Buscando el himno nacional republicano
 
Buscando el himno nacional republicano
Arturo de Villar

EL domingo 26 de abril de 1931 se estrenó un proyecto de himno nacional de la Republica Española, muy bien acogido por los asistentes a su primera ejecución, pero que no acabó de gustar, y por eso no llegó a serlo. Por decisión popular, el Himno de Riego fue considerado siempre el de la República, se cantaba en todos los actos republicanos, y en la actualidad continúa representando los ideales de libertad, igualdad y fraternidad herederos de la Revolución Francesa. Es un himno militar, como lo es La marsellesa, que incita a los cantantes a combatir por la defensa de la patria contra la monarquía que la tiraniza.

Compuesto por Óscar Esplá con letra del poeta Manuel Machado, el presunto himno nacional se tituló Canto rural a la República Española, y ya el título fue discutido. No se comprendía por qué había de ser un canto rural, cuando lo que se buscaba era un himno nacional. Muy a menudo se escribe que la letra fue obra de Antonio Machado, pero es un error, porque el autor era su hermano. La confusión se explica porque Antonio estuvo hasta el último día de su vida en el exilio al servicio de la República, en tanto Manuel se enroló en el bando rebelde, y compuso poemas en honor de los militares monárquicos sublevados, que se los compensaron muy bien.

El prestigio logrado por Antonio con sus publicaciones sucesivas animaba además a suponer que se le hubiera encargado a él la composición de la letra del himno, porque su hermano era autor de coplas y cantares de mucha sencillez, carentes de la profundidad metafísica presente en sus poemas breves, incluso en los apuntes denominados por él “Proverbios y cantares”. Los dos hermano colaboraron en la escritura de obras teatrales de autoría conjunta, pero sus poéticas respectivas estuvieron en las antípodas, lo mismo que sus idearios político y religioso.

Un estreno expectante

El estreno tuvo lugar a las seis y media de la tarde del domingo 26 de abril de 1931, en el salón de actos del Ateneo Científico, Artístico y Literario de Madrid, por la Banda Republicana, nuevo nombre adoptado por la hasta entonces conocida como Banda del Cuerpo de Alabarderos, bajo la dirección del maestro Vega. Anunciado como un acontecimiento histórico, para la nueva historia iniciada solamente doce días antes con la proclamación de la República por el entusiasmo popular, gustó en principio al pueblo que en tan pocos días se hubiera compuesto el himno nacional, con una letra para ser cantada por todos, ya que el himno monárquico, mal llamado Marcha real, careció de letra y todavía continúa sin ella, probablemente porque su título no incita a glosarlo líricamente, porque no responde a la realidad histórica comprobada: los reyes ni marchan ni se marchan, es preciso echarlos por la fuerza, como se hizo el 18 de setiembre de 1868, o a escobazos, como había sucedido aquel 14 de abril, conforme anunció la copla popular muy repetida entonces:

Los reyes que se marchan a balazos
pueden volver, quizás,
pero los que se marchan a escobazos
ésos no vuelven más.

Habría que añadir: “A no ser que los traiga con sablazos la traición militar”, que fue lo sucedido en ambas circunstancias históricas. Pero volvamos al estreno, cuando era impensable todavía la sublevación de los militares.

Los medios de comunicación comentaron elogiosamente el estreno, llevados por ese entusiasmo que acompañaba a todos los actos del nuevo régimen tan esperanzador. Sirva de ejemplo lo que escribió un anónimo redactor del diario El Sol, en crónica publicada en la cuarta página del ejemplar correspondiente al martes 28: “El salón de actos era insuficiente para la extraordinaria concurrencia, que se apiñaba en los pasillos y aun formó cola en la calle en espera de tener acceso al local donde se ejecutaba el concierto. A falta de ello, el público pudo oírlo porque se radió y se dispusieron en la calle potentes altavoces”. El entusiasmo popular por el nuevo régimen se desbordó con ese grato motivo.

Según continúa informando la crónica, la llegada del presidente del Ateneo y ministro de la Guerra en el Gobierno provisional, Manuel Azaña, “fue acogida con una ovación extraordinaria”, al saber que era uno de los artífices principales del nuevo régimen. Se interpretaron obras de Albéniz, Falla, Chapí, y del propio director de la Banda, para terminar con el estreno más esperado, el Canto rural a la República Española. Dice la crónica que “entonó el canto con briosa entonación la señorita Laura Nieto, quien tuvo que repetirlo hasta tres veces”. Como final del acto, la Banda interpretó La Marsellesa, coreada por todos los asistentes puestos en pie.

Una letra oscura

Si intentásemos descargar de culpas a Manuel Machado tendríamos que reconocer que compuso el poema por encargo en una semana, aunque un poeta bien inspirado compone un poema en una hora o menos tiempo. En su caso no lo estuvo, y además no atinó a explicar qué tiene el canto de rural. Los escritos compuestos por encargo no suelen resultar muy acertados, y este caso lo confirma. Se había pretendido que el Canto fuese el himno oficial de la República, pero la letra no convencía a quienes lo escuchaban, por lo que se desechó la idea, y Esplá, enfadado, prohibió que se interpretara. A los republicanos les gustaba más el Himno de Riego, que por ello quedó considerado el himno popular de la República, y todavía hoy lo cantamos como tal en las reuniones. El poema dice así:

Es el sol de una mañana
de gloria y vida, paz y amor.
Libertad florece y grana
en el milagro de su ardor.
¡Libertad!

España brilla a tu fulgor
como una rosa de Verdad
y Amor.
Gloria de escuchar
por tierra y mar
--Fe y Esperanza—
cantar

España avanza.
Gloria del cantar
del campo y mar, con la armonía
sin par,
España mía.

Luz de hogar encantadora
a quien con fe la ve lucir.
Fiero incendio que devora
al que lo quiere combatir.
¡Libertad!

El mundo brilla a tu fulgor
como una gema de Verdad
y Amor.

Sin la menor duda, no podía ser un poema de Antonio, y no se entiende la confusión de algunos historiadores apresurados que le achacan a él la escritura. Sigue el tono habitual de las coplas compuestas por Manuel, de escaso interes literario. El entusiasmo con que fue recibido en el momento del estreno se disipó en seguida, y el Himno de Riego continúa siendo el representativo de ideario republicano, y al escucharlo nos sentimos llenos de fervor patriótico, dispuestos a responder a la llamada a la lid que nos hace la patria. Aunque nos dura poco tiempo.


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