Homenaje merecido a la II República

 La izquierda en la Transición tuvo que hacer muchas claudicaciones frente a las fuerzas del franquismo, como las reflejadas en el lugar privilegiado del ejército, de la iglesia y de la monarquía en la Constitución del 78. Ese mito de una Transición modélica es una falacia. Se hizo lo que se pudo hacer.
 
Homenaje merecido a la II República
Cándido Marquesan Millan
 

La izquierda por prudencia hubo de asumir que la democracia se inició ex novo en España con la Constitución de 1978, y no con la II República; y aceptar sin réplica que el caos de esta fue el origen de la guerra civil.

La izquierda española miedosa, acomplejada, carente de autoestima, como desconocedora de nuestra propia historia, no ha sabido o querido construir un relato, cuando no escasean sus aportaciones: la Revolución de 1808-1814, el Sexenio Democrático (1868-1874) y la II República en 1931, momento este en que la izquierda burguesa y los socialistas guiados por los principios de justicia, libertad e igualdad, trataron de solucionar viejos problemas enquistados en España para modernizarla y democratizarla. Como el territorial, el social, el educativo, el religioso, el agrario y el militar. Problemas que no los trajo la II República, según Azaña en La Velada de Benicarló: «En su corta vida, la República no ha inventado ni suscitado las fuerzas que la destrozan. Durante años, ingentes realidades españolas estaban como sofocadas o retenidas. En todo caso, se aparentaba desconocerlas. La República, al romper una ficción, las ha sacado a la luz». La derecha en cambio no ha tenido complejo en construir su relato recurriendo a nuestra historia: Viriato, Pelayo, Reyes Católicos, Descubrimiento de América, Pavía, Lepanto, Guerra de la Independencia, Cánovas del Castillo, Franco y Juan Carlos I. Todo ello aderezado con la patria, la bandera, la religión católica, la familia, unidad de destino en lo universal…

Aunque tarde, el gobierno actual trata de reparar esa deuda con la II República, momento de instauración de nuestra democracia, a través de dos iniciativas. La primera con una exposición inaugurada el 17 de diciembre por Felipe VI en la Biblioteca Nacional organizada por Acción Cultural Española (AC/E) y la Secretaría de Estado de Memoria Democrática Azaña Intelectual y estadista. A los 80 años de su fallecimiento. En ella se proporciona una imagen completa del hombre que además de ministro, jefe del Gobierno y presidente de la República, fue un intelectual de prestigio.

La segunda es la presentación por parte del PSOE de una Proposición no de Ley en la Comisión Constitucional para conmemorar el 90 Aniversario de la Constitución de 1931 en el año 2021 con una serie de actos. Veamos la exposición de motivos. Tal constitución supuso un avance de progreso que no se había alcanzado hasta entonces en nuestra historia. Es el antecedente inmediato de nuestro texto constitucional ya que, gran parte de lo regulado en ella aparece en la Constitución de 1978. Fue la primera de nuestra historia que avanzó en la descentralización del poder, al reconocer la autonomía política de las regiones (Estado regional), superando por primera vez el Estado unitario, que había sido la forma de Estado en todas las Constituciones del siglo XIX. Fue la primera plenamente democrática, al reconocer la soberanía popular, lo que se tradujo en el reconocimiento del sufragio universal pleno, posibilitando así por primera vez el derecho al voto de las mujeres. Además, estableció una amplia tabla de derechos fundamentales, no solo los políticos y civiles clásicos, sino también los económicos y sociales. Y, sobre todo, fue la primera en establecer un sistema de garantías de los derechos fundamentales, hasta entonces inédito: un Tribunal de Garantías Constitucionales, el antecedente de nuestro actual Tribunal Constitucional. La primera que recogió la laicidad del Estado, al proclamar que «el Estado no tiene religión oficial», único antecedente histórico de nuestro actual Estado aconfesional. Otras de sus características –el sistema parlamentario de Gobierno y el acento en la economía social– fueron posteriormente recogidas en la Constitución de 1978. En definitiva, nuestra actual democracia retomó, medio siglo después, el régimen democrático, descentralizado, laico y de libertades y justicia social que inauguró la Constitución de 1931. Frente a revisionismos históricos infundados, nuestra democracia debe reaccionar y reivindicar una Constitución que fue un ejemplo para su época y la base sobre la que se edificó nuestra Constitución de 1978.

La Comisión Constitucional la aprobó el 22 de diciembre con 17 votos a favor, 5 en contra de Vox y 10 abstenciones de PP y Cs. En Esquerra Republicana (ERC), la diputada Pilar Vallugera señaló que no se opondría, pero recalcó que de 1931 lo único que conmemorará su partido es la celebración de una República catalana que tratarán de recuperar. Tanto el PP como Vox y Cs adujeron que no es más que una «exaltación nostálgica de la República», según la diputada del PP, María Jesús Moro, y que es un debate «muy cansino», según el diputado de Cs, Miguel Gutiérrez. El portavoz de Vox, José María Sánchez acusó sin ambages a la República de ser la causa de la guerra civil. Negó la validez del triunfo de las candidaturas republicanas en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que supuso el fin de la Monarquía; y denunció el fraude electoral en el triunfo del Frente Popular.


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