35, ya
empiezan a captarse las actividades de la Unión Militar Española (UME),
que es una organización clandestina montada y dirigida por los
monárquicos a partir del acuerdo con Mussolini de 1934.
El acuerdo es de marzo y la UME empieza a funcionar un par de meses después porque los monárquicos saben que para triunfar tienen que contar con los militares. Lo que yo he visto son las andanzas de la UME tal y como fueron conocidas por los servicios de inteligencia del Ejército que había montado Azaña. Y me pregunto: ¿cuando llega a la presidencia, no se le ocurre pedir los informes? Puede que así lo hiciera y yo no los encontrara o hayan sido destruidos, es perfectamente posible. A Franco no le interesaría que se supiera que tuvo un papel secundario.
“La Guerra Civil la quiso una conspiración monárquica, militar y fascista”
¿Por qué cree que a Azaña le preocupaba más el anarquismo que los futuros sublevados?
Porque
Azaña era un hombre de la izquierda moderada parecida a la francesa. Un
hombre que cree en la necesidad de modernizar España al ritmo que
permite la realidad. También hay que añadir que un sector socialista se
radicaliza. En el 36 toma decisiones muy importantes: restablecer las
reformas (muy aguadas) del primer bienio aunque a la izquierda
extraparlamentaria, el anarquismo, le sabe a poco. Esto le viene muy
bien a la derecha porque, además, espolean a la izquierda y es cuando se
ponen a quemar iglesias, se habla de revolución, de ocupar tierras,
huelgas… La izquierda también reacciona a los asesinatos de los
pistoleros derechistas financiados por los monárquicos y por Mussolini.
Se crea una especie de efervescencia que le viene bien a la derecha.
El ejemplo más claro de esto es el ABC. Crea la sensación de un estado de necesidad. La UME promueve la idea de que la revolución comunista está a la vuelta de la esquina. Un poco lo que ha dicho uno de estos días Rocío Monasterio: “libertad o totalitarismo”. Y estas cosas tenían, por supuesto, un efecto. Y lo peor es que eso lo deberían saber los dirigentes republicanos, porque yo no me he inventado las octavillas de la UME. ¿Se elevaron a los altos cargos? O no se hizo o los jefes de los servicios de inteligencia estaban en la conspiración. Así que yo creo que los servicios de información y de la Dirección General de la Seguridad fallan. Este último tenía una espía que mandaba información, que es la que yo he encontrado en Ávila, gracias a Carlos Piriz.
“Azaña era un hombre de la izquierda moderada parecida a la francesa. Un hombre que cree en la necesidad de modernizar España al ritmo que permite la realidad”¿Qué papel jugaron entonces la UME, la Italia fascista y el ABC?
La
UME es una organización clandestina destinada a promover la subversión
en el Ejército contra los gobiernos republicanos del Frente Popular en
1936. Mientras que el ABC, que es propiedad del marqués Luca de Tena,
que está metido en la conspiración, azuza sincronizadamente sus
informaciones con la necesidad que sienten los sublevados de crispar los
ánimos de la población. El ABC es un periódico monárquico y dicen que
son leales al poder constituido, naturalmente. Son el altavoz para crear
un relato en los sectores que se dejan convencer.
Solo he encontrado un papel que relaciona la UME con la Italia fascista. Pero formaba parte de la conspiración monárquica. Es el papel que conecta a los monárquicos con los fascistas y a la UME, que yo publiqué entero en mi anterior libro. La cúpula de la UME estaba en contacto con la Italia fascista, aunque los afiliados no tendrían por qué saberlo. Obviamente una conspiración no se va anunciando por las calles.
Diferencia tres memorias ¿Cuál cree que es la hegemónica en la opinión pública española?
No
vivo en España desde hace tiempo pero creo que en los últimos 20 años
ha habido un renacimiento de las tesis más profranquistas, unas veces
más estridentes y otras más solapadas. Tengo una opinión pero no sé si
será cierta o no. A partir de finales del pasado siglo, ocurre en España
un fenómeno que ha llamado mucho la atención en el extranjero: la
exhumación de las fosas de los que sufrieron la represión franquista. Se
ha convertido en una especie de ácido sulfúrico que va destruyendo las
tesis franquistas porque ponen en primera línea de la atención la
represión franquista. A esto hay que sumarle la Ley de Memoria
Histórica de Zapatero, que es una buena ley pero insuficiente en muchos
aspectos. Contra esto, la derecha ha reaccionado y así se explica la
tensión que se ha creado.
Al volver la izquierda al gobierno los embates son cada vez mayores porque la apuesta cada vez es mayor (exhumación de Franco, Pazo de Meirás, la querella argentina). Tengo la impresión de que hay un sector de la derecha que se siente acosado porque no tolera una verdad que no sea la suya. Han crecido con ella y la creen a pie juntillas. Y ahora resulta que vienen unos izquierdistas y “unos historiadores que no saben de lo que hablan” y les está destruyendo el relato.
