La maldición Battenberg, la enfermedad que llegó a los Borbón a través de Victoria Eugenia

La hemofilia llegó a la corte española con Victoria Eugenia de Battenberg, quien, como su abuela, la reina Victoria de Reino Unido, era portadora de la hemofilia..

La maldición Battenberg, la enfermedad que llegó a los Borbón a través de Victoria Eugenia / La klave:

La reina Victoria es conocida como la abuela de la monarquía europea. La mayoría de familias reales actuales descienden de su matrimonio con el príncipe Alberto de Sajonia Coburgo, del que nacieron nueve hijos vivos. Victoria era portadora del gen de la hemofilia, un trastorno hemorrágico causado por el déficit del factor VIII de coagulación. Ninguno de sus padres eran portadores ni lo sufrían, por lo que se cree que o bien Victoria fue fruto de una relación extramatrimonial, o fue una mutación de su propio cuerpo.

La enfermedad llegó años después a la corte española con Victoria Eugenia de Battenberg, quien, como su abuela, era portadora de la hemofilia. Es más, dos de sus hermanos, Leopoldo y Mauricio, eran hemofílicos. De los nueve hijos de la reina Victoria tres fueron los que sufrieron este trastorno, aunque otros transmitían, sin saberlo, la enfermedad. Es el caso de la princesa Beatriz, madre de Ena -como se la conocía familiarmente-, quien pasó a su hija el gen. Por eso, cuando Alfonso XIII fijó sus ojos en la bella Victoria Eugenia de Battenberg, su madre, la reina María Cristina de Habsburgo se opuso a ese matrimonio. No solo la hemofilia era un hándicap para esa unión, también el hecho de que ella fuera anglicana -acabó convirtiéndose al catolicismo- y que su abuela paterna era hija de un mercenario francés. A pesar de todo ello, y de lo supersticioso que era el rey, el amor pudo más y el 31 de mayo de 1906 se dieron el ‘sí, quiero’ con atentado incluido, pero ese es ya otro tema.

A los pocos meses de su boda, nació su primer hijo, Alfonso, príncipe de Asturias, llamado a ser rey de España. Sin embargo, desde sus primeros meses de vida ya se empezó a sospechar que el pequeño tenía hemofilia. Una dinamita en un matrimonio como el de Alfonso XIII y Ena. Aunque estaban prevenidos, el rey no dudó en culpar a su mujer del mal de su heredero, algo que hizo mella en su relación. Alfonso tuvo que pasar la mayor parte de su infancia en la cama y en hospitales. El día que él y su familia tuvieron que exiliarse rumbo a Francia por la proclamación de la II República se encontraba tan mal que tuvo que abandonar el Palacio Real, su residencia, con ayuda porque no podía ni andar. Debido a la enfermedad, su padre le hizo renunciar a sus derechos sucesorios en 1933 al mismo tiempo que lo hacía su hermano Jaime, quien sufría sordera. En 1938, con solo 31 años, Alfonso fallecía tras un accidente de coche en Miami. Aunque el golpe, contra una cabina de teléfono, no fue muy fuerte, le provocó una hemorragia interna que, a causa de la hemofilia, no le pudieron detener. Murió sin descendencia, ya que tras una operación urológica quedó impotente. Un destino cruel para un niño que ya nació con el mal de la reina Victoria.

Pero no fue el único de la familia que sufrió el trastorno. Tras el nacimiento de Alfonso, llegó a la vida de Alfonso XIII y Ena su segundo hijo, Jaime, que como ya hemos avanzado se quedó sordo con apenas cuatro años tras una doble mastoiditis. Le siguió la infanta Beatriz, una niña sana que calmó los ánimos del rey; sin embargo, al poco nacía muerto Fernando, aunque nunca se confirmó si su mal se debía a la hemofilia. El nacimiento de otra niña sana, la infanta María Cristina, volvió a llenar el palacio de alegría, a la que se sumó la llegada de Juan, después conde de Barcelona y heredero de Alfonso XIII tras la renuncia de sus hermanos mayores. Pero, al año siguiente, la maldición volvió con el nacimiento de Gonzalo, el más pequeño de los vástagos de los reyes, un varón que, como Alfonso, sufría hemofilia. Gonzalo pudo llevar una vida algo más normal que su hermano mayor, y era un gran deportista. Pero en 1934, durante unas vacaciones estivales en Austria, sufrió también un accidente de coche cuando iba junto a su hermana Beatriz, quien conducía en ese momento. No fue un suceso grave, pero a las pocas horas, Gonzalo empezó a sentirse mal y falleció dos días después a causa de una hemorragia abdominal. Tenía solo 19 años. Ninguno de los hijos que Alfonso XIII y Ena que tuvieron descendencia sufrieron hemofilia ni hay constancia de que sean portadores de ese gen que tanto hizo sufrir a la familia real española.


banner distribuidora