La primavera republicana del racionalismo arquitectónico catalán
 
En el transcurso de este año y con motivo del 90º aniversario de la proclamación de la República, diversas instituciones, entidades y partidos políticos han programado actos conmemorativos en todo el territorio, exposiciones, coloquios y la edición de publicaciones. Es un buen momento, pues, para recuperar del olvido y a la vez reivindicar la vigencia de la gran aportación llevada a cabo por los arquitectos racionalistas catalanes durante la efímera pero intensa primavera republicana
 
La primavera republicana del racionalismo arquitectónico catalán
Quim Pastor Esqueu

El 13 de abril de 1931, el día antes de la proclamación de la República, se constituyó en Barcelona el GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes por el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) en un espacio polivalente, situado en el cruce del Paseo de Gracia con la calle de Rosellón, donde se impartían conferencias, exponían los nuevos materiales de la construcción, se vendían muebles funcionales (sillas, mesas, armarios…) que a partir de 1935 tuvieron su marca propia: MIDVA (Mobiliario y Decoración para la Vivienda Actual). Este local fue también el punto de encuentro de arquitectos, diseñadores y los artistas del ADLAN (Amigos del Arte Nuevo) empeñados en ganar el relato de la modernidad en su batalla contra la arquitectura decadente, los sistemas tradicionales de enseñanza de las Escuelas Superiores de Arquitectura y la banalidad del art déco, que hacía uso de los nuevos materiales para modernizar la ornamentación con formas geométricas y exóticas.

Durante el estallido de la primavera republicana en la sede de GATCPAC se empezó a redactar, editar e imprimir la revista AC (Arquitectura Contemporánea) de la mano de Josep Torres Clavé y Josep Lluís Sert, el alma mater de este grupo de jóvenes entusiastas y comprometidos con la construcción de la Barcelona futura. La revista tuvo una vocación de difusión estatal a través del GATEPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Españoles por el Progreso de la Arquitectura Contemporánea). Se editaron 25 números entre 1931-1937 y, sin lugar a dudas, constituye un testimonio directo del aire renovador que representó el movimiento de vanguardia arquitectónica en nuestro país.

Sert lideró una generación de arquitectos atraídos por los postulados vanguardistas de Le Corbusier, considerado el padre del racionalismo arquitectónico. En un viaje a París (1926), el arquitecto catalán se detuvo ante el escaparate de una librería cerca de la plaza Vendôme. Le llamó la atención un libro de arquitectura de Le Corbusier y aquel descubrimiento marcó un punto de inflexión en la vocación profesional de Sert, tal como nos cuenta Manuel Vicent en una crónica que hizo después de conversar con el arquitecto (Josep Lluis Sert, en el voladizo de hormigón. 10/31/1981. El País).

Aquellos jóvenes también conocieron la trayectoria de Walter Gropius, fundador de la escuela de diseño La Bauhaus, en la que se enseñaba a los estudiantes a hacer uso de materiales modernos e innovadores para crear edificios, muebles y objetos originales siguiendo el principio del arquitecto estadounidense Louis Sullivan: «la forma sigue a la función«.

Sullivan, precursor de la escuela de Chicago, fue fuente de inspiración entre los años 20 y 30 de los arquitectos catalanes que se habían formado en el clasicismo novecentista como Adolf Florensa, el modernismo como Albert Juan i Torner que realizó una réplica de los almacenes Walker de Chicago en la Via Laietana, y el caso singular de Raimon Duran i Reynals que a pesar de su admiración por el italianismo bruneslleschiano, participó activamente en el espíritu racionalista durante el periodo de la II República española.

El segundo momento clave en este proceso iniciático del racionalismo catalán y de su impulsor lo podemos situar a mediados de mayo del 1928 cuando Sert invitó a Le Corbusier a visitar Barcelona después de haberlo conocido personalmente en Madrid en un ciclo de conferencias donde el padre del racionalismo defendió los postulados con los cinco puntos esenciales de la nueva arquitectura: elevación del edificio sobre pilotis o pilares; planta libre; fachada libre de estructura; ventanas horizontales; terraza jardín.