¿Y qué supuso la II República para la sociedad española?
Para
mí fue un intento de modernización de la sociedad española en todos los
aspectos. En lo político, en lo social, económico, cultural… Se hizo
muy deprisa, con tesón, no había tiempo para negociar con una derecha
bastante salvaje, todo hay que decirlo. Y se abocó, aunque no estaba
destinada a perecer. La hicieron perecer, que es distinto. La hicieron
perecer los monárquicos, los militares, los fascistas, la Iglesia
Católica, los intereses económicos de los partidos políticos de
derechas. Y claro, llega la Guerra Civil y la República se queda muy
sola.
Dice en el libro que en “1931 la República se propuso hacer avanzar la sociedad española hasta el siglo XX”
Sobre
esto hay un gran debate. Para mí, en 1930 España no estaba en el siglo
XX en muchos aspectos. España no había salido del siglo XIX. Había
progresado, por supuesto, porque la técnica se difunde, el país se
mantuvo neutral en la Primera Guerra Mundial y llegaron divisas, se
terminó la guerra de Marruecos, un protectorado de una extensión similar
a la de Badajoz y una guerra que tardó 20 años… ¿Qué dice eso de
España? ¿Y cómo estaba el sur del país? Estaba en condiciones de una
distribución casi decimonónica de la tierra con un mercado de trabajo en
el que los campesinos de la tierra estaban a merced de los capataces.
Tenía una Iglesia que era omnipresente, una educación por los suelos con
altas tasas de analfabetismo y las mujeres mucho más.
¿Consiguió esa modernización?
No,
fue radicalmente abortada. La comparación con la República de los
primeros 5 años de paz es la España del 39 al 59, cuando Franco quiso
aislar al país, aunque finalmente no pudo. También es verdad que no
participó en la Segunda Guerra Mundial (no por mérito de Franco).
Además, las sangrías a muchos países europeos no se hicieron en España.
Aquí fueron las víctimas de la Guerra Civil y de la represión, que no
fue igual por ambos lados, que es algo de los que los historiadores ya
estamos hartos de repetir: unos mataron más que otros y, además, querían
matar.
¿Cuáles fueron las reformas más importantes que llevó a cabo la República para modernizar el país?
Llevaron
muchas. Una nueva Constitución muy discutida y muy adelantada para la
época y a partir de ella muchos derechos políticos como el sufragio para
las mujeres, separación de la Iglesia y el Estado, divorcio, gran
campaña de escolarización de la juventud, un establecimiento de una
cierta laicidad influida por la III República francesa, mejores
relaciones laborales, Estatuto de Autonomía de Cataluña, la reforma
agraria… No hubo casi ningún ámbito de la vida que no se viera cambiada
por las reformas republicanas. Y todo esto no llevaba a la Guerra Civil y
no me cansaré de decirlo, lo llevó una conspiración, unos conspiradores
y una ayuda internacional de Mussolini. Todo lo que se diga de las
condiciones estructurales está bien pero esas condiciones de atraso son
necesarias pero no suficientes. A mí lo que me ha interesado son las
condiciones suficientes y naturalmente esto no tiene por qué haber sido
así. Si la derecha gana en el 36, no hay guerra.
¿Cuánto poder acumulaba el conservadurismo en la República?
Los
sectores de derecha eran una fuerza importante, ya lo habían sido en el
siglo XIX en sus variadas formas. Hay que recordar que en este siglo
hubo tres guerras civiles. Siempre estuvo la espada, los militares, que
siempre querían intervenir en política o que les dejaran actuar con
autonomía del Estado. Esto no se daba en Francia, Inglaterra o Alemania
pero sí en España.
¿Qué nos queda de la II República?
De
la II República nos queda mucho. Por ejemplo, las reformas de género,
las reformas del régimen de familia. La idea de las autonomías está un
poco presente en la II República. Respecto a la economía, no se pueden
establecer paralelismos porque las condiciones no son las mismas pero se
ha mejorado. En la educación también se ha avanzado. La idea de volver a
Europa, de ser como los europeos occidentales, que es algo que se ha
conseguido. La República no tuvo tiempo de hacerlo. Ha habido un proceso
de modernización en el que algunas reformas republicanas se han llevado
a cabo. Otras no, por ejemplo, la separación radical a la que aspiró la
República entre Iglesia y Estado. La República tenía un sentido muy
superior de la unidad de la nación de la que hay que ahora, creo yo.
También la libertad de expresión, de reunión, de prensa e imprenta…
Queda, de la II República, esa aspiración de mejora y de ir de la mano
de las democracias de nuestro entorno.
Fuente → elsiglodeuropa.es
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