Suiza, patria querida de todos los ladrones
Arturo del villar
ESTE 19 de enero de 2021concluye el bloqueo legal ordenado por el Consejo Federal Suizo a los depósitos de dinero hechos por el dictador tunecino Ben Alí, en la patria común de los grandes ladrones internacionales, los dictadores y los reyes, dos palabras de etimologías distintas con el mismo significado en la práctica: son dos modelos de autócratas dedicados a enriquecerse a costa de los pueblos que los soportan.
A Ben Ali dejaron de soportarlo el 14 de enero de 2011, cuando los tunecinos se echaron a la calle para protestar por el último crimen cometido por los esbirros del dictador: un joven vendedor callejero, cuyo nombre entró en la historia, Mohamed Buazizi, se inmoló a lo bonzo porque la policía del régimen se incautó de su puesto de venta ambulante. Fue la señal para que Túnez se alzase después de 23 años de dictadura personal, lo que obligó al dictador a huir del país y exiliarse en Arabia Saudita, en donde residió desde entonces hasta su reciente fallecimiento, el 19 de setiembre de 2019, por causa natural, a consecuencia de un cáncer de próstata.
Este 14 de enero de 2021 no se ha conmemorado el décimo aniversario de la revolución, porque el Gobierno ha ordenado el confinamiento de la población para evitar la extensión de la pandemia vírica, aunque los tunecinos comentan que lo hace por miedo a que el aniversario se utilizase para derrocarlo. En estos diez años el país no sólo no ha recobrado la estabilidad, ni ha terminado con la corrupción política, sino que padece un déficit crónico, en buena parte debido a la ausencia del turismo, antes su principal fuente de divisas, precisamente por la falta de seguridad. Muchos tunecinos emigran en pateras a Europa.
La huida de Ben Alí marcó el inicio de la conocida como primavera árabe, un estallido de libertad en los países habitualmente sometidos a dictaduras. No se extendió a las monarquías del Golfo, que de hecho son las dictaduras más corruptas, porque los Estados Unidos y otros paises europeos tienen negocios con ellos. También España, y basta citar el tren de Medina a La Meca, que permitió al entonces rey titular Juan Carlos I de Borbón y Borbón ingresar unas comisiones millonarias en sus cuenta en Suiza.
Bloqueo de las cuentas
Precisamente las de Ben Alí son ahora mismo noticia, porque este 19 de enero se cumplen diez años de su bloqueo a titulo preventivo ordenado por el Consejo Federal Suizo, el plazo máximo legal permitido. Su finalidad era decidir la pertenencia legítima de ese dinero, calculado en unos 320 millones de dólares. Este dictador Ben Alí fue muy moderado, si comparamos su fortuna con los dos mil millones de euros recaudados por nuestro rey y señor Juan Carlos I en concepto de comisionista mayor del reino borbónico.
Según ha dado a conocer la Agence France Presse este 16 de enero, un responsable de la Presidencia tunecina, que prudentemente desea permanecer en el anonimato, como es fácil comprender, el Consejo Federal Suizo anunció a las autoridades tunecinas por los canales diplomáticos, la finalización del bloqueo y en consecuencia la entrega de ese capital a su legítimo propietario. Todos saben que pertenece al pueblo, pero según advierte el informador, los responsables suizos necesitan disponer de resoluciones judiciales firmes para tomar una decisión. La comentada inestabilidad política de Túnez ha imposibilitado conseguirlo, y en consecuencia el próximo día 19 la viuda del dictador, Leila Trabelsi, podrá reclamar la herencia.
Si adaptamos este asunto a la situación española, sería posible que un Gobierno independiente solicitase al Consejo Federal Suizo el bloqueo de las cuentas juancarlistas. Pese a que su sueldo monárquico era muy elevado, no podía alcanzar por ningún medio legal los dos mil millones de euros. En 2014, último año de su tristísimo reinado, dispuso de una asignación que ascendió a 292.752 euros anuales.
Los capitales juancarlistas se han acumulado por malos modos, contrarios todos a la buena práctica de la monarquía. Los ha conseguido por métodos claramente delictivos. Sin ninguna duda ese dinero pertenece al pueblo, y en consecuencia debemos reclamarlo para el Estado, que bien lo necesita. Pero este Gobierno de mayoría presuntamente socialista y probadamente dinástico, no se atreverá a hacer esa gestión ante Suiza.
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