En verano se puso en marcha el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), germen del estilo internacional o moderno, consagrado en una exposición en el MOMA (Nueva York) cuatro años más tarde. Se celebraron once congresos y hay que destacar que los arquitectos catalanes fueron los más proactivos en aportar ideas y proyectos, tal como nos recuerda el arquitecto y catedrático de Historia del arte, Josep Maria Rovira (El GATCPAC. Los artistas -4. Programa 523. En Guardia. Catalunya Radio).

En el año 1929 en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera, Barcelona acogió su segunda exposición universal. Esta fue dedicada a la electricidad con la voluntad de mostrar una imagen de modernidad de la ciudad y de España hacia el resto del mundo. En cambio, la construcción de edificios monumentales de un estilo clásico conservador estaban muy alejados del estilo moderno, innovador y fresco que ofrecían algunos edificios de vanguardia como los pabellones de Alemania de Ludwig Mies van der Rohe y el de la futura Yugoslavia (con el nombre Reino de Serbia, Croacia y Eslovenia) de Dragiša Brasovan.

Un mes antes de la inauguración de la exposición y al margen de toda la pompa que se preparaba en Montjuïc, Sert y sus compañeros de la universidad organizaron una exposición en las galerías Dalmau con el título Arquitectura Nueva con una selección de planos y maquetas que rezumaban un espíritu nuevo, renovador y al mismo tiempo adaptado a las particularidades del clima local.

El mismo año, gracias a la iniciativa de Sert y la ayuda económica de su familia se hace realidad un sueño que el arquitecto ya había pensado y proyectado meses antes en su estancia en París. El edificio Sert situado en el Ensanche (Rosellón, 36) presentará el primer precedente de vivienda digna para las clases populares en Barcelona. Una concepción de vivienda social de espacio reducido bien aprovechado, con ventilación y entrada de luz natural. Un ensayo del gran proyecto de las casas bloque en Sant Andreu que en 1932 contará con la complicidad y el apoyo del gobierno de la Generalitat republicana.

Un año y medio antes de la aprobación en el congreso de diputados del recortado Estatuto de Núria (1932) el alcalde de Barcelona, ​​Jaume Aiguader, médico de profesión y consciente de las pésimas condiciones de vida de los obreros, el chabolismo, y los problemas de salubridad y mortalidad infantil en el distrito V consideró que desde el equipo de gobierno municipal se había de tomar medidas urgentes para revertir la situación.

Tal como plantean Gemma Domingo y Rosa María Gil: «Una de las aportaciones importantes que hace Aiguader es la defensa de las viviendas en bloque, en contra del modelo defendido por parte del presidente Macià de viviendas unifamiliares al estilo de la ciudad-jardín, la idea de la caseta y el huerto, distribución de baja densidad que resulta mucho más cara e insostenible. La edificación en bloques también es defendida porque fomenta la sociabilidad y puede ir asociada a equipamientos colectivos como guarderías, bibliotecas, centros sociales» (DOMÈNECH, G; GIL Rosa Mª. Un nuevo modelo de arquitectura al servicio de una idea de país. Editado por la Fundación Josep Irla. 2013).

Es a partir de este momento que se inicia una colaboración entre el GATCPAC y las administraciones locales, autonómicas y estatales. El grupo de arquitectos catalanes quiere intervenir en el diseño de políticas a medio y largo plazo para conseguir un modelo de ciudad coherente con sus ideales como también había hecho Bruno Taut en la República de Weimar, primero en calidad de arquitecto municipal de Mandenburg, pero sobre todo como responsable técnico de una cooperativa de capital mixto de Berlín que se dedicaba a edificar viviendas a personas de rentas bajas y medias. En 1930, un 14% de la población alemana residía en viviendas modernas y racionalistas de reciente construcción.

Stuttgart, Frankfurt, Hamburgo y Berlín vivieron su primavera republicana con una nueva manera de entender, comprender y proyectar el edificio y el espacio urbano: Luz, aire, sol, líneas sencillas, cubiertas planas, ventanas retranqueadas y zonas de recreo. (Eric D. Weitz. La Alemania de Weimar. Presagio y tragedia. 2009. 2ª Edición 2019. Ed Turner).

