La chica de la curva (a la derecha)

Hay gente, al menos en las redes sociales, que no percibe nada raro en el mensaje de la mujer que avisa que hay que hacer un giro radical a la derecha o nos vamos a estampar contra algo

La chica de la curva (a la derecha)
Xosé Manuel Pereiro

Como todo el mundo debería saber, y no solamente sufrir algunos, en España no hubo ningún tipo de desfranquización. A diferencia de lo que pasó en Alemania, Italia o Japón, donde además de la amarga experiencia de la derrota, se pusieron negro sobre blanco y en cinemascope las causas y sus consecuencias, aquí la reacción fue como la de los profesores despreocupados ante las peleas de patio de colegio. “Venga, daros la mano y a ser buenos”. El mismo tratamiento fuese un caso de bullying o un remedo escolar de Street Fighter.

Por eso se ha hecho viral en las redes sociales lo de la chica esa de la curva, el hábil intento de Falange (o lo que sea) para buscarse un lugar al sol –a ser posible, de cara– de Vox. El vídeo es un ejemplo de manual de fascismo. De entrada, un cúmulo de obviedades. “Nos pedisteis que pusiéramos la mascarilla”, dice la pava. Claro, y que condujésemos por la derecha, desde muchísimo antes y con muchos menos argumentos, porque en otras partes del mundo lo hacen por la izquierda y eso no influye ni en su salud ni en la de los que se cruzan con ellos en las carreteras. Después, mentiras dichas con tanto aplomo como si fuesen verdades reveladas: “Nos pedisteis que mandáramos a miles de trabajadores al ERTE”, cuando es obvio que los empresarios habrían preferido mantenerlos con sueldo y jornada completa si no hubiese sido por el capricho de Yolanda Díaz.

La esencia del populismo es señalar los problemas reales, culpar a otros de ello y dar una solución simple y a mano –el “arregloendospatadismo”–. El fascismo clásico era eso más correajes (y convertir las dos patadas en algo más drástico). El paro, la inflación, la inestabilidad política eran problemas reales en la Alemania preHitler y en la Italia preMussolini, pero aquí y ahora, el problema es un virus. De ahí que la chica de la curva (a la derecha) tenga que dar un giro argumental del mismo calibre que las series en las que el guionista ha plantado o se ha pasado con la inspiración: que todo era un sueño. Raymond Chandler recomendaba a los escritores de novela negra que cuando no supiesen qué hacer en una situación, hiciesen entrar a un tipo con una pistola.

La chica tira del barco, del capitán, del honor y del pelo Pantene, porque no va a prometer prohibir el divorcio, la música profana en Semana Santa y levantarle la voz al marido

Alguien que representa a 47 millones de españoles no se iba a conformar con tan poco, así que saca un barco. Y a la deriva, nada menos. Porque ella lo vale. Y pide un capitán. Como residente en una ciudad portuaria, en estos casos le aconsejaría un remolcador, pero yo únicamente me represento a mí mismo, y eso en mis mejores días. La chica no especifica qué método utilizaría para elegir al capitán de marras, pero hay que ser extremadamente cuidadosos, porque capitán y muy capitán era Francesco Schettino, nada menos que de un buque de 114.500 toneladas y 600 millones de euros, el Costa Concordia, y pasó lo que pasó.

Hay gente, al menos en las redes sociales, que no percibe nada raro en el mensaje de la chica que avisa que hay que hacer un giro radical a la derecha o nos vamos a estampar contra algo. Quizá por la no-desfranquización, en los sectores más ingenuos de la sociedad se suele dar por sentado que los fascismos históricos llegaron al poder –mientras hubo elecciones– anunciando sus intenciones reales. “Vamos a tomar Polonia de aperitivo, después lo que caiga, y de postre, Rusia”. El partido de Hitler, el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, incluía en su nombre lo de “socialista” y “obrero” porque competían por el electorado de comunistas y socialdemócratas (los de antes) y el “arregloendospatadismo” era contra las grandes empresas y la alta burguesía hasta que tomaron el mando –con la ayuda de los antes denostados, carentes de rencor y sobrados de olfato para los negocios–. Entonces cambiaron el foco hacia los judíos y los marxistas.

La chica tira del barco, del capitán, del honor y del pelo Pantene, porque no va a prometer prohibir el divorcio, la música profana en Semana Santa y levantarle la voz al marido. Pero cualquier persona con dos dedos de frente ya hubiese sospechado al ver su asombroso parecido con Yoko Ono.

Nota- Una vez escrito esto, me entero del fraternal y discreto refrigerio compartido por unos amigolos de Villarejo, Inda y la Fiscal General del Estado. El país no, pero las instituciones algo a la deriva sí que están.


Fuente → ctxt.es

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