Labor de propaganda
 
Labor de propaganda 
María Torres

Desde el comienzo de la guerra se planteó a la República la necesidad de realizar una labor de propaganda que, con distintos matices y diversos propósitos, diese una imagen viva y candente del momento, estimulando a la lucha y al trabajo, afirmando nuestra fe en la victoria y tratando, en fin, por un lado, de encauzar y orientar todas las fuerzas latentes del pueblo español en lucha contra el fascismo, y por otro, presentar ante el extranjero la faz limpia de la verdad y la exposición serena de nuestros motivos y propósitos en esta contienda. Mucha propaganda se ha hecho ya, y más es preciso realizar todavía. Pero no se trata solo de cantidad, sino de calidad y tono, de nobleza y hondura en la intención. La propaganda debe estar, en lo posible, libre de partidismo, tener un sentido verdaderamente popular y nacional. Esta ha de ser, por tanto, labor del Gobierno especialmente.

Una propaganda bien dirigida al interior, una buena propaganda para nosotros mismos, no deberá solo ser vistosa, sino también firme y auténtica: verdadera.

Y siendo verdadera, será verdaderamente eficaz. Una buena propaganda significa explicar bien el porqué de nuestra lucha, por qué y para qué luchamos. Y esta conciencia de nuestros propios anhelos y deberes es, en el fondo, la moral, el todo en las guerras. Y en el extranjero, en la medida que sea eficaz nuestra propaganda, esto es, en la medida en que seamos certeros, en la medida que demos en el blanco con nuestros disparos, será eficaz la opinión que se decida a nuestro favor y el apoyo que ésta nos prestará en consecuencia. Dentro y fuera, atendiendo al sentido real de las cosas, lo mismo que al sentido moral, que tanto debe importamos, es necesaria una propaganda limpia, inteligente, verdadera y eficaz. El Gobierno ha atendido esta importante cuestión creando el Ministerio de Propaganda, que, apenas iniciado en sus tareas, realiza ya, aparte de la labor diaria y callejera, un buen trabajo de propaganda con alto sentido de oportunidad en el propósito, buscando una eficacia última, lenta tal vez, pero decisiva. 

Hora de España 

Valencia, enero 1937


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