En Catalunya y España, los arquitectos racionalistas cuentan con la cooperación del gobierno de la Generalitat y del ministro de Instrucción pública, Marcelino Domingo.

Sert comienza a proyectar una serie de escuelas (Palau-solità i Plegamans, Bogatell, Arenys de Mar, Lleida, Viladecans, Martorell) y hospitales. (ARNÚS, Maria del Mar. Ser (t) arquitecto. 2019. Anagrama).

Asimismo y siguiendo los principios modernos de la Ciudad Funcional, el equipo del GATCPAC propone el plan Macià (1932-1935), un nuevo plan urbanístico para la ciudad de Barcelona desarrollado con Le Corbusier y Pierre Jeanneret que replantea el Eixample de Cerdà con el objetivo de responder a las necesidades sociales del momento y de sanear el núcleo antiguo.

En estos años se inicia la construcción del Dispensario Antituberculoso en el barrio del Raval, obra de los arquitectos Josep Lluís Sert, Josep Torres Clavé y Joan B. Subirana, y la Casa de viviendas sociales en el paseo de Torras i Bages en el barrio de Sant Andreu, considerada la obra maestra del racionalismo en Barcelona.

También proponen mejorar la comunicación con las playas del delta del Llobregat puesto que estudian la creación de la Ciudad de Reposo y de Vacaciones destinada sobre todo a la clase trabajadora.

La Guerra Civil (1936-39) y el posterior desenlace con el triunfo del totalitarismo fascista en España pone fin a la continuidad de los proyectos de los arquitectos racionalistas.
Como sucedió en la Alemania nazi durante la primavera negra del 1933, la represión contra la modernidad y el progreso supuso el cierre de la Escuela de la Bahuaus y el exilio de Walter Gropius a Estados Unidos.

El arquitecto Josep Torres Clavé muere en el frente en 1938, en plena retirada del ejército republicano, mientras su gran amigo, Pepet Sert, será condenado e inhabilitado como arquitecto de por vida por «rojo y separatista«.

Desde finales del 36, Sert hace largas estancias en el país vecino para trabajar en el proyecto del pabellón de España en la Exposición universal de París (1937), un escaparate de los valores que defendía la república y a la vez de denuncia ante el nuevo concepto de guerra total inmortalizado en un gran lienzo de Pablo Picasso, El Guernica.

Sert ya no volverá a Catalunya durante la etapa de la posguerra y la construcción del estado franquista, hasta los años 60 con el retorno a su amada Ibiza «fuerte y luminosa«.

Como muchos otros arquitectos, escritores y artistas europeos, se trasladó a EEUU para continuar su carrera profesional. A pesar de la fuga de talento hacia el exilio, la luz de la arquitectura moderna no se apagó del todo gracias al Grupo R, formado por un grupo de arquitectos catalanes que entre 1951 y 1961 recuperaron el hilo de continuidad que enlazaba la modernidad de los arquitectos racionalistas con el compromiso cívico y social de arquitectos como Oriol Bohigas, que mantuvo vivo el espíritu durante los años 70 en la Escuela Barcelona.

Con la actual crisis económica toma vigencia de nuevo el legado del GATCPAC para hacer frente a la problemática social en el ámbito de la vivienda. El incremento de los precios de venta y alquiler de los últimos años han frustrado las expectativas de emancipación de la juventud; han echado fuera del mercado de la vivienda a muchas familias con pocos recursos; y ponen en riesgo la vivienda de las familias apartadas de la clase media por el vendaval de la crisis.

Ahora es el momento, pues, de hacer posible otra primavera arquitectónica y urbanística que atienda y priorice las necesidades residenciales. Un concepto de ciudad pensado para habitar en dignidad sin distinción de clases, donde se respire una mejor calidad del aire y con más espacios de interacción y cohesión comunitaria como se ha hecho con el urbanismo táctico durante la pandemia.

Ahora es el momento de una ciudad donde la prioridad sean las personas.


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